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APROVECHANDO CADA RINCÓN DE UBUD EN LA MEJOR COMPAÑÍA

Ubud es un lugar que nos cautivó desde el primer día que llegamos, pero realmente lo estamos descubriendo ahora.

Ya sabes que habíamos estado en Ubud anteriormente, cuando llegamos con Silvia e Isaak. Sin embargo, esos días fueron de trabajo para mi y no pudimos hacer mucho turismo.

Como sabíamos que volveríamos cuando llegasen María Luisa e Iván, dejamos las visitas para hacerlas con ellos.

Acostumbrados a dejarnos llevar por Isaak, esta vez nos toca hacer a nosotros de guías…Habrá que ver si cumplimos con las expectativas…

La primera noche en la villa fue como tenía que ser: dormimos genial y nos levantamos súper motivados por descubrir el desayuno.

El restaurante de la villa también está en medio del arrozal y al lado de la piscina común. Desayunar con un paisaje así, con el cielo repleto de libélulas y con varios camareros para servirte, tampoco es algo a lo que estemos acostumbrados en este viaje.

Igualito que antes, que nos íbamos a Lisboa a todo tren y no teníamos que mirar si la mariscada costaba 100 euros o 200, y ahora regateamos por 40 céntimos…¡Cómo es la vida…de bonita!?

Nos sentamos a desayunar los primeros, tenemos que madrugar si queremos aprovechar el día.

Vemos que el buffet es bastante variado. Lo primero que hacemos, después de servirnos el café, es pedir huevos revueltos. Como los hacen en el momento, le explicamos al camarero: 1 huevo para María Luisa, 2 para Iván y para mí, 4 para Manu…

El camarero nos mira con simulado interés, no sabemos si porque no sabe contar o porque está recién levantado.

Cuando nos trae los huevos a la mesa, los 4 platos tienen la misma cantidad, así que deducimos que cuando nos miraba mientras le explicábamos lo que queríamos era porque estaba pensando: «claro, claro, vosotros pedid lo que queráis que ya llevo yo los huevos que me de la gana».

Aún así, el desayuno nos gustó bastante, el paisaje no tiene comparación y la conversación matutina nos suele durar varias horas. Si es que cuando estás a gusto…?

El primer destino de hoy es el Templo de los monos de Ubud. Cogemos las motos y tiramos para allá. El recinto es un paraje gigante, verde, con su río, sus árboles gigantes, sus mini templos y una ingente cantidad de monos.

Como lo primero que te dicen los carteles es que tengas cuidado con los monos, intentamos no hacerles mucho caso. Cosa complicada porque aquello está infectado de mandriles.

Es raro el turista que no paga por sostener un plátano entre sus manos para que los monos se le suban encima y tener la típica foto de recuerdo.

Nosotros nos vamos a abstener de plátanos y fotos con monos encima de nuestras cabezas. 

Estábamos mirando cómo una muchacha jugeteba con un mono subido a su espalda, cuando María Luisa se percata de algo. El mono estaba intentando abrirle la mochila a la chica para llevarse cualquier cosa. ¡No son listos ni nada!

Cual guardiana del bien nacional, ni corta ni perezosa, María Luisa corre a regañar al mono para que no le robe a la chica.

Al mono le hizo un montón de gracia que le jodiesen el negocio, así que lo siguiente que hizo fue atacar a mi amiga, intentando agarrarle de las piernas.

Menos mal que no lo hizo a conciencia, porque no era un mono pequeño precisamente, y María Luisa pudo sobrevivir.

Después de esto, se nos quitaron las ganas de acercarnos a estos simpáticos animales. Excepto cuando vimos a uno con el pitillo tieso y me tuve que echar una foto sí o sí.  

 

Después del Templo de los monos, seguimos en Ubud en busca de unas supuestas cataratas. Enfilamos el camino que marcaban las indicaciones y empezamos a caminar por mitad de la selva, bajo un calor de justicia, mientras veíamos pasar a los locales con pantalón vaquero largo y chaqueta con pelillo.

A mi no me podían sudar más partes de mi cuerpo y esa gente iba abrigada hasta las cejas…Aún nos estamos preguntando por qué.

Hacía tanto calor que casi nos da una pájara…

Caminamos, caminamos y caminamos, y de cataratas nada de nada. Tuvimos que parar a tomar un refrigerio antes de inicar el camino de vuelta.

¡Menudos guías estamos hechos!

Menos mal que el paisaje mereció la pena.

 

Después de comer, la intención es volver a la villa a disfrutar de la piscina privada tan estupenda que tenemos. Hemos pasado mucho calor en la caminata y no podemos parar de pensar en otra cosa que no sea la piscina.

Pero claro, no contábamos con Murphy y su graciosa teoría: se nubla el cielo y nos vemos obligados a cambiar piscina por siesta. ¡Y yo no soy de siesta!

Venga, vamos a mirar el lado positivo, la noche será completita y tampoco nos viene mal descansar un rato. 

Queremos cenar temprano y llevar a nuestros amigos a un espectáculo de danza balinesa muy famoso por aquí.

Nos disponemos a buscar el restaurante…que aún estamos buscando…y al final se nos echa el tiempo encima y tenemos que ver la danza antes de cenar.

Le compramos las entradas a una señora que las vende en la calle y nos sentamos a esperar a que empiece…

Dos filas de sillas nos indican que la afluencia de público será escasa, pero a mi me hace mucha ilusión esto del espectáculo.

Lo que allí vimos…no es fácil de definir. Entenderlo en inglés habría sido complicado, pero resulta que el espectáculo era en balinés (o la lengua que sea que tienen aquí)…

Mientras unos 10 chavales aporreaban unos instrumentos que no habíamos visto en nuestra vida, una serie de personajes con raras vestimentas, se gritaban y se peleaban entre sí.

 

Menos mal que a mitad del «espectáculo» salieron tres niñas a bailar y arreglaron un poco aquel desaguisado. 

Era difícil dejar de mirarlas. Los movimientos de sus brazos iban acompañados de los movimientos de sus ojos. Una de ellas era capaz de mover un ojo para un lado mientras el otro ojo se quedab en su sitio. Era algo hipnótico.

danza balinesa en Ubud

No sabemos si en Ubud habrá alguien más con esa cualidad…

En los momentos en que las chicas no bailaban, no podía parar de reírme. Me hacía mucha gracia ver un puñado de turistas atendiendo con interés un espectáculo que ninguno entendía.

El respeto era máximo para una actuación bastante cuestionable.

Eso sí, nos lo pasamos teta…¡o al menos yo!

 

Al final, un montón de muchachos con espadas matan al monstruo malo y luego se suicidan. Y menos mal que aparecieron estos muchachos porque fue la actuación estelar, después de las bailarias con ojos sospechosos.

Como no encontramos el restaurante al que queríamos llevar a nuestros amigos (no comprendo aún porque siempre que buscamos algo nos lo cambian de sitio), acabamos en otro lugar.

Restaurantes en Ubud hay para aburrir, así que eso no fue un problema.

En la carta del resaturante me llamó la atención el vino balinés. No lo había visto en ningún otro lugar, así que lo pedí. 

Manu pidió uno de un tipo y yo pedí otro diferente.

El mío estaba riquísimo porque parecía vino dulce, el de Manu era colonia pura así que allí se quedó enterito.

Al volver a casa, comprobamos que el guarda de seguridad de la villa chapurrea un poco español. Se le enciende la mirada cuando nos ve llegar porque le encanta practicar.

Nos despista un poco que utiliza el plural para contar (cincos, cuatros, doces…)…Como siempre nos pregunta cómo estamos y le decimos que bien, intento enrriquecer su vocabulario y enseñarle a decir: «estoy más a gusto que en brazos».

Enseguida se da cuenta de que decir «estoy bien» es mucho más fácil y pasa de mi.

A dormir otra vez en la gloria bendita. ¡Qué placer!

Mañana queremos ver mil millones de cosas por Ubud y alrededores. No te lo pierdas porque nos ha cundido mucho estos días. 

UN ABRAZO DESDE UBUD

 

 

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Acerca de la autora

Tania Carrasco Cesteros

Ayudo a las mujeres con síndrome de Superwoman a recuperar su energía y su peso ideal para tener el cuerpo poderoso que les permita hacer frente a todos sus retos, sin estrés y desde el amor por sí mismas.

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Comentarios

  1. Maria Luisa DG dice

    No te metas con la niña del sindrome de Duane!!! jajajajaja. Qué bien lo hacían esas chicas, teníamos que haber visto un video con una danza como la que presenciamos pero cuando hicimos el baile con las niñas, seguro que aprendíamos como poner las caras!!!

    • Tania Carrasco Cesteros dice

      Eso era chungo eh…esa expresión corporal no te la enseñan en España en ninguna escuela…La niña del síndrome no era normal…Una persona que mueve un ojo para un lado y otro para otro, al mismo tiempo que retuerce los dedos de las manos al ritmo de la música, mientras pone caras en función de si está sonando un «do» o un «re», es alucinante. Qué barbaridad

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