reencuentros 1

AUNQUE LA ADAPTACIÓN AÚN NO SE PRODUCE HAY REENCUENTROS QUE VALEN MÁS QUE CUALQUIER VIAJE

No, aún no hemos conseguido adaptarnos y creo que va a llevar más tiempo del que me gustaría, pero hay reencuentros que tienen más importancia que todos los viajes del mundo.

Después de la primera semana de vuelta en el «mundo real», toca viajar a Ibiza a ver a la parte de la familia que tenemos allí perdida.

Quiero mucho a mi hermana Irene y a mi cuñado Juanjosé (igual que a mi hermana Nuria y a Sergio, por supuesto) pero sin duda la estrella de la familia es mi bebé, al que he estado echando de menos cada día de estos 7 meses de viaje.

Hemos estado una semanita en Linares y ahora volvemos a coger un avión que nos lleve a Ibiza. Ya, ya, menudos sitios elegimos para hacer visitas, lo sé. Esta familia tiene arte hasta para desperdigarse…¡qué le vamos a hacer! 😉

Los días previos al vuelo, también he tenido la suerte de ver a algun@s de l@s amig@s de Madridejos. Son preciosos los reencuentros después de tanto tiempo, aunque con esto de las tecnologías parezca que no nos hemos ido a ningún sitio.

El día del vuelo salimos con tiempo de sobra para llegar al aeropuerto. Mi padre es de esos a los que les gusta salir con el doble del tiempo necesario, por lo que pueda pasar; otra de sus cualidades que he heredado, a parte de la mala leche.

Nos llevamos mi coche y lo dejamos en el aeropuerto hasta la vuelta. Cuando llegamos, ni siquiera han puesto en las pantallas el número de nuestra puerta de embarque, pero nosotros ya estamos allí preparados para no perder ni un minuto.

¡Cualquier diría que tenemos muchas ganas de ver a nuestro bebé!

Empezamos a dar la nota ya desde el mismo momento en que tenemos que pasar el control de equipajes. Mi madre me ha metido en la mochila 2 kilos de jamón serrano y otros 2 kilos de choped para mi hermana, y me obligan a enseñar los manjares.

La chica del control se sonríe: «te falta el vino y el queso», me dice la cachonda.

A mi me dejan pasar con las zapatillas puestas pero a mi madre le obligan a quitarse los zapatos por si es una mula de estas que llevan la marihuana en los tacones.

Cuando pensamos que ya ha pasado lo peor, sin saber que llevábamos al enemigo con nosotros, esperamos a que avisen de cuál será nuestra puerta de embarque.

En el momento en que nos enteramos del número de la puerta, enfilamos el pasillo a todo correr, siguiendo al patriarca, que parece que le han puesto un cohete en el culo.

«Es que no quiero que me metan el equipaje en bodega», dice mi papá justificándose.

El hombre está traumatizado porque suele pasar que, cuando un vuelo está muy lleno, a algunos pasajeros se les obliga a dejar su equipaje de mano en la bodega del avión. Vale, es un engorro tener que esperar a que salgan las maletas, pero tampoco es el fin del mundo, ¿no?

Pero bueno, a nosotros eso no nos va a pasar…Nos van a pasar otras cosas…

Camino a la puerta de embarque, mi madre recuerda que no le ha comprado nada a su nieto y comenzamos la búsqueda del regalo perfecto. Al final, nos decantamos por un avioncito que suena imitando al despegue del avión, mientras se le encienden dos pilotos rojos en las alas.

No sabemos si será reglamentario para un bebé que no ha cumplido el año pero no hemos encontrado nada mejor.

Aún así, llegamos a la puerta de embarque los primeritos, nos ponemos debajo del cartel que pone «Ibiza» y esperamos los tres cuartos de hora que faltan hasta que abran.

 

Con papi- reencuentros

Mientras Manu y su suegro charlan y vigilan las maletas, mi madre y yo nos damos un paseo por el duty free como hace la mayoría, a gorronear perfumes y a criticar precios.

Cuando volvemos donde hemos dejado a nuestros hombres, la cola de gente que se ha formado detrás de ellos es ya bastante considerable. En cosa de 10 minutos hemos ocupado casi todo el pasillo con una larga cola que hemos podido evitar gracias a las prisas de mi papasito.

A ninguno se nos ocurrió cuestionar si estábamos bien colocados o no…

El azafato encargado del embarque llegó con la hora bastante pegada al culo y se puso a mover papeles detrás del mostrador. Fue en ese momento cuando uno de los hombres que guardaban la cola que habíamos formado espontáneamente, se acercó al mostrador y preguntó:

«¿A qué se debe esta cola si por ahí sólo embarcan los prioritarios? ¿La cola no se hace a un lado?»

«Pues eso digo yo», respondió el azafato.

Nos habíamos colocado delante del mostrador sin plantearnos siquiera que hubieses más colocaciones posibles, y todo el que iba llegando se iba colocando detrás de nosotros. Así que teníamos a todos los viajeros haciendo cola detrás de nosotros, sin sentido, y a los prioritarios preguntándose ¡qué narices estaba pasando allí!.

Cuando nos dimos cuenta de la que habíamos liado, nos echamos a reír y corrimos para colocarnos en el sitio que debíamos antes que los demás.

Tendría narices que después de haber llegado los primeros y llevar allí 45 minutos nos quitasen el primer puesto.

Al final…¡conseguimos entrar los primeros después de la cola de prioritarios!

«Esto lo voy a contar en facebook», le dije a mi padre entre carcajadas.

Él me miró amenazante y me dijo: «¡Ni se te ocurra!».

Así que como me ha prohibido que lo cuente en facebook he pensado que esta sería la mejor manera de hacerlo sin desobedecerle 🙂

El vuelo se produce entre turbulencias varias y gritos adolescentes, provocados por dichas turbulencias. A mi se me hace un vuelo eterno.

He tenido muchos reencuentros preciosos, y los que me quedan, pero este va a ser el más especial.

Nada más bajar del avión, mi padre, que sigue con el cohete en el culo, corre que se las pela para ser el primero en abrazar a su nieto.

Mi madre y yo, que necesitamos un baño porque en el avión estaba prohibido utilizarlos, no me preguntes por qué, llegamos un poquito después.

Dejo que todo el mundo salude a mi bebé mientras beso a mi hermana y cuñado, para poder disfrutarlo yo la última y que nadie me lo quite de las manos.

Me lo como a besos con suavidad, para que no me coja manía y vaya recuperando la confianza perdida. Enseguida quiere bajarse de mis brazos porque está en ese momento en el que empieza a experimentar con sus primeros pasitos.

 

Le pongo en el suelo, le agarro las manitas y dejo que camine por donde quiera mientras se ríe con una cara que enamoraría a cualquiera.

Mientras jugaba con mi bebé, alguien me saluda y me pregunta: «¿tú eres la del blog?»

¡Ostras! ¡No puede ser que me haya hecho famosa tan pronto!

Efectivamente, era una conocida de mi cuñado que me seguía por las veces que él comparte mis artículos en facebook. Para que comprendas lo importante que es compartir para que pueda llegar a más gente 🙂

Un besito para esa seguidora tan simpática que me hizo sonrojarme con sus palabras.

Al subir al coche, Aarón empieza a llorar desconsoladamente, no le gusta nada subirse en esa sillita. Así que mi madre usa sus armas de abuela y saca el avioncito que le ha comprado en el aeropuerto. Entre las lucecitas, el ruido y el berrinche de mi bebé, la liamos más parda todavía.

¡Creo que no le ha gustado el aparatejo!

Nos costará unos días darnos cuenta que se acabará convirtiendo en su juguete favorito.

Sin embargo, el tambor balinés que le ha traído su tita Tania le apasiona. No sólo no lo quiere soltar sino que lo hace sonar sin parar, como si hubiese estado usándolo toda la vida. ¡Menudo juego de muñeca tiene mi bebé!

El problema es cuando no sólo lo hace sonar agitándolo sino que te lo va estampando en la cabeza, porque entonces pasa a convertirse en un arma blanca peligrosa, como decía Susana  😉

Pero todo tiene su parte menos buena, porque hemos tenido que mandar a la mierda nuestras rutinas, por completo. Nada de acostarse temprano, ni de cenar antes de que se ponga el sol, ni de hacer ejercicio por las mañanas, ni de meditar, ni de nada de nada de lo que intentamos hacer habitualmente.

Pero ha merecido tanto la pena…

Mis padres, como siempre, haciéndose cargo de la parte económica que supone pasar 5 días en Ibiza con casi toda la familia. Nos han faltado Nuria y Sergio, a los que hemos echado mucho de menos, pero aún así ya éramos 6 adultos, un bebé y un perrito.

Y nosotros, intentando liberar a los papis de parte de la carga que supone tener a un bebé todo el tiempo encima, al mismo tiempo que trabajas.

Unos hacíamos la compra, otros cocinábamos, otros limpiábamos, otros cuidabábamos del bebé, otros sacábamos al perro a pasear…nos íbamos repartiendo tareas de la mejor manera para que nos diese tiempo a estar algún ratito en la playa.

Playa de figueretes- reencuentros

Aunque los primeros días el tiempo no acompañó mucho, al final hemos podido coger algo de sol. Algunos incluso se han bañado, lo que no ha sido mi caso claro. O estamos a 40 grados y el agua está a temperatura ambiente o yo no tengo narices a meterme en el agua.

El primer día que fuimos a la playa, Manu y yo nos quedamos solos con mi bebé. En cuanto le dejamos en la arena empezó a caminar agarrado a nuestras manos, directo al mar. Si no le paramos llega a Formentera con el pañal y todo.

Viendo que el día prometía y que era muy posible que pudiésemos darle su primer baño en agua salada, le quitamos el pañal y seguimos intentando que coja la confianza suficiente para seguir metiéndose en el agua. Pero si su tita no era capaz de mojarse más arriba de las rodillas iba a estar difícil que Aarón se pudiese bañar.

Como descarté lo de darle su primer baño por no morir congelados los dos, le sentamos en la arena a que experimentase, y ver qué hacía. Un niño un poco mayor que él que jugaba por allí con una pelota, se empeñó en lanzársela a mi bebé, que ni siquiera se podía sostener en pie solito.

Cuando el niño comprobó que Aarón todavía no era buen compañero de juegos, decidió que yo era la más adecuada para sustituirle (supongo que por cuestión de estatura) y no paró de perseguirme con la pelota hasta que su madre se la quitó.

¡Y menos mal!, porque a mi con el único bebé que me apetecía jugar era con el mío.

Después de llevar un rato jugando con la arena, empezó a ponerse tontorrón y tuvimos que cogerle en brazos. Pronto llegaron los papis y se lo llevaron para dormirle un rato.

Pero cuando realmente se dio su primer baño en el mar fue un par de días después, con su abuelo.

Manu y yo nos bajamos a la playa con el bebé nada más darle de merendar, sus papis estaban trabajando. Me hacía una ilusión tremenda pasar el último día con él en la playa.

Igual que el día anterior, corrió hacia el agua sin miedo pero no se atrevió a meterse tan deprisa. Creo que las olas le asustan un poco.

Pero cuando llegó su abuelo se lo llevó para dentro y se puso a jugar con él, dentro del agua de cara a la orilla. Ósea de culo al mar. Y en ello estaban cuando llegó una ola y mojó a mi bebé enterito porque el abuelo no se dio cuenta y lo levantó cuando ya se había mojado hasta arriba.

El pobrecito empezó a llorar del susto y ya no hubo forma de solventar aquello, así que lo cogí y estuve con él hasta que se durmió en mis brazos  😀 Era la hora de la siesta.

¡Han sido muchísimos momentos como este que no cambio por nada del mundo!

Estos días en Ibiza han sido fabulosos. Acostarme y despertarme viendo la carita de mi bebé ha sido de lo más bonito que me ha pasado en la vida. He podido darle de comer, cambiarle los pañales, dormirle, darle sus medicinas, jugar con él, ayudarle con sus primeros pasitos, meterle en el mar por primera vez…

¿Quién me iba a decir a mi que iba a estar tan enamorada de un bebé?

Cualquier cosa que hacía con él me parecía maravillosa. Hasta cuando lloraba torciendo el cuellito para atrás como la niña del exorcista me parecía el bebé más adorable del mundo.

La última noche, mientras Manu y Juanjosé paseaban con mi bebé y con el perrito, yo me quedé haciendo la cena: crema de verduras y revuelto de trigueros.

Por si aún no lo sabías, eso de los fogones no es mi especialidad, se me da mucho mejor cuidar bebés y ni siquiera lo sabía. Sin embargo, me encasquetaron a mi la cena, como si no me conocieran.

Yo, con la intención de hacer mucha crema de verduras para que a mi hermana le quedase para congelar, llené una olla grande casi hasta arriba de agua y le añadí: tres calabacines, tres rodajas de calabaza, dos ajos y una cebolla…

Cuando llegaron los hombrecitos de dar un paseo y se dieron cuenta de que en esa pedazo de olla flotaban unos cuantos trozos de verdura, dedujeron que acabarían cenando sopa verdosa con sabor a poco. ¡¿Quién os manda dejarme a mi cocinando?!

Pero como tengo un novio muy apañao, me quitó las manos de la masa y se puso él a arreglar el desaguisado. Acabamos cenando en condiciones a pesar de mi cagada…Es que yo sin thermomix no soy nadie…

No como mi cuñado Juanjosé que hace unas paellas para perder el conocimiento, a pesar de que le dijimos que el arroz con cosas estaba prohibido por un tiempo. Aunque no nos hizo ni puñetero caso, le salió una paella tan rica que nos faltó comernos la sartén.

Paellita rica- reencuentros

Sí, tengo un bebé precioso y es una pena que en la foto haya una botella que le tapa la cara, pero no creo que sea casualidad. A mí no me gusta poner fotos de bebés en internet tranquilamente, y no lo iba a hacer aunque a los papás no les importe.

Perdonadme por no poner más fotitos de este rubio precioso que me quita el sentido.

Esa noche me costó un poco más de la cuenta dormir a mi bebé. Quizá presentía que íbamos a estar bastante tiempo sin vernos, otra vez. O quizá yo no quería que se durmiese para poder disfrutar de él hasta el último momento.

Cuando parecía que ya estaba dormidito, de repente habría los ojos y me miraba sonriendo, como si me estuviese gastando una broma. Me daban ganas de comérmelo y no dejar ni un huesecito.

Al día siguiente nos levantamos muy pronto para coger el avión de vuelta.

Los reencuentros son muy bonitos y las despedidas un asco total. Ya no vuelvo a ver a mi bebé despierto hasta agosto, cuando volvamos para celebrar su primer cumple.

Le daría tantos besos que lo despertaría para veinte años, pero su mamá no me deja molestarle. Le sugiero a mi hermana que me deje llevármelo en la maleta pero no le convence la idea, y no me extraña teniendo en cuenta que tiene el bebé más bonito del mundo mundial.

¡Hasta pronto cogollito!

Como es habitual, llegamos al aeropuerto con tiempo suficiente para volver a colocarnos los primeros en la cola que sea, pero esta vez nos aseguramos de estar donde tenemos que estar.

Aún no hemos subido al avión y ya estoy echando de menos a mi bebé…

 

Como puedes comprobar, el «viaje» no se acaba nunca, porque presiento que voy a tardar mucho en volver a meterme en alguna rutina…

MUCHAS GRACIAS POR SEGUIR ACOMPAÑÁNDOME

Mi revolución ha empezado con un gran viaje e intentaré que siga siendo así.

UN ABRAZO y te agradezco enormemente si quieres comentarme algo

¡TE ESPERO!

 

 

favicon

Acerca de la autora

Tania Carrasco Cesteros

Ayudo a las mujeres con síndrome de Superwoman a recuperar su energía y su peso ideal para tener el cuerpo poderoso que les permita hacer frente a todos sus retos, sin estrés y desde el amor por sí mismas.

Interacciones con los lectores

Comentarios

  1. Laura dice

    Hola Tania! Ya veo que has disfrutado de lo lindo con tu sobrino (se te cae la baba y bastante, jeje, como a toda buena tita ☺️). Si eres así de feliz con tu sobri, imagínate lo que sentirías si fuese tu propio hijo… y es que es algo que no tiene explicación alguna. Cómo algo tan pequeño es capaz de llenarte por completo hasta el punto de no importarte nada más. ( o muy poco ??) Miles de besos desde los Linares!! ?????

    • Tania Carrasco Cesteros dice

      Lauriiii!! Se me cae la baba no, lo siguiente…Lo que no sé es qué pasaría si fuera mío…jajajajajajaj. Es un punto que aún no tengo del todo claro, y como me parece una decisión tan importante no quiero precipitarme. ¡Que sólo tengo 34 años! jajajajaajajajaajajajaja. Pero sí, no se me ocurre nada más bonito y más difícil a la vez, que ser mamá. Creo que voy a seguir viajando mejor…jejejejej
      Un abrazo enorme

  2. Irene dice

    Tu precioso sobri le arrancó una bola al tambor balines, cuando Juan se dió cuenta de que faltaba nos pusimos como locos a buscarla no fuese a tragársela o lo que es peor, meterla por la nariz! No aparecía por ningún sitio hasta que ha Juan de le ocurrió abrirle el puño ???ahí la tenía, bien guardadita esperando el momento de vete tú a saber dónde metérsela. Te echamos mucho de menos tita Tania a ver si llega pronto agosto!❤️

    • Tania Carrasco Cesteros dice

      No me digas??? No estaba esperando a ver dónde se la metía, estaba guardándola con mucho cariño hasta que llegase el día de que él mismo pudiese arreglarla…Estaba claro que a la velocidad con la que lo agitaba y lo estrellaba contra cualquier superficie no iba a tardar mucho tiempo en romperlo en pedazos…Habrá que comprarle cosas blanditas que no pueda destrozar tan fácilmente…
      Yo si que os echo de menos…La próxima vez tendrás que registrarme la maleta porque me lo llevo puesto.
      UN SÚPER ABRAZO PARA LOS 4!!!!!!!

  3. Maria Luisa DG dice

    Después de leer esto, yo también tengo ganas de conocer a tu precioso sobri!!!
    Tranquila que cuando menos lo esperes, le ves la carita otra vez!!! Además, el resto también queremos disfrutar de ti!!

    Y si no tenéis casa en Linares no pasa nada porque tenéis en Jaén para cuando queráis y necesitéis.

    Un beso preciososss

    • Tania Carrasco Cesteros dice

      Gracias mi niña!
      Pues ojalá pudieseis conocer a mi bebé porque es la cosa más bonita que tengo!
      Lástima no tener jet privado para poder presentarme en Ibiza cuando me diese la gana…Voy a tener que ahorrar mucho.
      Respecto a lo de la casa, ahora mismo está el tema controlado, pero te tomo la palabra por si acaso, que nunca se sabe.
      Un súper abrazo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *