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DEFINITIVAMENTE, NO NOS GUSTA KATMANDÚ

Sería una necia si no reconociese la belleza de Katmandú y una hipócrita si te dijese que me gustaría volver aquí.

Abandonar Nagarkot para volver a Katmandú nos molesta un poco.

Desde las montañas, donde hemos pasado estos dos últimos días, se aprecia perfectamente la nube de polución que cubre Katmandú.

Casi lo mismo que se ve cuando vas por la A4 llegando a Madrid.

¡Ay mi Madrid! Tan limpio, tan ordenado…

En fin…

El llevar sin comer nada consistente, a parte de las mandarinas insípidas, desde las 3 de la tarde del día anterior, nos hace ir a desayunar a un restaurante turístico.

Sabemos que nos saldrá más caro pero yo tengo antojo de fruta con muesli, yogurt y miel. Y eso en los sitios locales no lo encuentras.

Pasamos al restaurante y pedimos una mesa con vistas.

Manu se pide desayuno nepalí (tortilla francesa, patatas cocidas con especias y pan) y yo soy feliz con mi tazón de fruta, yogurt y muesli.

¡Nos sienta genial!

Al llegar a la parada de bus, el vehículo está a punto de ponerse en marcha.

Las mochilas no caben en el portaequipajes, pero como el bus está medio vacío, las colocamos en dos asientos.

El problema viene cuando en la siguiente parada se llena hasta arriba y tienes que ponerte la mochila encima.

Para que os hagáis una idea de la separación entre nuestros asientos y los de delante, mis rodillas quedaban a medio centímetro de estos.

Teniendo en cuenta mi escasa estatura y el volumen de nuestras mochilas, quedamos totalmente emparedados debajo de ellas.

La música india a toda pastilla, carretera con curvas importantes, ventanas abiertas para que entre bien el polvo, las mochilas encima nuestra, el bus repleto de gente…

Me puse a pensar en cosas bonitas porque estaba al borde de un ataque de claustrofobia.

Menos mal que el viaje hasta Bhaktapur no duró más de media hora.

Allí teníamos que coger otro bus hasta Katmandú, donde Marco ya nos esperaba para comer.

Un muchacho de los que capta gente para los buses nos llama la atención.

Le decimos donde vamos y nos dice que su autobus va para allá.

Lo de «captar gente para los buses» es literal. Debe ser algo parecido a cuando te captan para entrar en una secta.

Da igual donde vayas, ellos siempre van donde tú.

Hasta que te montas y entonces es otra cosa.

«No, es que primero paso por no sé dónde…»

«No, es que yo te dejo aquí y tú te coges otro bus hasta allí…»

Aquí todo va a comisión. Cuanta más gente captes para el bus, más pasta ganas. Sencillo.

Cuando subimos al bus, el conductor y dos muchachos más nos saludan.

Nos percatamos de lo jovencísimo que es el conductor y le preguntamos la edad.

«¡18!», dice.

No te lo crees tú, ni soñando.

La inseguridad que nos genera ese nene conduciendo un bus por esas carreteras imposibles, nos hace volver a coger las mochilas y bajarnos directamente.

Casi mejor gastarte la pasta en un taxi que jugarte la vida a lo tonto porque este niño quiera jugar a ser autobusero.

A los 10 minutos ya íbamos en otro autobus camino de Katmandú.

Aunque conseguimos asientos, el bus se llena muchísimo y le cedemos el lugar a unas señoras.

Lo rechazan amablemente, porque se bajaban enseguida.

Pero una listilla, que no se había dado cuenta de que tenemos bastante más educación que ella, viene a regañarnos por no ceder el asiento.

Las señoras a las que se lo habíamos cedido, la corrigen, y no le queda más remedio que darse la vuelta y tragarse sus palabras.

Llegamos a Katmandú sin más remedio y vamos a buscar alojamiento para esa noche.

Un señor nos intercepta por la calle para ofrecernos su hostal.

Como el precio que nos da nos gusta bastante, le preguntamos si también está limpio y nos dice que sí con contundencia.

Hay que tener en cuenta siempre que esa pregunta es una absurdez. Para ellos está limpísimo todo.

Cuando entramos a la habitación nos parece que no está del todo mal, para el precio que tiene. Total, es sólo una noche y madrugaremos mucho.

El señor nos confirma que tenemos wifi y agua caliente 24 horas y no lo pensamos… ¡Aceptamos barco!

Si hubiésemos visto antes ese truño que flotaba en la taza del váter…

Sin embargo, como vamos estando curtidos en batalla, antes de ponernos cómodos comprobamos el agua caliente.

¡Fría como el hielo que salía la cabrona!

Bajamos a decirle al muchacho de la recepción que qué pasa con el agua caliente y nos dice que no hay. Que el agua caliente es en los baños de arriba.

¡Pues ale, aquí te quedas con tu truño!

Al salir de aquel hostal y andar cuatro pasos, ya tenemos a otro captador de turistas que nos ofrece el suyo.

Como nos pilla de camino vamos a verlo.

Por el mismo precio que antes nos da una habitación un poquito mejor.

No hay nada flotando en el wc y la chica de la recepción me parece agradable. Comprobamos el agua caliente y parece que funciona.

Para un rato que vamos a estar tampoco necesitamos mucho más.

Dejamos las mochilas, rellenamos los papeles correspondientes y vamos a comer con Marco.

La única razón por la que nos hacía algo de ilusión volver a Katmandú era para volver a degustar la comida de Rima.

lo mejor de Katmandú

Rima y su marido son un matrimonio nepalí que tienen un barecito local muy pequeño.

En uno de los últimos post publiqué una foto con ellos.

Son lentísimos porque hacen la comida en el momento en que la pides, por orden estricta de aparición en el local pero baratísimo y muy bueno.

Además son personas súper agradables y serviciales.

Da igual si tienes que esperar una hora para que te sirvan, se lo merecen.

Cuando llegamos se alegran de vernos y nos invitan a sentarnos. Marco llega en ese mismo momento.

Comemos muy bien e intercambiamos impresiones de estos días sin vernos.

También necesitamos ideas para movernos por Thailandia y Marco se las sabe todas.

De vuelta al hostal, para reposar la comida y preparar el viaje de mañana, me da por ducharme.

Digo «me da por ducharme» porque es algo que no suelo hacer a media tarde. Tengo la costumbre de hacerlo por la noche para dormir limpita, o por la mañana si la cama es más sucia que «la pata un pollo».

Hago lo que se suele hacer en estos casos: me desnudo, me pongo las chanclas de playa, me meto al baño con la toalla, cuelgo la toalla donde puedo e intento regular la temperatura del agua, antes de meterme debajo de ella.

Como el wc lo tengo a 2 milímetros, para no estar parada mientras se regula el agua, echo una meadita y aprovecho el tiempo.

¡Tengo que solucionar esto de no saber estar simplemente esperando!

El pipí me corre por la pierna porque para qué me voy a limpiar si estoy en la ducha, ahora me lavo.

Pero el tiempo pasa, el pipí me corre pierna abajo y el agua caliente no sale.

Mientras lo sigo intentando…¡se corta el agua!

¡¡¡¡¡¡Manuuuuuuuuuuu!!!!!!!

El pobre mío le da a todos los botones, gira todos los grifos, mira por todos lados y allí no sale ni gota.

Estoy desnuda y meada en un «baño congelador» y habrá que llamar a alguien para que venga a arreglar esto.

Me pongo la toalla intentando no mojarla de pipí y Manu baja a la recepción.

¡Qué casualidad que se había acabajo el agua oye!

Le dan a no sé qué botón de no sé qué vidón y empieza a salir algo.

Pero yo ya no me quito la toalla hasta que Manu no me regule el agua. Bien caliente, por favor.

Hasta que aquello no parece un baño turco no me atrevo a volver a desnudarme.

Me meto bajo el chorrito y cuando ya estoy mojada el agua vuelve a salir fresquita.

Manu entra corriendo a regulármela pero va pasando de la ebullición a la temperatura de la nieve sin pasar por el término medio.

Mojada de arriba abajo, con un frío que pela y el agua que no se regula ni a golpes.

Cuando por fin lo conseguimos, me enjabono corriendo la cabeza para tardar lo menos posible.

Es en este momento en el cual te cae una gota de champú sobre un ojo y con el otro ojo buscas la ducha para enjuagarte, cuando se vuelve a cortar el agua.

Pero no pierdo la calma y me digo a mí misma:

«Que calentito se está aquí, qué comodidad, qué ducha más buena…»

Manu sabe que de un momento a otro ese buen rollo va a pasar a ser:

«Voy a matar al dueño del hostal, al alcalde de Katmandú y voy a poner una bomba en el Buda más grande que haya…»

El problema no termina de arreglarse, así que mientras me ducho como los gatos Manu me ayuda con los grifos.

Yo me enjabono cuando sale fría mientras él sujeta el grifo, me enjuago cuando se calienta un poquito, me vuelvo a frotar cuando sale hirviendo, me enguajo cuando se regula otro poquito…y así transcurre mi ducha de hoy.

¡Qué ganas tengo de llegar a Pokhara!

Llevo 5 días con la misma ropa. Los tangas y los calcetines sí me los cambio, de vez en cuando. Teniendo en cuenta que aquí todo es polvo, si sacudo las mallas estornudáis en España.

Quedarte poco tiempo en sitios donde hace frío, imposibilita los temas de lavandería porque a la ropa no le da tiempo a secarse.

Por eso mañana, en cuanto lleguemos a Phokara, lo primero será buscar un sitio donde nos hagan una buena «laundry» y volver a ser personas decentes.

Y si no decente, al menos limpias.

Vamos a salir a cenar que con la comida de Rima se me olvida lo de la ducha, seguro.

Llegamos al restaurante pero Marco tarda un poquito más.

Mientras esperamos a Marco llega Álex. ¿Os acordáis de aquel catalán que encontramos hace días en el mismo restaurante?

Por las casualidades de la vida, Álex y Marco ya se habían conocido meses atrás en Thailandia.

Cenamos los cuatro y nos despedimos porque nos volvemos a separar de nuevo.

Manu y yo nos vamos a Pokhara y Marco se quedará en Katmandú.

Auguro que no será una noche muy buena porque no nos ha convencido mucho la cama, pero serán sólo unas horas. Duerma o no, sé que me levantaré feliz con la idea de salir de esta ciudad.

HASTA MAÑANA CORAZONES

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Acerca de la autora

Tania Carrasco Cesteros

Ayudo a las mujeres con síndrome de Superwoman a recuperar su energía y su peso ideal para tener el cuerpo poderoso que les permita hacer frente a todos sus retos, sin estrés y desde el amor por sí mismas.

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Comentarios

  1. Francisca dice

    Has conseguido q m de frío!!!!Llevo todo el día currando,cinco de esas horas en la pista,el.frío de hoy ha sido de trofeo…He seguido x la tarde,pilates,ducha y por fin calentita en brasero…q agobio de sitio!!Q escozor de ojos…???

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