Algo nacía en mi interior en forma de cambio profundo y viaje sin retorno. El viaje de mi vida quizá…
-“Cariño, quiero cerrar el negocio e irme a viajar por el mundo. Me encantaría que hicieses conmigo este viaje…»
Y algo así pudo ser el inicio de una conversación que ninguno recordamos muy bien. Para él fue una sorpresa, y para mí, que tenía tan claro lo de hacer un gran viaje, fue soltar lastre, deshacerme de aquello que llevaba ya un tiempo guardando para mí misma.
Un día de trabajo cualquiera de hace ya más de un año, al abrir la persiana metálica de la puerta de mi negocio, me estaba esperando una alumna muy peculiar: una lagartija. Aún no había llegado la época en la que estos preciosos animalitos llenan nuestras paredes con sus sinuosas figuras. Sin embargo, allí estaba ella, tranquila, preciosa.
Empecé mi jornada como cualquier otra, mientras Nagual (nombre con el que bauticé a mi nueva amiga) seguía allí quietecita, impertérrita, como si alguien le hubiese dado órdenes de hacer de guardiana. Así un día tras otros durante varias semanas. Yo hablaba con ella, le preguntaba por el motivo de su visita. Intentaba hacerlo cuando no hubiese nadie, no me apetecía perder clientes cuando se diesen cuenta de que se me había ido la cabeza. Por si aún quedaba alguien que no se hubiese dado cuenta ya.
Me encantaba su presencia, ya era parte del decorado de mi negocio, pero me inquietaba al mismo tiempo. Había venido a decirme algo y no adivinaba el qué.
En la misma época que tuve este agradable visitante, mis noches se llenaban de sueños extraños donde siempre se acababa el mundo. Una cosa llevó a la otra, empecé a investigar el significado de estos acontecimientos, y acabé llegando a la conclusión de que el universo me pedía un cambio. Lo curioso es que yo también había empezado a notarlo en mi interior. Las piezas empezaban a moverse.
Y como no me conocéis mucho todavía, os diré que cuando se me mete algo en la cabeza…Así que eso empezó a dar vueltas todo el día, a tomar formas y caminos diferentes, a convertirse en una obsesión, que poco a poco maduraba.
No me podía callar mucho tiempo porque si ya estaba dentro de mi cabeza pronto tendría que estar fuera también, así que enseguida se lo conté a mi chico. Él, que acababa de ser contratado en un trabajo que llevaba tiempo esperando encontrar, ilusionado con la nueva etapa que iba a emprender, anonadado: “Nena, y tiene que ser ahora joder?!”.
Tras una pequeña conversación donde expliqué mis puntos de vista y mi intención de cambiar el rumbo de mi vida, al menos por unos meses, reflexionó: “¿Te vas a ir conmigo o sin mí, verdad?”.
Efectivamente, sería una pena pero…es que se me ha metido eso en la cabeza. Se me podía haber metido comprarte un Ferrari, pero no.
Nos costó algún tiempo salir del bache: que si te vas a ir sin mí, que si me voy contigo, que si no quiero que te vengas conmigo sino que quiero que quieras venirte, que si yo me quedo, que si quieres que te secuestre, etc etc etc.
Seguimos así algunos meses más…
Pero yo sabía que el viaje de mi vida acababa de comenzar.
Interacciones con los lectores