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ELLA: UN PORCENTAJE DE BLANQUITOS EXCESIVO

Después del retiro y de pasar dos noches en Kandy de nuevo, visitamos un pueblo de unos 3000 habitantes llamado ELLA.

Camino de la estación para coger el tren, paramos a desayunar en un «hotel» (así llaman a los restaurantes) muy típico, con pinta de muy de la tierra.

Le pedimos al camarero lo mismo que están tomando los de al lado, y acabamos desayunando comida típica srilankesa, riquísima, baratísima, y sin nada de arroz.

Rotti se llama, y es una especie de masa que preparan de diferentes maneras, con una salsa para mojar, en este caso de lentejas, que te deja lista para pasar el día.

Sorprendentemente nos ponen servilletas, que es una señal de que estamos en un sitio de caché.

No sé qué les pasa aquí con el tema del papel, pero deducimos que es un artículo de lujo. Con decirte que el papel higiénico lo venden de rollo en rollo…?

Y bueno, a lo que he llamado servilletas es a trozos de cuartilla como de papel de periódico, pero sin letras.

Que cuando te las ponen con letras es una movida. Me dió por limpiarme el sudor un día con dichas servilletas y me puse la cara negra?.

Después de mega desayuno por poco más de 2€, seguimos nuestro camino a la estación.

Habíamos comprado 2 billetes en tercera clase, para ahorrarnos un dinerillo, y cuando llegamos a la estación, la zona en la que teníamos que esperar está repleta de blanquitos.

Ni un autóctono. Sólo blanquitos y blanquitas, con grandes mochilas y grandes maletas, para subir al mismo tren que nosotros.

Me llama la atención que soy la única que ha hecho caso a lo de ser discreta en la vestimenta. Aquí los mini short, las mini faldas y los escotes, están a la orden del día.

Y yo, con pintas de monja mochilera. Con mis pantalones pirata y mis camisetas sencillas de manga corta, con el escotazo que yo tengo.

Subimos al tren ilusionados, porque nos han dicho que el paisaje en el tren es espectacular.

Se nos acaba la ilusión pronto porque no nos toca ventanilla a ninguno de los dos?

Nos toca sentarnos al lado de las pocas personas oscuritas del tren, una abuela muy arregladita y su nieta. Las dos cada una en una ventanilla, durmiéndose a chorros, y pegando cabezadas contra el marco de la ventana.

La nieta era joven, pero la abuelilla no sé cómo superó aquello sin traumatismo craneoencefálico severo.

¡Leches! Si os vais a dormir dejadnos la ventana a nostotros…

Pero creo que no leían el pensamiento…

No sabemos muy bien dónde irían estas mujeres, pero la abuela llevaba un shari (el traje típico de aquí, que normalmente deja entrever la lorcilla de la cintura) en un rosa con blanco y dibujos rojos con purpurina, que cuando me levanté del asiento me la había pasado toda a mí.

Me convertí de repente en una monja mochilera con unas mallas de decathlon llenas de purpurina roja.

El caso es que la señora, cuando estaba despierta, parecía simpática. Me daba mucha ternura ver a esa nieta viajando con su abuela, y me recordaba a los momentos en que yo también había tenido cerca a mis abuelas?

El viaje era largo, unas 6 horas, así que en cada parada los vendedores ambulantes se acercaban a las ventanillas a sacar el jornal.

La señora compró una bolsa de plástico rellena de trozos de manzana, que quiso compartir con nosotros.

Declinamos el ofrecimiento porque ya llevábamos nuestra propia comida, y nos pusimos todos a comer.

Es cierto que aunque no nos había tocado ventanilla, el paisaje era precioso. De vez en cuando buscábamos una puerta abierta para acercarnos y hacer alguna fotillo.

Cuando por fin llegamos a Ella, bajamos todos los blanquitos en tropel, en busca de alojamiento.

Al llegar a la calle principal del pueblo, los locales llenos de luces de Navidad y llenos de gente blanca, nos dan más ganas de volver a coger el tren a otro sitio que de buscar alojamiento para quedarnos.

Es la primera vez desde que estamos en Sri Lanka que no nos sentimos extranjeros y eso, lejos de gustarnos, no nos hace mucha gracia.

El hecho de estar en un sitio tan turístico implica una subida de precios importante y dificulta conocer una cultura aún con mucho que ofrecer.

Pero bueno…ya que estamos aquí…

Suponemos que casi todos estos blanquitos llevan el alojamiento reservado, porque les veíamos entrar a tiro hecho en diferentes sitios, sin pensarlo mucho.

Nosotros, que nos hemos tomado en serio lo de regatear para conseguir un mejor precio, nunca reservamos.

Miramos por internet los sitios que nos pueden encajar y luego nos los pateamos todos, viendo las habitaciones primero y regateando el precio después.

En Ella no fue diferente, y vimos varios sitios sin mucha suerte.

Cuando ya se nos había echado la noche encima, Manu encuentra por internet un sitio que no habíamos visto antes y lo buscamos.

El gps y los carteles nos ponen frente a una cuesta gigante, de barro y piedra, iluminada con alguna lucecita y que no invita mucho a ser inspeccionada, pero como las indicaciones nos mandan por ahí, allá que vamos.

Enfilamos el cuestorro con las mochilas, y a medio camino nos damos la vuelta, nos resulta insólito que haya un hostal por aquí.

Al disponernos a bajar, dos señoras que venían por detrás nos preguntan si necesitamos habitación y les decimos lo que estábamos buscando.

¡Era la dueña del albergue que queríamos!?

Así que íbamos por el camino correcto, y volvemos a enfilar la cuesta trás ellas, que parecían no inmutarse mientras nosotros estábamos a punto de echar el fritanga de la comida.

Nos enseñan las habitaciones, que nos gustan bastante, negociamos, y finalmente nos quedamos.

Lo bueno de la cuesta es que desde la terraza de la habitación las vistas de la ciudad no están nada mal.

Desde el primer momento le vemos muchas ventajas a esta decisión y nos sentimos triunfadores: la cama es enorme y está limpia, es el primer baño donde pondríamos el culete en la taza sin forrarlo de papel, las vistas son preciosas, nos invitan a té y la dueña nos cae bien desde el primer momento ?

Cuando después de pensar si la habitación de arriba o la de abajo, y decantarnos por la de las vistas, subimos a dejar las cosas y darnos una ducha, nos sorprende la cantidad de libélulas que hay.

Era como una plaga de libélulas pequeñas que lo llenaban todo, pero bueno, como no pensábamos dormir en la terraza no le dimos importancia.

Se la empezamos a dar cuando encendemos la luz y se nos llena la habitación de los dichosos bichejos.

¿¡Pero cómo!? ¿Por dónde han pasado??

Nos quedamos un poco sorprendidos porque había montones, cuando descubrimos que las ventanas, por arriba, están abiertas. La madera hace un dibujo que comunica la habitación con el exterior y por ahí es por donde entran.

¡Estupendo!

Cuando acabamos de flipar y de intentar echarlas sin éxito, Manu baja a pedir cambio de habitación y justo en ese momento acababan de alquilar la de abajo.

Pedimos una explicación y periódicos para tapar los huecos de las ventanas.

La señora nos dice que no se sabe por qué, pero que algunos días estas mariposejas vienen diez minutos y luego desaparecen.

¡Y nos ha tenido que tocar a nosotros oye!

El caso es que era cierto, al rato, ya no había ni una…Una cosa muy rara.

Aún así, tapamos los huecos de las ventanas porque por ahí entraban elefantes, y nos vamos a cenar.

Como os decía antes, el hecho de estar en un sitio muy turístico dispara los precios, y pagamos la novatada.

Fue la cena más cara de todo el tiempo que llevamos aquí (y aún así fueron alrededor de 6€ solamente).

No recuerdo si os he contado alguna vez lo de los murciélagos gigantes de este país…Y cuando digo gigantes es porque parecen cigueñas.

He flipado porque los puedes encontrar por todas partes, boca abajo en los cables de electricidad, chumascados los idiotas.

Eso da un poquito de asquete, sí que es cierto, pero no más que los baños en los que he tenido que hacer mis cosas.

De vuelta a la habitación, toca subir la cuesta otra vez, hace más cuenta comprar provisones para no tener que salir de allí.

Queremos acostarnos pronto y mañana coger una motillo para recorrer la zona.

En la habitación hace un poco de frío pero esto con una ducha caliente se arregla. Cuando me meto a la ducha, el agua caliente no va. Cuando se ducha Manué se percata de que hay que darle a tope a la fría para que salga caliente. ¡Magnífico!

Dormimos bien, tengo que sacar el saco pero bueno…Y después de alquilar la moto y echar gasolina, paramos a desayunar a las afueras y…¡nuevo triunfo!

Al alejarnos de la zona turística y entrar en uno de esos sitios a los que no entrarías jamás si estuvieras en España, te encuentras con otro de esos desayunos alucinantes y típicos, súper baratos y riquísimos.

Eso sí, cada vez que pregunto por el baño y me acompañan por medio del monte, bajando y subiendo cuestas, a un cuartucho sin luz con un agujero en el suelo, alucino pepinillos.

Pasamos un día muy agradable y vemos muchas cositas interesantes. Ir en moto, despacio, disfrutando de los paisajes que hay por aquí, sin preocupaciones de ningún tipo, es una maravilla☺

No comemos mal, y ya cansados, volvemos a casa que os quiero escribir desde esta terraza con vistas que tengo hoy.

Ella

Además, sabiendo lo del agua caliente hoy me toca ducha larga.

No pensamos cenar, hemos comprado galletas y no nos dan las piernas para volver a bajar y subir la cuesta, y mañana muy temprano salimos para la playa.

La intención es quedarnos en la costa todo el tiempo que nos queda en Sri Lanka.

Ya os iremos contando.

Comentad cositas y leer las demás secciones porfi. Están hechas con el mismo amor que esta, aunque no sean tan divertidas ?

OS QUIERO

 

 

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Acerca de la autora

Tania Carrasco Cesteros

Ayudo a las mujeres con síndrome de Superwoman a recuperar su energía y su peso ideal para tener el cuerpo poderoso que les permita hacer frente a todos sus retos, sin estrés y desde el amor por sí mismas.

Interacciones con los lectores

Comentarios

  1. Eva y Juan dice

    Tania me encanta leer tus aventuras. Eres muy positiva, nunca lo he dudado. Me pregunto yo, como tan pequeñita puedes ser tan fuerte, valiente y vital!!! Eres muy especial.
    Deseando de saber muuuuucho más de tus meditaciones y de todo, no tardes en escribir!!! Y muuuuchas fotos!!!
    Y recuerda que el dolor SE PASA!!!
    Te queremos!!!

    • Tania Carrasco Cesteros dice

      Cariño, qué ilusión un mensaje de parte de los dos!
      Si, por suerte o por desgracia todo pasa, así cada día es nuevo y cada experiencia otra lección diferente.
      Yo también os quiero mucho.
      Muchísimas gracias por acordaos de mí y seguirme también en esta etapa.
      UN ABRAZO ENORME

  2. Francisca dice

    A ver…galletas para cenar???Yo soy la de las tortas,palmeras,magdalenas…pero tú???Tania María…q está haciendo el arroz con cosas contigo??????? Después de la sanguijuela en la ingle(q estoy esperando ansiosa esa aventura…)butterflies a tí!!!!M alegra mucho q esté más q feliz con tu decisión.Mil besos para los dos.

    • Tania Carrasco Cesteros dice

      jajajajajajajajjaja las comidas son heavys pero las cenas están siendo un despropósito. Ayer comimos tanto arroz con cosas al medio día que luego no podíamos ni cenar…
      Y las galletas tía, es que están por todos lados, en mil variedades, todas riquísimas y baratísimas…¡Me pasaría comiendo galletas todo el día!

      • Francisca dice

        Tanita…están dignas d mis palmeras de chocolate y magdalenones?M estás asustando…q porquería estarás comiendo…y Manu…cuánto ha adelgazado????

        • Tania Carrasco Cesteros dice

          La verdad es que están realmente ricas, aunque yo ya no sé si estoy perdiendo el criterio…
          Casi todo me sabe riquísimo cuando no lleva arroz…jjjejejejej
          Manu ha adelegazado un poco sí, pero no creo que más de un kilillo o dos eh

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