20161122 112322 600x350

INTENSO DÍA EN CHENNAI

¡Ay madre como nos hayan robado las mochilas…!

Tardamos muy poco en ver la iglesia, yo no podía parar de pensar que acabábamos de dejar las mochilas en un tuktuk con un señor que acabábamos de conocer y que nos habría vendido un riñón si hubiese podido.

Salimos de la iglesia pitando y…¡qué alivio!

Ahí estaba el muchacho esperándonos con nuestro equipaje.

Nos llevó a visitar varios templos de las diferentes religiones y como había que descalzarse para pasar, también dejábamos las botas en el tuk tuk.

No sólo dejábamos las mochilas con todas nuestras cosas sino también 500 euros de bota…¡el colmo de los colmos!

Veíamos los templos como el que saluda al vecino: 2 minutos y medio en cada lugar por el miedo a salir y no encontrar a nuestro amigo con nuestras cosas.

Las visitas finales fueron a tiendas de turistas.

Tiendas de estas donde te cuesta un imán para la nevera como un diente de oro. Lo siento mamá, estoy intentando lo de los imanes pero no sé yo.

Nos resultaba un poco vergonzoso tener que entrar a todas las tiendas, sabiendo que no íbamos a comprar absolutamente nada.

Cuando veíamos que a los dependientes se les iluminaba la cara cuando nos veían pasar, aumentaba nuestra vergüenza.

Y dirés, ¿para qué entrábais entonces?

Pues porque nuestro amigo el tuktukero nos contó que aunque no comprásemos nada a él siempre le obsequiaban con algo por haber llevado posibles clientes.

Nos estábamos haciendo un favor mutuo realmente.

Él nos cobró muy barata la carrera y nosotros le ayudábamos con sus negocios.

En uno de los templos se bajó a hacerse fotos con nosotros, pero creo que Manué le estorbaba. El chaval se pegaba a mí como si no hubiese visto una mujer en su vida y dejaba a Manu a un lado de la foto.

Tania y Manu en un templo budista

Sobre las 12 del medio día nos dejó cerca de donde teníamos que coger el autobus.

Intercambiamos teléfonos y facebooks y le dimos un poco más de dinero por haberse portado tan bien.

Hasta ahora no hemos hecho más que encontrar gente encantadora. 

Como no tenemos nada que hacer (Chennai no tiene mucho que ver) ni nos apetece después de un viaje tan largo, buscamos un sitio para sentarnos y descansar.

No hay parques, ni bancos, ni cerquillos, así que encontramos una parada de bus y allá que ponemos el culete.

Vemos pasar los minutos haciendo hora para comer. Jugamos a las palabras encadenadas, al scatergories y al «veo veo» y cuando dan las 2 nos vamos a comer.

Nos metemos en un sitio típico, sin turistas y sin nadie que hable inglés. Pedimos a duras penas lo que está comieno la mayoría y degustamos nuestro delicioso plato de arroz con cosas picante de narices.

Mi amolcito, cada vez que come picante suda como un condenao, por no hablar de que lleva días «suelto como gavete» (ni sé cómo se escribe ni lo que significa pero en la canción quedaba muy molón)…pero no deja de meter la lengua en todo lo picante que se va encontrando.

Cuando los camareros lo ven se descojonan, mientras yo le limpio el sudor con el papel higiénico que llevo siempre en la mochila, por si acaso. 

Al acabar de comer, volvemos a la parada del bus a seguir esperando que llegue la hora de coger el nuestro.

Es ahora donde intentan timarnos por primera vez.

Un chavalito rapado se sienta a nuestro lado muy simpático y empieza a preguntarnos cosas. Cuando considera que ha establecido un nivel de confianza suficiente, nos dice que tiene dinero de Qatar que no puede cambiar.

Nos enseña el billete y nos pide que se lo cambiemos.

Nos echamos a reír y decimos un par de palabras que repetimos millones de veces al día acompañadas de una gran sonrisa: «no, zenkiu».

Como acabamos de comer y en los baños del restaurante no se me hubiese ocurrido nunca pasar a lavarme los dientes, decido hacerlo en la calle.

Primero me aseguro de que no hay ningún cartel que dice: «prohibido mear, defecar y lavarse los dientes en la calle», y empiezo con mi ritual.

Saco la seda dental, que es un producto sin el que no podría vivir, y voy diente por diente.

Observo que el tuktukero que tengo en frente me mira sorprendido.

Cuando lleva un rato mirándome me hace gestos como para que le explique qué carajo estoy haciendo.

Yo pensaba: «pues verás cuando saque de la cajita el invisalign (ortodoncia moderna de quita y pon) y me ponga a darle cepillazos para encajármela luego en los dientes».

Efectivamente, cuando doy por conluída la limpieza de mi dentadura y empiezo a limpiar el aparato, el tuktukero con los ojos como platos.

Dan las 4:30 de la tarde y aunque el bus no sale hasta las 6 nos vamos a la empresa donde lo hemos reservado y nos sentamos otro ratito.

Las 5 personas que allí había, a cual más simpática, nos hacen entender que es un país como todos: la mayoría es gente buena y agradable y luego hay un porcentaje de gilipollas, que en este país se concentran todos en esta empresa. 

Pedimos wifi para avisar a la familia de que estamos bien, nos dicen que no. Pedimos baño porque nos estamos orinando, nos dicen que tampoco…

El ambiente súper raro, ni nos miran. Nos contestan a las preguntas de milagro. Empezamos a temer que pueda ser un timo y nuestro bus no aparezca jamás. 

Cerca de las 6 llega un muchacho que se sienta a nuestro lado y aprovechamos para preguntarle.

El chico súper simpático nos explica todo aquello que habíamos intentado que nos explicasen los de la empresa.

Resulta que el bus no sale a las 6. A las 6 nos recoge una furgoneta que nos lleva al sitio de donde sale el bus, a las 7:30.

Intenta interceder por nosotros para que podamos usar el baño pero tampoco lo consigue.

Nos deja más tranquilos darnos cuenta de que esta gente es igual de gilipollas con todo el mundo, no sólo con nosotros.

De todas formas, el muchacho nos dice que no nos preocupemos porque donde nos deja la furgoneta hay baño y podremos usarlo.

Cuando la furgoneta nos lleva a aquel sitio y buscamos corriendo el baño, a mí me da tiempo, pero por poco nos vamos sin Manué.

Me obligan a subirme al bus, muy estresados, mientras se pone en marcha y Manué no ha salido del baño.

Por mis narices que como esto empiece a acelerar me cargo al conductor, recojo a Manué y ya veremos cómo llegamos a Kerala luego.

Al final Manué tuvo que mear en las escalera que subían al baño porque había alguien dentro y se había dado cuenta de que los del autobus estaban nerviosos por irse.

Ya en marcha, nos cuesta unos minutos relajarnos.

Llevamos dos días de viaje, sin dormir bien y sin asearnos. Habíamos cogido un bus nocturno con asientos reclinables para usar la noche durmiendo y no perder más tiempo con los viajes.

Pero cuando estamos dentro no nos parece tan buen idea.

La comodidad brilla por su ausencia. Los mosquitos están por todas partes y estamos en los asientos de delante, donde ponen una peli en su idioma y el altavoz lo tenemos a medio metro. 

Después de cenarnos unas maravillosas galletas de chocolate, intentamos dormir.

Estamos tan cansados que a pesar de las incomodidades lo logramos.

Son las 7:30 de la tarde y no llegamos a Kerala hasta las 8 de la mañana del día siguiente.

¡Damos mucho asquete!

Menos mal que dormimos suficiente para llegar casi en plena forma y buscar durante horas un sitio decente para dormir.

Como siempre miramos y remiramos hasta que lo encontramos.

Nada que ver con la Dolce Vita pero bueno…

Tanto buscar nos ha hecho darnos cuenta de un cosa referente a los «beach resorts» (resorts en la playa).

Cuando a tí en España te hablan de un resort en la playa te imaginas un complejo turístico de la leche, en plena arena, con vistas al mar y con hotel 5 estrellas.

Aquí, un beach resort es un hotelucho un poco más grande de lo normal donde pagas 3 veces más de la cuenta y donde, si tienes suerte, la playa te pilla a 3 km.

Tienen un concepto erróneo de resort en la playa, por no hablar de publicidad engañosa.

Ponte que reservas por booking tu resort en la playa y cuando llegas te encuentras con eso…¡para morirse!

Vamos a dejar el equipaje por dios, a darnos una ducha y a ver lo que nos depara el día.

Salimos de Dolce Vita el lunes por la mañana y hemos llegado a nuestro destino el miércoles por la mañana.

¡Merecemos un gran día!

Pronto os cuento más…

ABRAZOS Y BESOS A TUTIPLÉN

 

favicon

Acerca de la autora

Tania Carrasco Cesteros

Ayudo a las mujeres con síndrome de Superwoman a recuperar su energía y su peso ideal para tener el cuerpo poderoso que les permita hacer frente a todos sus retos, sin estrés y desde el amor por sí mismas.

Interacciones con los lectores

Comentarios

  1. Francisca dice

    Welcome to India!!!Ése es el «exo-timo» q tanto adora la gente.Cariño,tranqui q encontrarás imanes baratos…así q no desesperes…?Con respecto a la comida «q hace sudar»a Manu,no te preocupes,el problema vendrá cuando tenga q» soltarla»y lleve varios días comiendo así…???Todavía t quedan las sensaciones «relajantes»de ver a mujeres con sus saris impolutos trabajando todo el día sin parar…mientras sus «queridos»maridos sucios como cerdos,adoptan una postura imposible mantenida por tiempo indefinido,unas cuclillas dignas orientadas a romper cualquier estructura de la rodilla humana,y toman fotos a cualquier mujer q les apetezca sin previo permiso,y viendo pasar la vida.Estoy en Málaga a ritmo de una gotera,a la q estratégicamente le puse una maceta,y no t puedo buscar el antimosquitos.Mañana t digo.Mil besos y sigue contando.Q guapos estáis en las fotos!!!

    • Tania Carrasco Cesteros dice

      jajajajjajajajajajajjajjjjaj bueno, de momento sólo hemos visto sitios decentes y gente encantadora…igual me salto esa parte de la que hablas para llevarme buen recuerdo. Hemos comprado una crema antimosquitos que sabe a pasta de dientes para niños. Parece que hace efecto. Cuando puedas me dices, no te preocupes. Ánimo con lo de la gotera. Nosotros de momento estamos en una habitación estupenda de una casa que parece de nueva construcción…si la viese mi padre…
      TE QUIERO! UN ABRAZO

  2. Susana dice

    Me tenías acojonada con lo de las mochilas… menos mal que no te han vuelto a timar, como aquella vez en Roma… jajaja! Os quiero! A cuidarse mucho! ?

    • Tania Carrasco Cesteros dice

      Lo de Roma es una de mis mejores historias que nunca he plasmado por escrito para que no me asesines. Que creo recordar que no sólo me timaron a mí…jajjajajajajajjaaj
      Cuando me des permiso la escribo…jiijijiiji

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *