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KAMIKAZES AL VOLANTE

Hoy hemos decidido alquilar moto de nuevo y viajar por toda la costa a conocer todas las playas de por aquí.

Cuando hemos abierto el ojillo, bien temprano, digo:

«Manu, aquí huele a cloaca»…

Era raro que hubiésemos encontrado una habitación tan barata, tan limpia y tan estupenda, que no tuviese alguna pega gorda.

Ayer no nos dimos cuenta de que cada vez que usábamos el wc y tirábamos de la cisterna, se salía todo todito por abajo.

Así que imaginaos cómo olía aquello…

Avisamos al dueño, al que aún no habíamos tenido el placer de conocer, y viene a comprobarlo enseguida.

Eso era tan fácil como poner los dos tornillos que van en los dos agujeros que tiene la base del wc y sellarla con siliciona. Vamos que no hay que ser ministro.

El muchacho, muy amable, nos dice que no nos preocupemos, que si no consigue arreglarlo nos cambia de habitación.

La moto que nos servirá de vehículo hoy se la alquilamos a él. Estuvimos preguntando por la zona, y después de negociar, el precio que nos hacía este señor era inmejorable. Hemos debido caerle bien ?

Nos da los cascos, por mero trámite supongo (ya que ninguno se podía abrochar) y los papeles de la moto, como si aquí hubiese alguien pendiente de eso.

Antes de iniciar el recorrido por las playitas, buscamos un sitio para desayunar de estos castizos que nos gustan a nosotros.

En esta ocasión elegí yo…y como siempre que eso pasa, la cosa no nos gustó demasiado. ¡Tengo un ojo con los bares!

Lo mejor de todo fue cuando el dueño del bar le preguntó a Manué que qué era yo, si su hermano o su hijo. ¡Ale, ya te has quedado sin propina!

«¡My wife! ¡my wife!», decía mi cariño, jajjajajajajaja.

Como el desayuno no nos acabó de satisfacer, pasamos a una tienda a comprar unas galletillas a las que nos hemos hecho adictos.

En muchos post me he quejado de la comida, pero hay ciertos productos culinarios que vamos a echar de menos, mucho.

A mí que me encanta el jengibre, se me hace la boca agua con unas galletitas de jenjibre que venden aquí, por no hablar de la cerveza de jengibre también.

Hace años, en una peli que me encantaba (Amigas para siempre), las protagonistas de la peli tomaban mucho esa cerveza, y yo me preguntaba qué sería aquello y a qué sabría.

Pues más de 20 años después, ¡ya lo sé y me encanta!

Manu, se ha hecho adicto también a otro tipo de galletas, de cocholate, que tienen un sabor muy parecido a las Príncipe de toda la vida, pero que incluso están más ricas.

Así que cuando nos quedamos con hambre, tiramos de galletas y listo.

Echaremos mucho de menos el Kottu también, y el Rotti. Pero no me puedo olvidar de los mangos…¡Qué sabor por favor! ¡Son exquisitos!

Lo que creo que no vamos a poder comer más en la vida va a ser arroz…?

Después de degustar las galletitas, cogemos la moto y a viajar.

Tenemos que tener en cuenta que aquí conducen al revés, como en Inglaterra, por lo que nos llevamos algún pitazo que otro hasta que le cogemos el tranquillo.

De igual forma, conducir aquí es jugarse la vida.

Son carreteras secundarias, con dos carriles uno para cada sentido, pero pasan de 3 en 3 o de 4 en 4 al mismo tiempo y para ellos es lo más normal.

Eso sí, te pitan para que lo sepas.

Manu que se está convirtiendo en un lugareño más, al cabo de un rato ya conduce como ellos, así que vamos haciendo unos adelantamientos y unas cosas a ritmo de claxon que no sé cómo hemos sobrevivido.

Hacemos bastantes kilómetros, vemos algunas playas chulas con mucho turista, encontramos un pueblo llamado «Galle», precioso, al que sin duda tendremos que venir un día a conocerlo mejor.

En la imagen parece que me he comido a Manué, ¿vale?, pero es cosa del redimensionado de la foto ?, que no cunda el pánico que sigue vivo.

Tania en la playa

Pero hoy la idea era sólo de inspección y reconocimiento para saber a qué sitios merecía la pena volver y a cuáles no.

De vuelta a casa, nos pasan varias cosas curiosas.

Hubo un momento que el tráfico se paró porque estaba cruzando un lagarto gigante…Esta gente no te cede el paso ni aunque te despelotes en medio de la calle y se paran para que cruce el lagarto.

Por las zonas de pesacadores, donde ponen sus puestecillos con el pesacado recién sacado del mar, pudimos ver en directo cómo tiraban de las redes desde la playa para sacar los pobres pescaditos.

Pero lo más interesante fue cuando encontramos a los famosos pescadores que pescan desde lo alto de un palo dentro del mar y nos bajamos para hacer fotos.

No habíamos aparcado la moto aún cuando se acerca un muchacho y se ofrece a hacernos la foto por 200 rupias.

¡No gracias, no te preocupes que ya la hacemos nosotros!

Bueno, pues no hubo manera.

Por no darle con el caso en la cabeza y dejarle más tontito de lo que estaba, nos fuimos sin poder hacer la foto.

Al llegar a casa para dejar la moto e irnos a cenar, nos miramos en el espejo y ¡estábamos negros!

Ir durante horas detrás de coches que echan un humo negro estupendo, es lo que tiene…No sé si es que aquí no habrá mecánicos.

Lo que está claro es que la «Policía de Tráfico» y las normas de circulación ¡no existen!

Me da un penica cuando veo a las parejas en las motos, con su casco, y entre medias de los dos un bebé durmiendo, otro de pie delante del conductor sin casco ni nada…¡un desastre!

Intentamos quitarnos la negrura con agua fresquita, porque en nuestro loft de lujo no tenemos agua caliente, y bueno…el moreno albañil que hemos cogido hoy creo que también tenía que ver con el aspecto de sucios que traíamos.

La cena no está nada mal y volvemos a casa satisfechos.

Al llegar, percibimos que tenemos vecinos en otra de las habitaciones. Indi, que se llama la dueña de la casa, nos llama por lo bajini y nos acercamos.

Nos dice que por favor, si los vecinos nos preguntan el precio de la habitación les digamos que hemos pagado 2.500 rupias (cuando nosotros negociamos 1.400), que ese es el precio que van a pagar ellos.

Manu se pone súper contento, se creía que éramos los más pardillos del lugar y resulta que los hay peores.

Como creo que nos estamos cayendo bien mutuamente, le pedimos a Indi si nos puede hacer un té, y se ofrece a preparalo gratis. Por supuesto, el wc estaba totalmente arreglado.

Os recuerdo que este sitio se llama «Dolce Vita» y a cada rato nos alegramos más de haberlo encontrado ?

Nos sentamos en nuestro porchecito con nuestro té, más a gusto que en brazos, y aprovechamos para llamar a la familia y verles las caritas.

¡Qué bien sienta eso cuando estás tan lejos de casa!

¡OS QUEREMOS FAMILIA!

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Acerca de la autora

Tania Carrasco Cesteros

Ayudo a las mujeres con síndrome de Superwoman a recuperar su energía y su peso ideal para tener el cuerpo poderoso que les permita hacer frente a todos sus retos, sin estrés y desde el amor por sí mismas.

Interacciones con los lectores

Comentarios

    • Tania Carrasco Cesteros dice

      JO, ya te digo…no sé si os gustaría esa cerveza pero sólo por la compañía me bebía el vino azul ese asqueroso que me hiciste probar una vez…

  1. nuria dice

    A mi también me encantaba la peli de amigas para siempre¡¡¡¡ aun que tiene más años que yo, ya se gracias a quien la he visto mil veces porque estaba en grabada en vídeo en casa. jajajajjajajaja

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