Nepal era el país que teníamos previsto visitar después de India. Todos los viajeros hablan maravillas de este lugar.
Cuando llegamos al aeropuerto de la capital, Katmandú, todo el mundo se abriga con bufandas y plumas.
Yo que traigo una sudaderilla y un pañuelo, intuyo que voy a entrar en proceso de congelación nada más bajar del avión.
Me llevo una gran sopresa cuando el sol me ciega la vista y el calor me hace quitarme el pañuelo.
¡Hace un tiempo genial! ¡Mini punto para Nepal!
Lo primero que hay que hacer es rellenar todos los documentos necesarios para que te dejen entrar y pagar el visado allí mismo.
Como hemos sido muy previsores, leímos en un blog que no se podía pagar con tarjeta pero sí en metálico, con cualquier moneda. Así que sacamos el dinero necesario para pagar el visado en metálico. A pesar de los problemas con los bancos en India, en un cajero de Kochi pudimos sacarlo sin problema.
Hacemos la cola, entregamos la documentación y cuando sacamos las rupias indias para pagar dicho visado nos dice el señor del mostrador que ¡no valen!?
¡Que rupias indias no aceptan!
Puedes pagar con cualquier moneda menos con rupia india.
¡Bien empezamos!
¡Os quito el mini punto!
Ponemos cara de pena, aseguramos por activa y por pasiva que no tenemos más dinero que ese, y algunas rupias srilankesas, y de repente ¡se puede pagar con tarjeta!?
¡Me vas a deber puntos porque te acabo de quitar otro!
Pasamos inmigración sin problemas y vamos a buscar la mochila de Manué y la maleta de Marco.
Marco está algo nervioso con el tema de la maleta porque ya se la han perdido alguna vez.
Esperamos y esperamos pero no salen ninguna de las dos.
Todo nuestros compañeros de vuelo han recogido sus maletas y las nuestras no aparecen ?
A mí me la repamplinfa un poco porque la mía pasa siempre como equipaje de mano y va con nosotros, pero claro, la de Manué no estaría de más recuperarla ?
La desesperación va en aumento y preguntamos.
Resulta que habían salido antes que nosotros y estaban por ahí arrinconadas…¡Menos mal!
Voy a dejar de restar mini puntos porque sino…
Ahora viene la parte más divertida: coger un bus que nos deje en el centro y patear para buscar alojamiento.
Iniciando la búsqueda, paramos a tomar un café y a aprovechar el wifi del establecimiento para buscar la ubiación de los hostales.
Hacía pocos minutos que nos habíamos sentado, cuando a Manué le caga un pájaro en la única sudadera que ha traído.
Un chico belga que está detrás y habla castellano, le dice:
«¡No te preocupes, eso es que vas a tener mucha suerte!»
Después de reírnos un rato, nos cambiamos de mesa a ver si es posible que el acontecimiento no se vuelva a repetir.
Estábamos acabando de tomarnos el café cuando el pajarito me caga a mí ?
«¡Qué afortunados, cuánta suerte tenéis!», dice el joputa del belga.
Te voy a cagar yo a ti encima a ver si piensas lo mismo majete.
Es lógico que cuando nos traen la cuenta, es bastante más de lo que habíamos previsto. Nos debieron cobrar las cacas de pájaro por haber aliñado el café con ellas.
Creo que a este sitio no vamos a volver…
Damos unas cuantas vueltas hasta que nos entra hambre y paramos a comer.
Aquí son muy típicos los «momos» y Manu viene deseando volver a probarlos (ya lo hicimos en India).
¡Comimos los 3 por menos de 4€! Sin embargo, los alojamientos no los encontramos tan baratos como en Varkala.
Lo mejor del día está siendo sin duda lo que nos estamos riendo con Marco.
Les hace bromas a los nepalíes, mezclando el inglés con el castellano y es un descojone.
Si alguno se pone muy pesado queriendo vendernos algo le dice:
«Pues yo necesito un gaitero que toque la gaita 24 horas»…
O cosas así, y yo lloro de la risa.
Nos han ofrecido hoteles y a la quinta o cuarta vez, Marco sale con las suyas y les dice: «I have one metralleta y verás»…
Durante la comida, ellos pidieron un té con leche y yo sólo té.
Cuando nos lo traen, la camarera me lo pone y me dice «Namasté» (saludo típico que usan para todo).
Dice Marco: «Eso, na más té, ella no ha pedido ná más que té. El té con leche es para nosotros»????
Muuuuuuy divertido.
Después de ver varios sitios y con el cansancio de la noche en el aeropuerto y el viaje, nos decantamos pronto por el más barato.
Nos quedamos los 3 en el mismo hostal y ya ni cena ni nada, queremos descansar.
Preparamos un poco el itinerario que queremos hacer en este país y a dormir.
Al día siguiente, mientras Marco se ducha, salimos a comprar y cuando volvemos a recogerle para desayunar ya no está.
Él intuyó que estaríamos en el lugar donde comimos ayer y nosotros pensamos lo mismo que él.
¡Y allí lo encontramos!
Tomamos un desayuno hiper barato y nos vamos a recorrer la ciudad.
Es necesario recordar que Nepal sufrió un terremoto de grado 8 hace menos de 2 años. En él murieron casi 9.000 personas y se destruyeron mucho edificios emblemáticos.
De camino al templo de los monos, observamos una ciudad en plena reconstrucción.
Esta casa en concreto, está siendo construída con caca de vaca para aislarla del frío.
Pienso que igual, con lo que se van a gastar en ambientadores, quizá les salía a cuenta poner calefacción…
Casas enteras están siendo levantadas de nuevo, montones de ladrillos y escombros, construcciones dañadas allá donde mires.
Da mucha pena.
Sin embargo, contrasta con la India en lo que al estilo de gente se refiere.
Aquí la gente joven viste muy a la occidental. Es un país más que acostumbrado al turismo, donde es fácil encontrar alcohol y tabaco, condones, salvaslips, cosas que en India no son nada fáciles de comprar.
Eso sí, combinan la vestimenta occidental con sandalias y calcetines. ¡En eso van un paso por delante de nosotros!?
Es curioso verles a todos con grandes plumas, chaquetones bien gordos, guantes y bufanda ¡con sandalias y caletines!
¡Ole ahí!
Cuando llegamos al templo de los monos, el medio millón de escaleras que hace falta subir para llegar a la estupa, nos da un poco de miedito.
No lo pensamo mucho y enfilamos la escalera.
Las estupas son lugares de culto de tradición budista. Las estupas nepalíes suelen estar coronadas por una torre donde se ven dibujados los ojos de buda. Es impactante.
La verdad que es un sitio precioso.
Al llegar arriba, las vistas de la ciudad son espectaculares y las estupas, los altares, los pequeños monumentos, son muy peculiares.
La cantidad de monos que hay arriba no es normal. Los tenderos les dan con tirachinas porque están siempre armando follón.
Damos un largo paseo entre estupas, miradores e ingentes cantidades de turistas de todas las nacionalidades.
Cuando volvemos a encontrar a Marco, que había subido más despacio que nosotros parándose a hacer fotos cada segundo y medio, decidimos volver a bajar.
Ya abajo, paramos a comer en un «bar» totalmente nepalí. Tan nepalí que la camarera no hablaba ni una pizca de inglés.
Entre señas y la ayuda de los demás comensales, degustamos varios platos de momos, unas patatas con un arroz que parecía copos de avena y un plato de noodles con verduras.
Visitamos después la plaza Katmandú Dubar Square.
Ya es impactante estando tan deteriorada, imaginamos que era de una belleza extrema antes del terremoto.
Casi todo está en reconstrucción, pero aún así, somos cientos de turistas los que la estamos visitando.
Llegar a cualquier sitio dentro de Katmandú es un auténtico caos.
Si tenéis una idea de la India como país de ciudades caóticas, lo de Katmandú no es normal.
El tráfico es brutal, la cantidad de gente por la calle es asfixiante y el polvo lo cubre todo.
Sin embargo, los puestos callejeros de comida los encuentras por doquier.
Es cierto que aún no hemos visto muchas ciudades asiáticas, pero es la primera vez donde vemos tantísima gente con mascarilla.
Una gran parte de la población nepalí así como de los turistas, visten mascarillas para protegerse de la gran contaminación.
Ayer no lo entendía muy bien, acabábamos de llegar.
Pero hoy, después de unas horas paseando por Katmandú, me he tenido que liar el pañuelo en la cara porque lo de aguantar la respiración durante horas creo que no es bueno.
Imagínate lo que puede ser tener que combinar los calcetines que te has puesto para las sandalias, con la bufanda ¡y la mascarilla! Demasiado trabajo todas las mañanas…
En la Dubar Square perdemos a Marco. Es un tío muy curioso que visita Nepal por cuarta vez y que se detiene con absolutamente todos los detalles.
Nosotros que somos culo inquieto, en uno de los paseos por la plaza le perdemos el rastro.
Caminando hacia el hostal, a duras penas por la gente que abarrota las callejuelas, buscamos sitio barato para cenar.
Al pasar por la calle Thamel, la más turística de la ciudad, parece que has vuelto a occidente de una patada en el culo.
Los bares, restaurantes, tiendas de todo tipo y la cantidad de gente blanca, hace daño a la vista.
Por supuesto, los precios de todo aquello son occidentales también.
Las lucecitas de navidad cubriendo los edificios hacen recordar las fechas en las que estamos. Sin embargo, esas luces no están puestas por este motivo, se mantienen todo el año para llamar la atención de los turistas.
Huimos de allí aligerando el paso. No nos gustan las aglomeraciones y aquello parece la calle Preciados el día que empieza Cortilandia. La calle Preciados sin asfaltar, que sería mucho peor.
Lo que sí nos gusta es meternos en los restaurantes cutres vacíos de turistas porque siempre comemos genial y muy barato.
Nos encanta tener la posibilidad de comer como ellos y adentrarnos así en su cultura un poquito más.
Pasamos por un restaurante de este tipo, ya muy cerca de «casa» y la sonrisa de la dueña nos cautiva.
Nos sentamos y enseguida aparece otro español, Álex, también catalán.
«Jaguar llú!», nos dice.
«Uy, perdón, tanto tiempo fuera de España que ya me cuesta el español».
Venga, va, te perdonamos.
Cenamos con él, intercambiando impresiones sobre nuestros viajes.
A mí me hubiese encantado pedirme una cervecita para amenizar la velada, hasta que veo el precio y se me pasa.
Para acompañar la cena, nos recomiendan pedir dos bebidas típicas aquí: tongba y raksi.
Como ya os he dicho que nos encanta adentrarnos en su cultura a través de la gastronomía, no nos lo pensamos.
¡Un tongba para Manué y un raksi para mí!
Me dicen que el raksi es como un vino blanco, por lo que yo tengo clara la elección.
Antes de nada nos preveen de que llevan algo de alcohol, pero sólo un poquito.
Y esta es la cara que se te queda cuando crees que vas a beber vino blanco y pruebas colonia rebajada con un poquito de agua oxigenada.
Invitamos a Álex a cenar y cada mochuelo a su olivo.
A mí me hace una ilusión tremenda cada vez que encontramos españoles. De esas conversaciones siempre salen ideas nuevas para continuar con el viaje.
Manué va de tongba hasta las orejas y articula las palabras con dificultad.
Pero ya sabemos qué es lo que beben aquí y no entendemos muy bien porqué se ponen esos chaquetones para el frío.
Me llego a beber otro raksi de esos y me despeloto por la calle seguro.
Ya en la habitación, estábamos a punto de meternos en la ducha, por separado, cuando aparece Marco y toca la puerta.
Nos contamos cómo ha ido la tarde desde la separación y decidimos que mañana cada uno por su lado y nos vemos para cenar.
Pero aún queda lo mejor del día: es el cumple de mi suegri y hablamos un ratito con la familia, reunida para la ocasión.
¡FELICIDADES CARMINA!
Siempre es un placer poder hablar con los seres queridos. Todos reunidos, dando gritos para que te lleguen sus palabras, con una sonrisa en los labios y con la emoción de un reencuentro algo lejano aún.
¡Vídeo de mi cogollito por favor!
Os queremos mucho familia.
HOY EN ESPECIAL, EL ABRAZO MÁS GRANDE PARA LA CUMPLEAÑERA.
Tu hijo y tu nuera que te adoran.
¡A mimir!??
Muchas gracias preciosos os queremos mucho y os hechamos de menos muchos besos