Las Islas Perhentian nos decepcionaron al llegar pero justo cuando le habíamos empezado a coger el gustillo nos tenemos que marchar…
Hemos descansado fenomenal, no puede ser lo mismo dormir en una ciudad que en medio de la selva frente al mar.
Vamos a desayunar y nos encontramos con el amigo de Manu del curso de meditación vipassana. Su nombre es Patrick y se aloja con otra compañera del mismo curso llamada Mayka, que también nos encontramos ayer por casualidad.
Después de desayunar y mantener una larga conversación sobre psicópatas, meditación y problemas de pareja, él se va a bucear y nosotros nos venimos a nuestro bungalow.
Hemos comprado arroz con cosas para llevar de un puestecillo, porque era baratísimo. Cuando lo hemos abierto a la hora de la comida, seguía siendo baratísimo, y escasísimo.
Mi cariño va a desaparecer como sigamos comiendo así.
Con el estómago medio “lleno”, nos hemos ido a la playita a disfrutar un poco del mar. Para llegar a la playa más decente tenemos unos 20 minutos de caminata, que menos mal que son a la sombra.
Por el camino, siempre te cruzas con algún lagarto de medio metro (y bastante mayor si tienes suerte), montones de mariposas y ardillas correteando por todos lados.
La única rata que hemos visto ha sido la de nuestra habitación. Somos unos suertudos.
A medio camino, una vocecita masculina nos llama por detrás. Patrick había ido a buscarnos al bungalow y como no nos había encontrado había pensado que estaríamos en la playa.
Ha sido una tarde muy agradable porque este muchacho tiene muchas cosas interesantes que contar, y casi siempre le entiendo sin necesidad de traductor.
A media tarde, duchita y a buscar sitio para cenar. Hemos quedado con Patrick en que pasaríamos por su bungalow, y esperaríamos a que Mayka saliese de su curso de buceo, para cenar los 4 juntos.
Nos vamos a “long beach”, la playa de los jóvenes con ganas de fiesta. Nos sentamos en un restaurante a dos metros del agua y pedimos varios platos de comida asiática.
Cuando habíamos acabado de cenar, Patrick comenta que nos ha hecho una foto muy bonita a Manu y a mi cuando estábamos en la playa.
¡Qué ilusión! ¡Quiero verla!
Patrick me pasa la cámara y en la foto se ve el mar y Manu y yo de espaldas, cogidos de la mano, a punto de entrar al agua.
Bien.
No estaba preparada para ver esa foto de mi nuevo culo sin avisar, así que me he quedado blanca.
Patrick me pregunta que qué pasa, que es una foto muy bonita. Digo si, una foto muy bonita de mi gran culo, y dice: “eso es, un culo grande, muy bonito”.
?????????????????
En ese momento, se me han abierto la boca y los ojos al mismo tiempo, se me ha cortado la respiración y la vena de la frente seguro que estaba a punto de explotar.
Manu lo ha mirado intentando advertirle de que fuese avisando a sus familiares porque el momento de su muerte había llegado, pero al muchacho le ha parecido que me estaba echando un piropo.
Nada oye, que he vuelto a recuperar mi culo perdido después de tantos años…En alguna ocasión se lo había pedido al universo, en un acto de locura transitoria supongo, y parece que me ha escuchado.
Pero es que te he pedido muchas más cosas señor universo, ¡a ver si me las traes todas igual de rápido!
Cambiemos de tema…
Las Islas Perhentian nos hacen acordarnos de Koh Kood inevitablemente y, a la comparativa, salen perdiendo. Por eso lo mejor es no comparar y disfrutar de lo que te ofrece cada lugar.
Porque cada lugar es único y es muy probable que no lo vuelvas a pisar.
Estos días estamos “coincidiendo” mucho con los compis de Manu del curso de vipassana. Con Patrick pasamos casi todo el día. A pesar de su desafortunado comentario sobre mi culo me parece un tío muy interesante.
Anoche, cenando y bromeando sobre que Manu no quiere casarse conmigo, Patrick abre los ojos de par en par y le dice a Manu: “¡pero cómo que no! ¿es que no has visto el culo que tiene?”…
Permanece atenta a los noticiarios: “americano asesinado en las Islas Perhentian por una española culona”. Y la que avisa no es traidora, es avisadora.
Por las mañanas, solemos estar solos porque Patrick y Mayka tienen cursos de buceo. Aprovechamos para leer y escribir porque en las primeras horas del día no da el sol en el bungalow y se está de lujo con las vistas que tenemos.
Por la tarde sería imposible plantearse tal cosa…Tenemos ventilador en la habitación pero la luz sólo llega de 7 de la tarde a 7 de la mañana, así que antes de las 19 no lo podemos encender. Si nos diese por quedarnos en el bungalow por la tarde nos desintegraríamos.
Después de comer, salimos en busca de sol y playa.
Ayer disfrutamos de una mini playa rodeada de rocas llenas de cangrejos. Cuando llegamos y fuimos a dejar las cosas colgadas en un árbol, pudimos ver en el tronco un lagarto cambiando la piel.
Parecía que estaba muerto, pegado al tronco, con el mismo color de este y con una capa casi transparente que se iba despegando de todo su cuerpo.
Un poco más tarde llegó Patrick y al rato apareció por allí otro español, de Santander, con el que estuvimos charlando un rato. Así que nada, ya somos otros cuantos para cenar.
En la mesa: Patrick, Mayka, Nacho, un amigo alemán cuyo nombre fui incapaz de entender, Manué y yo. Una cena interesante, repleta de arroz y noodles con cosas, pero tremendamente rica.
Pero Nacho no ha sido el único español que hemos encontrado en la isla. Casualmente nos hemos cruzado con un grupito de andaluces cuyas chicas eran de Úbeda. ¡Qué bonita Úbeda y qué amigas más majas conocí allí!
Lo que más nos gusta de la isla no es el mar, no. Lo que más nos gusta es que estamos durmiendo mejor de lo que dormíamos en mucho tiempo.
Hoy, después de despertarme, he decidido hacer mis ejercicios de meditación en la terraza. Las vistas al mar son tan espectaculares que he pensado que era mucho mejor que hacerlo dentro.
Sólo tenía que rezar para no ser atacada por los mosquitos.
Poco antes de terminar, ha empezado una gran tormenta. Una tormenta preciosa en la que no he podido evitar sumergirme.
Me he salido fuera para dejarme mojar y sentir el frescor de la lluvia en plena selva.
Qué precioso presenciar estas cortas tormentas que vienen para refrescarte el día y el alma.
Justo después, mientras observaba la isla desde la terraza, un gran arco iris se ha presentado delante de mi para que lo contemplase.
No tengo palabras, ni fotos adecuadas, para describir tanta belleza.
Rápidamente he llamado a Manu, que meditaba en la cama, para que no se perdiese el espectáculo.
Habíamos quedado con Patrick para desayunar e irnos a hacer una excursión de snorkel por diferentes playas, pero el día no acompaña y habrá que dejarlo para otra ocasión.
Para celebrar el bonito despertar que he tenido, he desayunado un crepe de chocolate más rico que todas las cosas. Luego no quiero que me crezca el culo…Pero hacía tanto tiempo que no me comía uno que ya no me he podido resistir más.
Después, Manu y Patrick han querido irse a dar un paseo, y yo me he venido a escribirte. El caso es que no para de llover, así que supongo que estarán debajo de algún sitio pensando en la forma de volver a recogerme para comer.
Cuando me he cansado de esperar a que me príncipe viniese a salvarme del aguacero en un velero blanco vestido de oficial de la marina, me he puesto encima una toalla y he salido pitando.
Por si se le estropeaba el velero, habíamos quedado a las 2 en un restaurante y el hambre acuciaba.
Estos dos han llegado tarde. Estaban lejos descubriendo nuevos rincones de la isla y la vuelta ha sido difícil con tanta lluvia. Han llegado empapados de arriba abajo, pero muy contentos.
Al hacer snorkel han podido incluso ver tiburones y eso no pasa todos los días.
El día de hoy no ha dado para mucho porque no ha parado de llover. Después de cenar, hemos ido a tomar algo a un restaurante donde proyectan pelis y nos hemos quedado a ver la que estaban poniendo.
Mala, muy mala y sin subtítulos, pero cuando no hay nada mejor que hacer disfrutas aunque ni siquiera sepas lo que están diciendo. Era tan mala que ni siquiera necesitabas saber inglés para entender lo que iba a pasar a continuación.
Al acabar la peli, cada mochuelo a su olivo aunque ninguno de los 4 hayamos podido pegar ojo en toda la noche.
Muy poco después de acostarnos se ha desatado una tormenta de esas de película de terror. Los truenos y los relámpagos eran tremendos y el agua caía a mares.
Estando en una cabaña en una isla selvática donde los monzones pueden llegar a ser preocupantes, ya me veía yo flotando dentro de la cabaña, pero en medio del mar.
Al ruido y al respeto le añadimos que nos hemos pasado la noche meando, de escuchar tanta agua caer. Por no hablar de que nos hemos tenido que levantar a cerrar una ventana que se había abierto sola con tanto ajetreo.
Además, debido a la inestabilidad de las construcciones, temíamos que de un momento a otro empezase a entrar agua por cualquier sitio, o a caer por el techo, y nos tuviésemos que poner a achicarla de mala manera.
Al final, no ha llegado la sangre al río y hemos sobrevivido. El día también amenaza tormenta y al parecer la isla va a estar igual toda la semana, así que estamos pensando en marcharnos.
Y estaba yo en mis pensamientos cuando, observando el paisaje desde la terraza, he visto un gatito lindo acercándose al bungalow. Le he observado mientras subía despacio las escaleras de piedra, como buscando algo.
De repente se ha agazapado y a los dos segundos se ha abalanzado sobre un arbusto. Un pequeño ratoncillo ha salido corriendo en ese momento, con la esperanza de salvarse.
El gato lo ha enganchado con la boca y se ha apartado tranquilamente a comérselo a un rincón. No he podido continuar mirando la dantesca escena.
Pensaba que lo de que los gatos comían ratones no era del todo cierto. Pensé que sólo los mataban por diversión, cual cazadores furtivos.
Pero no, los cazan y se los comen con la misma tranquilidad con la que se quedan luego mirando al horizonte sin moverse durante horas.
Hoy se marchan Patrick y Mayka, así que desayunaremos y comeremos con ellos. Nos diponíamos a llegar al restaurante para desayunar…
Por el camino, una hilera de hormigas trabajaban sin descanso. Menciono este detalle porque aquí las hormigas no son normales, ni en color ni en tamaño. Sí, ya sé que en España también podemos encontrar hormigas grandes pero te aseguro que estas son otra cosa.
Si te paras a observarlas puedes comprobar que, a la hilera de hormiguitas trabajadoras, les vigilan otras más grandes que se quedan a los lados: las hormigas guerrero.
Yo no las había visto nunca pero Manu, que ya fue atacado por una en el retiro de vipassana, ha querido que me acercase a mirarlas. Y en ello estábamos cuando: “Ahhhhhhhhhhrrrrrrrjjjjjj”, le han vuelto a atacar.
Una de las hormigas guerrero ha saltado sobre su pie, hincándole las pinzas y haciéndole sangre. Muy simpaticotas estas hormigas.
Durante el desayuno, nos hemos dado cuenta de que la isla ha sido colonizada por españoles. Hemos encontrado más españoles en 3 días que llevamos aquí que en los 5 meses anteriores de viaje.
Y si mencionamos las nacionalidades de habla hispana ya sí que sí superaríamos a la población malaya.
Sin ir más lejos, hemos coincidido con unas argentinas que habían tenido que ser atendidas de urgencia por picaduras de este pez que Isaac tocó el otro día.
Nos han contado que es una especie muy venenosa que provoca un inmenso dolor y que puede acarrear graves problemas.
¡Qué suerte tuvimos!
Por lo visto, después de picar a una de las muchachas, el dolor era tal que la tuvieron que llevar al hospital en lancha (la «ambulancha» supongo).
Cuando le pusieron la medicación y el dolor remitió, volvieron a la playa. Mientras la chica se recuperaba del susto, su amiga volvió a meterse en el agua para darse un baño…¡y lo pisó!
¡Ole la gente gafe!
Con tan mala suerte de que la «ambulancha» no puedo venir a por ella y le tuvieron que poner una serie de megunjes hasta que el dolor fue cesando un poco.
Según ellas, nunca en su vida habían sentido tanto dolor.
Ya es mala suerte…
Al despedir a Patrick y Mayka, decidimos que nuestra visita a las Islas Perhentian también está tocando a su fin.
No tiene demasiado sentido quedarse en una isla donde lloverá todos los días durante las próximas semanas. Y mira que me gusta mirar la lluvia cayendo sobre el mar desde la terraza del bungalow.
Nos acostamos sabiendo que será nuestra última noche. Con pena, pero convencidos por la tormenta que, de nuevo, no nos deja dormir.
Sin embargo, el día que nos vamos se despierta casi despejado y sale el sol. ¡Mierda! Si no hubiésemos reservado ya el bus y el hotel nos quedábamos un día más.
“Cariño, el sol sólo ha salido a despedirnos…”, me consuela Manué.
Y así fue, al poco rato el cielo se volvía a nublar y caían las primeras gotas.
Este niño casi siempre tiene las palabras exactas para mi…Excepto cuando me dice: «lo que a ti te pasa es que no metabolizas bien los azúcares y acumulas tejido adiposo».
«¿Ah si?. ¿Y dónde acumulo tejido adiposo cariño?», le pregunto con rintintín. Y ahí acaba la conversación porque él no quiere morir tan joven.
Disfrutando de nuestro último desayuno en la isla, una parejita uruguaya nos interpela para hacernos preguntas.
Nuestra opinión de las Islas Perhentian no es la mejor, Koh Kood dejó el listón muy alto, pero hemos estado a gusto. Lo mejor de todo es que gracias a que nos vamos y que nos han preguntado, van a poder quedarse con nuestro bungalow.
Los bungalows de este lugar, el Butterfly, son más bien básicos y sucios. Tampoco te extraña si piensas que los tienen que hacer a mano, sin demasiada ayuda, y que están en medio de la selva.
Pero el caso es que están casi siempre llenos. Deducimos que la relación calidad-precio, si los comparas con los demás alojamientos, tiene que estar bastante bien.
Nos despedimos de Juan y Lara y nos vamos hacia la lancha que nos devolverá a Kuala Besut para coger el bus a Kuala Lumpur.
El recuerdo del viaje en lancha cuando llegamos hace unos días, no se ha borrado de mi memoria. Dimos tantos botes que si llego a llevar tampón se me hubiese salido.
Esta vez, lo llevo…No exactamente el tampón, más bien la copa menstrual, pero el caso es que llevo algo ahí metido que podría salírseme por la boca.
En la lancha: los 3 “conductores” (en realidad sólo conduce uno pero los otros dos van ahí, animando), una italiana, Manué, yo y mi copa menstrual.
Demasiada poca gente…vamos a salir volando en algún bote seguro…Cuanta menos gente, menos pesa la lancha y más botes pega.
Nada más empezar el viaje, la italiana, que se había colocado delante donde los botes se hacen más bruscos de la cuenta, intenta irse para atrás y se cuela entre dos asientos.
Le desatascamos el culo del agujero y continuamos la marcha. Otra que acumula tejido adiposo…
El conductor, un muchachito veinteañero, alardea de motor y hace que la parte delantera de la lancha se levante completamente, mientras nos regala alguna sonrisilla cómplice que quiere decir: “sujetaos los empastes que os vais a cagar”.
Notamos que se desvía hacia la isla de al lado y suponemos que vamos a recoger a más gente.
A lo lejos, en una de las playas, un montón de lanchas llenas de turistas esperan algún acontecimiento. Nuestra lancha, se dirige hacia ellas a toda pastilla.
Cuando ya estamos bastante cerca, le digo a Manué: “vamos muy rápido, va a tener que pegar un buen frenazo”…pero no.
El graciosillo quería asustarnos a nosotros y a la gente que esperaba en las otras lanchas y justo antes de chocar se tomó la molestias de hacer un giro inesperado y esquivarlas.
¡Será mamón!
Así se pasó todo el camino: esquivando barcos y haciendo trompos con la lancha. La verdad que fue divertido.
Igual de divertido que cuando recogimos a un papá con sus niñas ya grandecitas y una de ella se volvió a colar en el mismo hueco que se había colado la italiana. ¿Será una trampa para turistas?
Con el viaje en lancha pudimos disfrutar de paisajes que no habríamos podido ver de otra manera. La isla de al lado de la nuestra parecía bastante más bonita y tranquila. Habrá que volver a descubrirla…
Al llegar al puerto, nos acosan los taxistas. Es la 1 del medio día y no tenemos el bus hasta las 9 de la noche, así que tenemos tiempo de llegar andando a donde queramos.
Nos sentamos a hacer tiempo en unos bancos del mismo puerto, a observar a la gente pasar. Eso siempre es divertido.
Tremendamente divertido observar que, mientras tú vas en tirantes y te sudan hasta los pelillos de la nariz, hay gente que lleva gorro de lana y pantalones de pana.
Me da unas ganas terribles de preguntarles el porqué, porque por frio no puede ser, es imposible, y algún sentido tiene que tener.
Si habéis visto el monólogo de la pana de Dani Rovira, quizá podamos explicarlo de esa manera. A lo mejor son superhéroes disfrazados de malayos.
Kuala Besut es un pueblo feo, donde están los taxistas más pesados de todo Malaysia y donde las cabras campan a sus anchas por las calles.
Eso sí, no vas a ver ni un perro, pero cabras las que quieras.
Como nos queda mucho día, decidimos acercarnos al mar a que nos bañe su brisa y nos refresque un poco. Justo al lado del banco que utilizamos para apoyar nuestros culetes, un parque infantil con columpios. ¡Allá que voy!
Manu se queda cerca, vigilando, por si me secuestran.
Me relajo tanto con el movimiento del columpio que no me doy cuenta de que me estoy pasando de impulso. No di la vuelta completa de puro milagro. Del susto se me salieron hasta las chanclas.
Dejé de impulsarme y fui frenando poco a poco. Manu “el vigilante” no se pispó de nada. Vamos que si me secuestran también le hubiese pillado por sorpresa.
Buscamos un sitio para comer coco fresco, donde se confunden y nos ponen batido de coco. Nos bebemos el batido de coco y nos vamos a buscar otro sitio donde tengan coco natural.
El tiempo estimado en comerte un coco de estos puede rondar entre los 30 y los 45 minutos, dos personas. Si el coco es sólo para ti, se te va a juntar con la siguiente comida.
Primero te bebes el líquido, que en el peor de los casos será más de un litro. Luego, con una cuchara, despegas la carne de coco de la piel. Cuando ya lo has conseguido, te la comes. Y ahora, si te cabe, te pides otra cosa…¡Imposible!
Pero Manu tiene hambre a la media hora y se mete un plato de noodles y una sopa de noodles para completar.
Es muy gracioso porque se pasa todo el día en el baño, la comida que le entra, le sale rápidamente, con lo que es dinero desperdiciado.
Verás cuando me veas como yo no lo he desperdiciado. He ido guardando todo lo que he comido por si hubiese un holocausto nuclear y mi cuerpo tuviese que tirar de las reservas.
Después del coco, la micción se dispara. Quiero decir, si bebiste un litro de coco vas a mear 5.
Y aquí me surge el tema de pagar en los baños públicos malayos. ¡Cómo me jode pagar para entrar a un baño que está asqueroso! Entiendo que haya que pagar para entrar a los baños limpios…pero a los sucios, ¿por qué?
A lasa 20:30 ya estamos en el bus. Hace tantísimo frío dentro que Manu le pide al conductor si por favor puede subir la temperatura y…¡ahora lo entendemos todo!
El señor conductor nos dice que no puede, que para eso tendría que nevar, ¡que la temperatura es automática y está a 18 grados!
¿Automática? Pero ¿a quién se le ha ocurrido esta fabulosa idea?
Llegamos a Kuala Lumpur dando palmas con las orejas, y ni se nos ocurre quitarnos la sudadera porque sabemos que en el metro nos espera más de lo mismo.
Hemos reservado un hotel que apunta maneras para estos últimos días en Malaysia…Te cuento muy pronto.
De momento, llegamos a las 7, son las 13:42 y aún estamos esperando la habitación…Hoy la vamos a coger con ganas después de no haber dormido en el bus-congelador…
BESOS, ABRAZOS Y NOODLES POR TODOS LADOS
Bienvenida al mundo de los nuevos culos! Yo también pertenezco a él, me alegro que podamos compartir esta nueva experiencia!!!!!!
jajajajajaj bueno, yo ya pertenecía antes, sólo que me fui un tiempo para volver con ganas, jajajaj