¿Por qué perdonar puede cambiarte la vida?
En muchas ocasiones, arrastramos rencores y mal curamos heridas que no nos permiten avanzar.
¿Quién no ha discutido alguna vez con una amiga, un hermano, la vecina…? Todos tenemos encontronazos en mayor o menor medida que hacen que guardemos rencores hacia otras personas. La diferencia se establece entre los que saben perdonar y los que no.
¿Qué pasa con esos rencores? Que nos hacen estar mal con la persona que nos ha herido, pero también con nosotros mismos.
Si no eres capaz de perdonar a alguien es porque en esa situación hay algo de ti misma que no estás perdonando.
¿Crees que merece la pena guardar esas cosas en la mochila de tu vida? ¿De qué sirve llevar todo ese peso?
No somos conscientes de que el peso añadido no hace más que dificultar nuestro camino.
Nos incomoda ir por la calle y pensar que podemos encontrarnos con esa persona. ¿Cómo actuaremos? ¿La saludamos? ¿No la saludamos? ¿Nos cambiamos de acera?
Pero ¿y cuando esa persona pertenece a nuestra familia?…dejamos de ir a las reuniones familiares o vamos sin gana, generando mal ambiente. Tachamos a los que se ponen de la otra parte porque tienen una opinión diferente a la nuestra.
Sin embargo, no hay nada más dañino que no perdonarnos a nosotros mismos. Nosotros también hacemos cosas que pueden hacer daño a los demás. En muchas ocasiones, aunque el problema se haya solucionado, nos avergüenza tanto nuestra actitud que no somos capaces de perdonarnos.
La mayoría de veces ni siquiera sabemos que esto está ocurriendo. Pero de nada sirve que el otro te perdone si tú te infravaloras y te castigas por aquello que hiciste, y que probablemente tenga mucha menos importancia de la que te piensas.
No ser capaz de perdonarse a una misma y no ser capaz de perdonar a los demás, son dos caras de una misma moneda.
Este es un artículo muy personal, sobre el suicidio de mi abuelito, donde podrás entender mucho mejor la trascendencia que tiene perdonarse y perdonar.
Te propongo un ejercicio muy sencillo para practicar el perdón:
Coge lápiz y papel y siéntate en algún lugar cómodo y tranquilo. Piensa en aquello o aquellos que necesites perdonar y anota el problema. Observa si realmente tiene tanta importancia y si merece la pena seguir anclándose en ese lugar.
Míralo de lejos, con perspectiva, como si fuese algo que le ha sucedido a otra persona.
Cuando te hayas dado cuenta de que no merece la pena tienes dos opciones:
- Resolver el problema directamente con esa persona, llamarla, charlar con ella, y decirle claramente que por tu parte está perdonada. Si eso no es posible, vale con que la perdones en tu corazón y actúes con normalidad en su presencia.
- Resolver el problema contigo mismo. ¿Por qué no te has perdonado ya por aquello que hiciste? Si es porque aún puedes hacer algo para que la situación se mejor, ¡hazlo!. Si es porque no eres capaz de perdonarte, te machacas mucho, te infravaloras, piensas que es demasiado grave…casi con seguridad aquello no sea tan feo como lo pintas, pero si lo fuese, haz un compromiso contigo mismo para que no se vuelva a repetir ese comportamiento. Lo pasado, pasado. Con tu sufrimiento pagaste por ello. ¡Perdónate!
Cuando somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos y no machacarnos tanto con las actitudes que no nos aprobamos, también nos es más fácil perdonar a los demás.
Cuando hayas reflexionado sobre el problema que anotaste en el papel, escribe lo que piensas hacer para llevar a cabo la estrategia del perdón. Pon fecha y actúa en consecuencia.
Da igual el día de la semana que sea, la importancia de saber perdonar le dará a tu vida un rumbo que no imaginas.
Perdonar te da serenidad, paz, alegría. Perdonar te hace más libre.
Deja de atarte a culpabilidades tuyas y de los demás, deja de poner el foco en las cosas que no importan. Piensa que cada uno hace las cosas lo mejor que sabe, aunque las hagan tan mal que nos hieran profundamente.
¡Perdona y olvida si quieres construir una vida llena de amor!
Y ahora cuéntame…
¿Hay alguna situación que no hayas sido capaz de perdonar?
¿Crees que es posible perdonarlo todo?
¡Estoy deseando leer tu opinión! pero si no comentas nada, ya sabes, te perdono 😉
lo más difícil es perdonarse a uno mismo…bss (que estoy por el ordenador y no hay emoticonos con bss en forma de corazón jjajajajaajj)
Si, eso es lo más difícil, estoy de acuerdo. Una vez consigues perdonarte a tí misma y no ser tan dura con tu persona, cuesta muy poco perdonar a los demás. Cuando no perdonamos a nadie es porque a nosotros no nos pasamos ni una. Y para qué ese resentimiento con uno mismo?
Yo creo que perdonarte a ti mismo es muy difícil porque estamos en una sociedad en la que se nos juzga continuamente…. también pienso que, a veces, el perdonar a los demás viene impuesto un poco por obtener respeto, piensas que si pasas algo por alto no se te respetará en un futuro… quizás me equivoco. Aunque puede que en ese caso el problema no este en ti, sino en la otra persona
El problema siempre está en uno mismo. El problema del otro es del otro. Si tú tienes o no que perdonar a alguien, ahí el problema está en ti. Puedes perdonar desde el corazón sin tener que ponerte delante de nadie ni avisar de que vas a perdonar. O puedes no ser capaz de perdonar porque tengas mucha dolor, y decidas arrastrarlo para siempre. Creo entender por dónde vas…Igual tú desde hace un tiempo tengas mucho que perdonar. Tú decides hasta dónde te merece la pena y los pesos que puedes llevar en tu mochila…Un abrazo mi niña
¿QUIERES VER A DIOS?
¡LEE ESTO!
Las tres cosas que te alejan y
Las tres que te acercan a Dios
– El exceso de alcohol te aleja de Dios
– El exceso de drogas te aleja de Dios
– El exceso de sexo sin amor también te aleja de Dios
Las tres que te acercan a Dios
– Ama a tu prójimo como a tí mismo
– Aprende a perdonar y
– A ser humilde
Eternamente
Joaquín Gorreta Martínez 62 años
Bueno Joaquín, no estoy muy de acuerdo…
Si crees en Dios sabrás que él no se aleja de la gente que «peca» sino todo lo contrario. No hay nada que te aleje de Dios más que tú mismo.
Cada cual lo hace lo mejor que sabe y eso Dios lo entiende.
Sin embargo, entiendo la buena voluntad de tus palabras y te lo agradezco.
Un abrazo,
Tania
Hola que gusto te acabo de leer me parece muy interesante lo q escribes me gusta, me cuesta perdonar a mi padre porq sufro el síndrome del padre ausente pero son muchísimos años de vivir así tratando de sobrellevar la situación un día bien al otro siento q ya me cae mal esta mal q lo diga pero siento q le falto tanto por aportar a su hogar, siento q fue egoísta pensó solo en él se olvido de su familia mi padre solo aportó consejos Buenas ideas costumbres pero fue ausente porq siento que fue mi madre quien cumplió el rol de padre buscando cada día el sustento de su hogar siento q fue ella la q solita construyó y si hoy hay algo es por ella porq hasta ahora es así y él sigue siendo el jefe de familia donde se le atiende y sirve como tal bueno esto en resumen siento si me extendí, me dio mucho gusto leerte gracias millón bendiciones
Hola Elena!
Muchas gracias por leer, entiendo bien tu sensación y sé que al principio no es fácil. Cuesta perdonar porque ponemos el perdón fuera, igual que ponemos el dolor fuera. Sin embargo, todo está dentro de ti…Tanto lo que te gusta como lo que no te gusta.
Quizá tu padre vive tranquilo y en paz con su forma de ser y tu rabia le es indiferente. En ese caso, de qué sirve que tú lo pases mal?
Por lo que cuentas, aún hay mucha rabia acumulada hacia tu padre y esa rabia solo te perjudica a ti. Eres tú quien arrastra y transporta la rabia, quien la tiene en su vida, quien permite que le afecte.
Piensa más en ti, pero desde el amor. Quiérete mucho y verás que esa rabia sirve de poco cuando la otra persona vive a gusto tal y como es.
La rabia no está causada por lo que tu padre hace o dice, sino por lo que tú piensas sobre lo que tu padre hace o dice. Cuando entendemos esto, es más sencillo ver las cosas de otra manera y empezar a ver la luz.
Te animo a seguir intentándolo porque merece la pena.
Un abrazo,
Tania