Teníamos tantas ganas de llegar al retiro de meditación que abandonamos Kandy bien temprano.
También porque pensábamos que teníamos 3 horas de bus, que resultaron ser unos 40 minutos.
El autobus nos dejaba en la parte de abajo de un monte, y los tuktuks esperaban ansiosos la llegada de los meditadores para llevarnos, a través de la montaña, al centro de meditación.
Entre la manía que le estamos cogiendo a los tuktukeros y que las indicaciones hablan de sólo 45 minutos de caminata, decidimos subir andando.
Así que compramos algo de fritanga en un puestecillo con la intención de comer cuando lleguemos arriba.
Enfilamos el caminito de piedra, mochila al hombro y fritanga en mano, y cuando llevamos unos 10 minutos nos vamos arrepintiendo un poco.
Vamos cargados como mulas por un camino empedrado cuesta arriba y al solitrón, por medio de la selva, con el comprensible temor a las dichosas sanguijuelas.
No tuvimos que avanzar mucho más cuando la cagada se hacía más que evidente.
¡Pero a quién se le ocurre!
Tenemos la cabeza como los adoquines. Así que ya sólo quedaba tirar para arriba y tomar el agua con ajo.
Cuando la respiración se nos aceleraba demasiado y el sudor nos recorría todo el cuerpo, parábamos un poco para comprobar que estábamos muy cerca aún del inicio del camino, y muuuuuy lejos de las casas que se avistaban en lo alto.
Mira que el paisaje era bonito, pero no teníamos ni fuerzas, ni ganas, para sacar la cámara y hacer alguna foto.
Cuando ya llevábamos 45 minutos andando, más como serpientes que como personas, nos dice el google maps que aún nos queda media hora…
Aunque lo que queremos en ese momento es morirnos, seguimos palante, sin hablar ni nada, ni mirarnos más que para lanzarnos fuego por los ojos en señal de «me cago en tó, en tó me cago».
No se le ocurra a nadie hacer ninguna referencia a cerca de nuestra estupenda forma física, a no ser claro que hayan hecho este caminito con las mochilas a cuestas y a pleno sol.
Cuando las piernas ya no nos daban para más y el fritanga se estaba desintegrando, decidimos parar, tirar las mochilas al suelo, comer algo, a ver si reponiendo fuerzas conseguimos llegar algún día.
Menos mal que hemos comprado algo de comida porque habíamos desayunado muy poco y se suponía que en el retiro entrábamos ya después de su horario de comida.
No llevábamos más de 5 minutos parados, cuando aparece un tuk tuk con un alemán en su interior.
Como vamos todos para el mismo sitio, pero a otro nivel claro, se para a charlar un rato y se ofrece a llevarnos las mochilas en el tuk tuk, porque realmente no sabíamos cuánto nos quedaba para llegar aún.
Sin pensárnoslo 2 veces las echamos al vehículo y empezamos a caminar despacito, al mismo tiempo que degustamos el fritanga, y vemos alejarse al alemán.
Pero como resulta que se para 100 metros más arriba…¡que era lo que nos quedaba para llegar!
Nos echamos todos a reír, por no tirarnos colina abajo, y volvemos a cargar nuestras mochilas que se pegan al cuerpo. No sudaba tanto desde hacía años.
En la puerta del recinto nos recibe un japonés, entre susurros, y nos invita a que pasemos a comer.
¡Ya lo podían haber dicho antes y me ahorro el fritanga!
Cuando entro en la cocina y veo el «arroz con cosas», retiro lo dicho, que el fritanga me ha sabido a gloria después de la caminata.
El paisaje allí es realmente bonito, se respira paz y silencio y la vegetación lo inunda todo. Me llama la atención que las personas allí presentes, compañeros de retiro, caminan muy despacio de un lado a otro sin ni siquiera mirarse, como si alguien les hubiese echado algo en la bebida.
Esperamos para que el maestro budista nos atienda y nos asigne habitación. En la reserva ponía habitación doble con baño, y aunque me molesta soberanamente no poder dormir con Manué, tengo curiosidad por conocer a mi compi de cuarto.
Aparece un señor grande, moreno indio, todo vestido de blanco, con sonrisa perenne y voz suave, nos da la bienvenida y nos presenta al japonés que será el encargado de enseñarnos el centro.
En la mano: una manta, algo parecido a una sábana, almohada, y 3 velas con su correspondiente caja de cerillas.
Nos indica la zona de los hombres y, a tomar por saco, la zona de las mujeres, no nos vayamos a mirar o algo.
Sabíamos que no íbamos a poder dormir juntos, pero de ahí a aislarnos de esa manera…
También sabíamos que no teníamos ni luz, ni agua caliente, ni mucho menos conexión a internet. Lo que no sabíamos, es que no era sólo un retiro de meditación budista, sino también de SILENCIO.
El japonés me acompaña a la habitación, y cuando llegamos, abre con una pequeña llave, un pequeño candado y me mete dentro de un cuarto de pastores de toda la vida.
¿Sabéis de lo que os hablo?
Cuartucho oscuro, con dos trozos de piedra pegados a la pared haciendo de camas, encima de esto un colchón que podría ser de madera perfectamente, por si la piedra te resulta demasiado dura, una par de «mesitas de noche» que ya le gustaría al de Ikea, y una mosquitera por si te apetece protegerte de posibles enfermedades chungas.
Ni hablar de baño en la habitación. Para ir al baño tienes que volver a salir fuera, recorrer un pasillo a la intemperie, y darte cuenta de que también es un baño de pastores.
En esos baños había más bichos de los que he podido ver en toda mi vida.
Respiro profundo y pienso en lo bien que me van a sentar estos días, que total son sólo 5 y ya cojo experiencia por si cuando vuelva a España me tengo que hacer pastorcilla.
El retiro funciona de la siguiente manera: a las 4:45 de la mañana (sí, eso he dicho, 4:45) nos tocan el «gong» (la pandereta esa gigante de metal que toca esta gente alternativa) y a las 5 todo el mundo en la sala de meditación, para hacer lo propio. De noche sepulcral. A la hora que le gusta levantarse a mi querida Francisca Latorre.
A las 6 nos dan un cafetillo y de 6:30 a 7:30 nos dejan hacer yoga, o el ejercicio físico que nos apetezca.
Tiene mucha lógica. Hay que preparar el cuerpo para estar toooodo el día en posición de flor de loto.
Después se desayuna, y trás el desayuno se hace lo que han venido a llamar «working meditation»: limpiar todas las zonas comunes en señal de servicio a…¿Buda?…
Cuando se termina de limpiar, toca «walking meditation»: andar de un lado para otro, mirando la naturaleza, y poniendo conciencia y todo eso…
Cuando el baile de los zombies se termina, otra horita y media de meditación en grupo, en la sala de meditación. Tea or coffee después de esto.
Volvemos a la sala de meditación, y a las 6 se toma lo que ellos llaman «evening snack» (aperitivo de tarde, o algo así). Y con eso acaban las digestiones hasta el día siguiente.
Después de la «mini cena», toca cánticos y vuelta a la última meditación antes de dormir, o «meditación del sueño» que yo la llamo.
¿Tú te crees que después de levantarnos a las 4:30 puede haber alguien meditando a las 7 de la tarde? ¡JA!
A las 8 el señor maestro nos dice unas palabritas y establecemos una pequeña charla por si alguien tiene algo que decir.
Pero eso suele durar poco porque lo que queremos es meternos en la cama de una vez.
El primer día se hace muy llevadero, es todo nuevo, ilusionante, y aunque no se puede hablar con nadie la gente parece maja.
Al terminar la meditación del sueño, ya es de noche total y estamos en época de lluvias. Está cayendo una tormenta de padre y muy señor mío, y Manué y yo nos hemos dejado la linterna en la habitación y hemos pasado por alto la recomendación de traer paraguas…
Nos despedimos fugazmente y cada uno tira para su habitación, yo debajo del paraguas de una compañera.
Si lo llego a saber…
Cuando llego al cuarto de pastorcillos recuerdo que al final no me han puesto compi, así que tengo que dormir sola. Dormir sola que es una cosa que me encanta, en esta ocasión no me hace puñetera gracia.
Busco a tientas la caja de cerillas para encender la vela. Os recuerdo que no tenemos luz, y cuando se ilumina aquello es casi peor.
Antes de dormir hay que ir al baño, así que cojo la linterna y en este caso si que agradezco la falta de luz. Así no puedo ver cómo las arañas me saludan mientras hago pipí.
Vuelvo al cuartucho y pienso…¡qué más da!, si estoy tan cansada que caeré rendida enseguida.
Hecho el cerrojillo a la puertecita de madera que me separa de la selva, coloco mi mosquitera y me embadurno de repelente.
Y cuando me disponía a meterme en el saco de dormir, me da por leer un papel con recomendaciones que había pegado a la pared.
Entre esas recomendaciones resaltaré la siguientes:
- Recuerda que estamos lejos de transporte público y centros médicos, estás aquí bajo tu total responsabilidad.
- Cuidado con las sanguijuelas.
- No abras la puerta a desconocidos.
En ese momento, me percato de que mi habitación está a escasos metros de la puerta de entrada del recinto, que la valla de seguridad levanta metro y medio del suelo, y que todas mis compañeras están justo al otro lado de donde estoy yo.
No pasa nada, con no abrir a los desconocidos la puertecita esta de madera que se cierra con un cerrojillo, estoy más que protegida.
Total, si pasa algo puedo llamar a Manué al mvl. ¡Ah no! Que no sólo no tenemos cobertura sino que yo he dado mi línea de baja.
Para más inri, la tormenta era tan brutal que parecía que se acababa el mundo.
Había ruidos por todos lados, hasta en el tejado de mi habitación se escuchaba como si alguien quisiese entrar.
Yo que estoy más que acostumbrada a vivir sola, y por tanto a dormir sola, me pienso muy seriamente irme a buscar a Manué, saltarme las normas y meterme en su camastro de piedra.
¡Pero ni siquiera sé dónde está!
Hacía tanto tiempo que no rezaba que hasta el Padrenuestro se me había olvidado. Rezo lo que me acuerdo e intento consolarme a mí misma pensando que, realmente, las 4:30 llegan enseguida.
Para colmo, no podía parar de pensar en mi podólogo.
Antes de iniciar el viaje, fui a visitarle para llevarme los piecitos arregladitos, y una de sus principales recomendaciones fue: que tuviese cuidado con las violaciones por aquí, que además daba igual que fuese con mi novio porque te violaban en grupo.
No os podéis imaginar la noche que pasé.
Entre el camastro de piedra, los miles de bichos que imaginaba que tenía la habitación, la pedazo de tormenta que había, la cercanía a la entrada principal, el estar tan alejada del resto de compañeros, el no poder comunicarme ni con Manué ni con nadie, y el simpaticote de mi podólogo…¡todavía no sé cómo aguanté!
Bueno, sí que lo sé, orgullo se llama…
Era como estar viviendo en una peli de estas de suspense. ¡Horrible!
Cuando empecé a escuchar levantarse a mis compañeras sobre las 4:40, me pareció el mejor momento de mi vida.
Me tiré de la cama corriendo, me puse las zapatillas y salí pitando de allí.
No tenía ni que vestirme porque me acosté vestida, y no tenía el menor pensamiento de ducharme hoy. Ya me duché ayer por la caminata y como hoy también llovería, me salgo al campo un rato y me lavo la cara.
El tema vestuario es interesante también.
Resulta que había restricciones en cuanto a la indumentaria. Había que llevar ropa ancha y las piernas totalmente cubiertas.
Como los únicos pantalones largos que tenemos los 2, son mallas, yo me tengo que poner una camiseta de Manué que esconda mi esbelta figura, y él se tiene que atar un pañuelo a la cintura para no ir marcando paquetorro. ¡Menuda foto tenemos!
Y como os decía antes, eran los únicos pantalones largos que teníamos, tendremos que estar con la misma ropa durante tooooodo el retiro. ¡Estupendo y maravilloso!
Al llegar a la sala de meditación y encontrarme con Manué, nos sonreímos como si hubiésemos pasado la mejor noche de nuestra vida. Y con eso de no poder hablar, cualquiera contaba su experiencia.
Cuando salimos a desayunar, conseguimos hablar un poco y ninguno de los dos había conseguido dormir muy bien.
El caso es que una vez fuera del cuartucho, con la luz del día, y rodeada de los compañeros, aquello era muy pero que muy bonito.
Se me olvida completamente la noche de mierda que he pasado.
El día trascurre tranquilo.
El desayuno es curioso, nos ponen una verdura cocinada con pan y un poco de fruta.
Durante el «working meditation», decido echarle ovarios y limpiar los baños. Cuando me meto ahí a plena luz del día, decido que sí, que los voy a limpiar pero a su estilo.
Cojo una balleta mugrienta, que no hubiese tocado bajo ningún concepto en una ocasión normal, y limpio lo que puedo.
Después hago como que friego y me voy a quitar telas de araña a mi apartamento con vistas.
Volvemos a meditar y a las 12 sirven la comida.
Aunque como poco, la comida es uno de los mejores momentos del día, hasta que entro al comedor y veo lo que nos tenían preparado…
¡Efectivamente! ¡Mini punto para tí!
¡¡¡¡ARROZ CON COSAS!!!!
Pero esto se pone más interesante cuando llega la noche y para cenar nos ponen café y tostadas con mermelada y mantequilla…
El café me viene estupendo para dormir, ¡gracias!
Se acerca la hora de acostarse y no quieroooooooooooooo.
Seguro que esta noche duermo mejor.
Cuando vuelvo al cuartucho y pongo la contraseña de la alarma de la puerta blindada, me meto en la cama. Hoy no hay tormenta.
Pero lo que al principio parecía una ventaja, pronto deja de serlo.
Hoy no escucho la lluvia, escucho al medio millón de especies animales diferentes que están montanto una fiesta al otro lado de mi puerta blindada.
Tengo que recordar el Padrenuestro como sea.
Al día diguiente, observo que hay diferentes tipos de habitaciones, y que no todas son cuartos de pastores, pero esas ya están ocupadas. No entiendo en que se han basado para asignarlas vaya.
El segundon día transcurre igual:
Desayunamos verdura cocinada, comemos arroz con cosas y cenamos tostadas con mantequilla y mermelada.
Esta gente sabe que lo de las tostadas es una costumbre occidental pero no la ubican en el momento oportuno.
O que ellos acostumbran a cenar lo que nosotros desayunamos, y desayunan lo que nosotros cenamos. Una cosa muy rara.
En cuanto a mi relación con Manué, es muy graciosa. Como hay que estar en silencio y mantener con el sexo contrario el mínimo contacto posible, nos lanzamos miradas y nos robamos caricias como recién enamorados. Aprovechando cualquier momento para susurrarnos algunas palabras.
Es la tercera puñetera noche que no voy a dormir.
¡Mañana pido cambio de habitación!
Y os sigo contando…MUUUUUUUUÁ
Tania me estoy partiendo de risa!!!
Me encanta como narras tu viaje, con mucho humor a pesar de las calamidades. Quiero más!!!! Otra, otra, ooootraaaa
Perdón Eva López
Jajajajajjjajaja
O te ríes a veces o a ver qué haces jajajajajjjajaja
Venga, voy a escribir otro ratito ?
???
¿ En un retiro budista a quien se le ocurre rezar el padre nuestro? ¿Buda no tiene oraciones? Buscas otro dios y esperas que te ayude el que has abandonado jajaja!
Jajajajajajajajajajajjjajajajajjaja
No busco ni he abandonado a nadie, pero si él lo ve igual que tú, me lo ha hecho pagar desde luego ?
Jajajajaja..me parto con la ubicacion d las comidas, me esta encantando el viaje, ya q nos haces sentir q lo stams viviendo en persona, xo sin animalitos y sin arroz cn cosas..jejeje, un besazo y sigue escribiendo q stoy deseando saber q paso cn ese cambio d habitacion….???
Mañana lo tienes calentito preciosa ?
Besitos para Nadia ???
jajajajjajjajajajajajajajaajajaajajajaajajajajajaja
Por fin sale una «manía» de Tania….no dormir por las noches!!! ya lo echaba de menos!!!! jajajajajajaja, este capitulo me ha encantado, nada más de imaginar tu cara limpiando el baño y la cara de ambos echándoos miraditas de «amorados».
OS quiero!!!
Deseando leer más!!!!
Si,este capítulo es muy divertido para los demás claro ?
También tengo como manía no dormir con ningún animal, a parte de Manué, y estos días he estado demasiado acompañada…
Nosotros también te queremos ?
Jajajajaa me ha encantado y me ha quedado clarita una cosita…jamás haré un retiro de meditación o como se llame!! Meditaré en casita si eso…?
Jajajajajajajajajajajjjajajajajjaja, bueno bueno, no te precipites que nunca se sabe ?
Por muy lejos que estes, sigues siendo tú. Imagino tus cara de poema en algunas ocasiones… La verdad que es mas divertido leerte que verte aqui en el Rincón de Mateo y no me contaras nada interesante ajajajajjajaa
Jajajajajajajajajajajjjajajajajjaja pues nada, no quedamos más ahí, tendrás que venirte aquí, que soy más interesante ?
MiTanita…!!!!M muero de la risa de principio a fin…miedo???Tú no tienes de eso…te has ido a un país de chinacos ennegrecíos y eso da mucho más miedo…digo yo…en este tiempo deberías sondarte,es menos problemático aunque luego tengas una cistitis de la leche(te tomas tu Monurol y listo…mira q odio las medicinas,pero ir a esos baños a diario es mucho peor…)Con respecto a la hora de levantarte ,es perfecta,yo uniría del tirón y en esas meditaciones,pa’lo que hay que y comer…seguiría durmiendo…????Cuando vengas te invito a una ración de ibéricos,un vinito como Dios(no Budha manda),un queso de oveja curado y una tortilla de patatas de mi padre(con poco aceitazo????)Te echo de menos,aunque reconozco que me tienes muy entretenida…?????
Ehhhhhhh eso de la tortilla de tu padre me lo apunto! Ya tenemos una cita a la vuelta! Que realmente el tiempo pasa volando!