Estás deseando saber cómo ha sido la nochevieja por aquí, lo sé. Ahora mismo te lo cuento.
El día 31 nos levantamos en el hostal y tuvimos que hacer las «maletas» para irnos al hotel de la piscina.
Desayunamos tranquilos y nos fuimos andando.
Llegamos antes de tiempo, la habitación no estaba lista y tuvimos que esperar en la terraza que tienen al lado de la piscina.
El día está algo nublado, pero seguro que mañana podemos celebrar el nuevo año dándonos un buen baño.
Cuando por fin podemos subir a la habitación, nos damos cuenta que la habíamos idealizado.
No está mal, pero algo viejita.
Llegué a esa conclusión, cuando me quedé con la mosquitera del balcón en la mano.
También ayudó que tengamos el baño encharcado por una gotera y que la televisión tenga ese culo.
Salimos a comer pronto, intentando decidir dónde iremos esta noche a darle la bienvenida al 2017.
Yendo a comer, descubrimos un parque muy chulo, donde montones de extranjeros estaban repartidos por las zonas verdes haciendo diferentes cosas.
Unos con el acro-yoga haciendo acrobacias por parejas, otros enganchando una goma entre dos árboles para subirse encima e intentar mantenerse…y los thailandeses, mirando.
Parecía un zoo aquello oye.
Especímenes extraños haciendo cosas raras mientras la gente del propio país les observa con curiosidad.
Les faltaba echarles cacahuetes.
La comida fue buena pero escasa, como siempre en Thailandia.
Lo mejor fue que nos encontramos por la calle con un amigo y pasamos un rato muy ameno.
Aunque no pudimos hablar mucho con la familia, tuvimos la suerte de poder hablar con nuestra amiga María Luisa y su Iván.
Esa conversación me dejó preocupada…
Dice mi amiga que porqué que salimos en las fotos con vestimentas tan horteras…
Voy a intentar aclararlo por si alguien ha tenido la misma sensación.
A parte de que en la mochila cabe lo que cabe y no me iba a traer mis mejores galas a un viaje de este tipo, nos está empezando a importar un rábano eso de combinar e ir bien arregladito.
¡Qué desgaste de energía!
Y qué felicidad levantarse cada día y no tener que pensar en lo que te pones, porque ¡no tienes otra cosa!
Si tienes 4 pantalones y 4 camisetas, eso es lo que hay y combínalas como puedas.
¡Es un descanso tremendo!
Después de hablar con mis queridos y maravillosos padres, nos vamos a empezar con nuestra fiesta de nochevieja.
Nadie nos ha sabido explicar claramente cómo se celebra aquí tal acontecimiento.
Paseando por la ciudad hemos visto algunos carteles sobre una «fiesta de la cuenta atrás» y hemos pensado acercarnos por allí.
Nos recomiendan darnos una vuelta por una calle concreta, que es por donde está todo el mundo.
Suponemos que será la típica calle llena de bares y pubs.
Nos ponemos nuestras mejores galas:
Manué: pantalón vaquero largo, camiseta informal y chanclas de piscina. Para combinar las chanclas, la mochila plegable de decathlon.
Tania: leggin vaquero, vestido rosa arrugado hacia arriba tipo camiseta larga, chanclas de hacer el camino de Santiago en agosto y pañuelo rojo y verde cortesía de mi amiga Montse.
Tuve que sacar el vestido de la mochila por la mañana y, aún así, tenía tantas arrugas que era vergonzoso.
¿Y qué hice? ¡Pues ponérmelo! ¡Qué-más-dá!
Eso sí, me puse brillo rosita en los labios para que me diese un toque distinguido.
Pero pensaba: «verás cuando tengamos que meternos en algún sitio a cenar o tomar algo y esté todo el mundo de gala…» «Tendremos que cenar en la calle…» «¿Habrá puestecillos callejeros hoy, donde cene la gente que no tiene más que 4 camisetas y 4 pantalones?».
Al llegar a la calle que nos habían dicho…¡otro mercadillo gigante nos estaba esperando!
Así celebran aquí la nochevieja…¡y todo!
Domingo: mercadillo.
De lunes a viernes: otro mercadillo.
Por la noche: el mercadillo nocturno.
Nochevieja: mercadillo de nochevieja.
Y así se divierten.
Te plantan un mercadillo de 5 kilómetros y entre que vas y vuelves ya has echado la noche.
La idea del mercadillo nos hace ilusión porque pasamos totalmente desapercibidos.
Allí cada uno va como quiere, no hay mucha gente arreglada y hay tantos puestos de comida que no vamos a tener problema con la cena.
Según vamos caminando, vemos a lo lejos, en el cielo, los farolillos típicos thailandeses que se ven en las películas.
La gente los enciende, pide sus deseos para el año 2017 y los suelta para que vuelen y llenen el cielo con su luz.
Como mi hermana Irene me había advertido que eso era lo típico en Thailandia y que lo tenía que hacer, seguimos a la masa hasta que llegamos al lugar de donde estaban saliendo los farolillos.
Una plaza grande, abarrotada de gente, se preparaba para el año nuevo lanzando sus buenos propósitos y sus mejores deseos, al aire.
El espectáculo era precioso.
A pesar de que no me gustan las aglomeraciones, porque sólo veo sobacos, nos quedamos un rato a observar.
Manu se empeña en que compremos un farolillo, y yo, diga mi hermana lo que diga, preferiría gastarme ese dinero en un gofre de chocolate…pero bueno.
Muy motivados, compramos el farolillo y nos damos cuenta de que no llevamos mechero para encender la mecha.
Le preguntamos al muchacho al que le hemos comprado el farolillo y se le ha acabado el gas en el mechero.
Como estábamos viendo que algunos farolillos los lanzaban mal y quedaban atrapados en los árboles de la plaza, nos alejamos de dichos árboles.
Cuando encontramos una zona fuera de peligro, pedimos un mechero y esa misma chica nos hace algunas fotillos.
No sé a qué se dedica esta muchacha, pero espero que no sea fotógrafa porque en ese caso tiene los días contados.
Voy a subir la foto porque no me queda más remedio, no hizo ni una en condiciones…
Encendida la mecha y hechas las fotos, nos miramos, enumeramos nuestros deseos (la gente los escribía en el farolillo pero tampoco llevábamos boli) y yo suelto el farolillo.
Manu, que le ha cogido el gusto, lo sujeta otro rato y camina con él.
Cuando decide soltarlo…
Manu sigue al farolillo con la mirada y las piernas, yo siguo a Manu con la mirada y sin las piernas y…
Ahí está nuestro farolillo…
Sí, sí, en el árbol enganchado.
Esperamos un poco a ver si salía volando otra vez, pero nada.
Nuestro farolillo no quería volar y Manué estaba triste, como cuando a un niño no le traen los reyes lo que había pedido.
Es inevitable pensar que por culpa de ese farolillo atrapado, tus deseos no se van a cumplir.
?????
A nosotros nos da igual, prácticamente todos nuestros deseos eran dirigidos a la familia y amigos así que…
¡los que lo tienen jodido son ellos!
Aún así, Manué quiere comprar otro farolillo y a mí me parece innecesario. ¿Qué pasa con mi gofre?
Sin embargo, veo que no se le pasa la tristeza y le animo a que lo compre.
Podía hacer 15 minutos desde que compramos el primer farolillo y ahora ¡nos quieren cobrar el doble!
A lo mejor por eso nuestro farolillo no volaba bien, porque era de los baratos ?
Al final nada, ni farolillo ni leches.
No pago «guan jandres» (100bats pronunciado en inglés-thai) por un farolillo.
Cuando la vendedora nos dijo que valían «guan jandres» estuvimos por decirle, vale, a Andrés cóbrale lo que quieras pero a mí la mitad, como antes.
Íbamos a empezar a ponernos en marcha para ir en busca de mi gofre cuando…¡llegaron los bomberos!
¡El árbol donde se había quedado nuestro farolillo estaba empezando a arder!
«Vámonos cariño que las cárceles thailandesas no tienen buena fama».
Desde que mi amigo David me dijo: «Dile a Manu que tenga cuidado con las thailandesas que casi todas tienen más rabo que él», andamos con mucho más cuidado.
Para que veáis que no os miento, ahí tenéis al señor bombero, a lo lejos, con su mangera, mientras los demás salimos corriendo para no acabar empapados.
Así que no sólo no pudimos hacer volar el farolillo sino que casi quemamos la ciudad.
Manu, decía: «parece que lo hacemos a posta para que tengas cosas que contar», ¡pero no!
Es la pura realidad.
Después de eso, no supimos elegir bien el postre.
Aún no entendemos bien qué les pasa aquí con las cantidades (si alguien lo sabe que me lo explique por favor) pero el gofre de nutella llevaba dos gotitas de nutella, muy bien esparcidas por todo el gofre.
Cuando sugerimos que nos echasen un poquito más, la buena señora se pasó otro rato extendiendo las mismas dos gotitas que ya había extendido antes.
Salimos del bullicio, camino de la plaza donde vimos el cartel de la cuenta atrás.
Teníamos intención de comprar uvas pero al final desistimos.
¡Si no me las tomo en España, no me las iba a tomar aquí!
Al llegar a la plaza, una mujer vestida de negro encima de un escenario, cantaba baladas en thailandés.
Algunas decenas de personas, también de negro, estaban sentadas escuchando el concierto.
Parecía que en cualquier momento iban a parar la música e iban a empezar todos a cortarse las venas.
¡Claro! ¡El rey!
Enseguida nos dimos cuenta de las fotos del rey esparcidas por todas partes y entendimos que aquello era una especie de homenaje y que allí ¡no habría fiesta ninguna!
Nos quedó mucho más claro cuando vimos este cartel…
¡Zona de no alcohol, dice!
¿Y qué zona es esa?
Delimítamela no vayamos a tener problemas.
¿Ahora qué hacemos?
No es que nosotros seamos los reyes de la fiesta, ni mucho menos, pero hombre, una copita hoy tiene que caer.
Nos alejamos de la zona de no alcohol, y buscamos un bar normalito donde poder tomarnos un mojito.
Llegamos al «Garage» y el dj está mezclando hiphop comercial.
¡Hay que quedarse aquí!
El pub está lleno de gente de todo tipo, la música es total y absolutamente maravillosa y estamos al aire libre.
¡Aquí con tanto extranjero hay cuenta atrás seguro!
Mi mojito de fresa no tiene nada que ver con un mojito de fresa, pero…de repente…empiezan a sonar los NˋSync, después Britney Spears, luego las Spice Girls, a continuación me ponen a los BackStreet Boys y trás esto es cuando me desmayo.
¡¡¡¡¡¡No puede seeeeerrrrrr!!!!!!
¡Estoy alucinando, gritando, emocionada y a punto de saltar a la pista!
Vaya, qué pena que me falte alcohol todavía…
Bailamos y observamos cómo la gente se emociona igual que yo cuando suenan tantas canciones.
O el dj se está marcando una sesión «remember» o allí todavía tienen club de fans de Gary Barlow.
¡Qué hombre, eh Sonyas!
A pocos minutos de las 12 de la noche, hacemos especulaciones sobre cómo será aquí lo de la cuenta atrás…
No esperamos mucho más que un corte de música y toda la gente chillando del 10 al 0, para poner después una gran canción, mientras la gente aplaude y se viene arriba.
A las 23:59, ponemos el móvil en marcha para grabar un vídeo para familia y amigos.
De repente se baja la música y el dj empieza a contar desde el 7, mientras algunos ya aplauden, otros se felicitan, otros empiezan con el 10 y otros se comen las uvas…
¡Un desastre!
Un desastre que encima ¡no está grabado!
Se nos olvidó darle al botoncito oye…
Nos quedamos con cara de tonticos…¡esperábamos mucho más!
Pero con el musicote que estaban poniendo a mí no me hacía falta mucho ya.
Fue muy gracioso observar a la gente del bar.
Los había muy borrachos, muy enteros, de todas las partes del mundo, arreglados, sin arreglar, en chándal, gente de todo tipo y de todos los sexos. Algunos con varios sexos.
Bailaban todos juntos, con un buen rollo brutal, pero…la cuenta atrás…
¡Un mierdón!
Con lo bien que lo hace Ramón García…
El 2017 ya está aquí y para los thailandeses es un día más.
Para nosotros, es una noche especial, diferente, para recordar, porque no hemos hecho mucho, pero estamos juntos viviendo experiencias ¡y eso es muy grande!
Espero que tu entrada de año haya sido genial.
BESAZOOOOOSSSSS ?