Negombo es caótia y sucia, pero estamos tan contentos…
He dormido más horas de las que he dormido en toda mi vida, así que me levanto fresca como una lechuguita.
Al final anoche hubo que ponerse el repelente. La última vez que Manué fue al baño y le escuché dando palmas entendí que no era sólo felicidad, sino que el baño estaba plagado de mosquitos.
Otra cosa interesante que hemos descubierto del baño es que justo en frente de la ducha la pared tiene un agujerito. Qué listos los morenitos estos…
Repelente en cuerpo y botas en pies salimos a recorrer la ciudad.
Cuando ponemos el primer pie en la calle y sentimos el calor fundiendo nuestras entrañas volvemos a la habitación a por las chanclas.
Caminamos por la playa más llena de despojos que hemos visto nunca y hacemos alguna foto para que quede constancia.
Negombo no tiene mucho que ver pero disfrutamos del paseo a 40 grados a la sombra y con una humedad de un «demasiado porciento».
Manué goteando sudor por la nariz y yo, que no sudo ni queriendo chorreando, como una cerdita. Mola mucho. Este calor a mi suegrecita le iba a encantar.
No hemos comido nada desde que devoramos el último sándwich de jamón que nos hizo mi madre, ayer sobre las 7 de la tarde, así que en el primer puesto de comida callejera compramos un arrocito, para variar.
Buscamos una sombra para sentarnos a comer y acabamos tirados en el suelo, cual vagabundos, comiendo arroz con las manos, en un callejón por el que no pasarías de noche.
Cada tuk tuk que pasa nos ofrece sus servicios, y eso viene a ser una media de 5 veces por minuto.
Buscamos la estación de bus porque mañana queremos trasladarnos y necesitamos mirar los horarios. Ya que estamos en un edificio medio decente busco el baño público. Maldita la hora.
Cuando lo encuentro sale un señor y me dice que no hay agua, acompañándome al mismo tiempo al baño público más cercano.
Yo que no tengo problemas con orinar en cualquier sitio, hago de tripas corazón y trago aire. Allí tampoco hay agua. Tengo que hacer pipí en un agujero rodeado de charcos de «mejor no lo pienses» y cuando acabo tengo que meter la mano en un barreño de agua para coger un cubito y echarlo en el agujero…
Y todo eso con chanclas…
Lo olvido inmediatamente, después de decidir usar pañal durante los próximos 7 meses.
Seguimos paseando y nos llama la atención la cantidad de símbolos religiosos por las calles, todos de religión católica. Por cada 2 templos budistas ya hemos visto 10 vírgenes. Curioso.
El centro de Negombo es para morirse de tráfico, ruido y tiendas repartidas por todos sitio. Y cuervos, muchos cuervos por todas partes.
Nos aconsejan que veamos las lonjas de los pescadores y aunque llegamos tarde podemos ver ese pescado fresquísimo y rodeado de moscas.
Decidimos volver al centro para buscar un sitio mejor para comer y regresar al albergue.
Nos empieza a diluviar de repente y nos metemos debajo de un árbol, y allí nos pica el primer mosquito hijo p… a los dos, para que ninguno se sienta ofendido.
Y al final, acabamos comiendo fritanga con pan, todo picante de narices, y más caro de lo que habíamos previsto.
De vuelta a casa encontramos 4 gatitos muy pequeños intentando cruzar una calle. ¡O hacemos algo o no se salva ni uno! Así que intentamos meterlos dentro de la casa de la que parecían haber salido.
Entienden que les queremos y salen detrás de nosotros cada vez que intentamos impedir que les atropellen. No sabemos qué habrá sido de ellos…
Llegamos al albergue y al quitarnos la ropa, para ir a la ducha, observamos como ya hemos empezado a coger moreno albañil. Mañana protección del 50 y cambio de residencia.
P.d: no os preocupéis, Negombo no nos ha gustado pero estamos bien?