Llevábamos días pensando si Malaysia sería el mejor sitio para hacernos un cambio radical y creo que ¡hemos acertado!
Nos levantamos indecisos…hemos preguntado en muchas peluquerías y, aunque los precios no se salen de madre, nos da un poco de pereza gastarnos el dinero en esto.
Echamos cuentas continuamente y nos van saliendo…podríamos apartar unos ringgits para ir a la pelu…pero no lo tenemos claro.
Nos vamos a ir a dar un paseo por la ciudad y lo vamos pensando.
Queremos ir andando hasta un parque enorme que está como a una hora del hotel. Nos ponemos nuestras botas de montaña y cogemos el paraguas, porque hoy también amenaza tormenta.
Caminamos una hora…y otra…llegamos al parque…lo rodeamos durante otra hora en busca de la salida…y cuando por fin la encontramos ¡ya estamos hasta los huevos de andar!
Lo primero que encontramos es un parque de pájaros en cautividad al que nos negamos a entrar. Nos estamos sensibilizando mucho con estos temas y vamos a intentar evitar todos los lugares donde los animales sean explotados.
De todos modos, aunque quisieramos entrar, es carísimo.
Pero justo al lago, hay un parque de orquídeas que además es gratis.
No nos lo pensamos ni un momento, a pesar de que ya estamos bastante cansados.
Hacemos alguna fotillo, vemos algún lagarto, mucho chino cargando con varias cámaras de fotos y algún que otro mosquito joputa que nos come.
Pero disfrutamos porque aún no nos ha caído ni una gota y el día está más fresquito de la cuenta. Este paseo con la temperatura normal de Malaysia hubiese sido imposible.
Yo ya pensaba que nos íbamos a comer, cuando a mi cariño se le ocurre que vayamos a ver un lago.
No es que no me gusten los lagos, que me gustan mucho, sólo que cuando llevas 4 horas caminando sin parar, pues piensas más en comer que en otras cosas, sólo eso.
Aunque ya que estamos tan cerca ¡cómo no vamos a ir!
La verdad que era todo muy bonito y un gran pulmón para la ciudad. No creo que Kuala Lumpur tenga muchos más parques como este. Si no fuese por los animales en cautividad ya sería perfecto.
Pero sin duda alguna, lo que más me gustó de todo lo que vi fue esto:
En una pared de una calle cualquiera, medio autobus incrustado en el ladrillo con dibujos varios de niños haciendo diferentes cosas, me pareció tan original y artístico que hicimos medio millón de fotos.
Yo pensaba que lo del arte callejero era algo exclusivo de George Town pero ya he podido comprobar que no.
Después de eso, comemos de nuevo en el Arab Shawarma de ayer y para casa que…creo que hoy toca peluquería.
Finalmente decidimos arriesgarnos. Vamos a ver si nos cambian un poco a los dos.
Hemos elegido la primera peluquería en la que preguntamos hace ya un par de días. Fueron muy simpáticos y había bastante gente. Hemos interpretado estos datos como buenas señales, pero esto no siempre es acertado.
Cuando llegamos, a pesar de que la peluquería está hasta la bandera, nos sientan corriendo a los dos y se ponen con la tarea.
Muchas cosas tendrían que aprender las peluquerías en España de las peluquerías de Malaysia.
Lo primero que hicieron fue sentarnos y darnos una botellita de agua a cada uno, más un té recién hecho. Después, nos embadurnaron la cabeza con una especie de gel ¡y empezaron a darnos un masaje!
No simplemente a tocarnos la cabeza, no. A mi me dieron un masaje de 10 minutos que incluía cabeza, cuello y parte alta de la espalda. Insistiendo incluso en las contracturas que iban apareciendo.
Con Manué no sé lo que hicieron porque yo estaba con los ojos cerrados tan agustito.
En la pantalla de televisión sólo salían raperos negritos dándolo todo, con lo cual, cuando pude abrir los ojos lo que podía ver en la tele tampoco estaba nada mal.
Pero lo mejor no queda ahí. A todas os suena el momento en el que te llevan a lavarte el pelo y tienes que ingeniártelas para no partirte la crisma, ¿verdad?
De hecho, dicen que la hernia cervical que yo tengo es de un accidente de tráfico pero yo juraría que es por culpa de la posición que tiene que adoptar mi cuello cuando me lavan el pelo en la peluquería.
Esos lavacabezas que parecen muy modernos pero que tienen de cómodos lo mismo que dormir sobre alfalfa.
Si, esos lavacabezas en los que, mientras te están dando restregones, no puedes para de pensar en la resonancia cervical que te vas a hacer nada más salir.
En esta estupenda peluquería de Malaysia (Peluquería Joe en el Pudu Plaza Shopping Center de Kuala Lumpur), los lavacabezas son camas comodísimas donde estás prácticamente en horizontal y tu cuello descansa sobre algodones.
Y ahí, lavándote la cabeza puedes disfrutar del segundo masaje.
Vuelvo a sentarme en el sitio que me han asignado para mi cambio de look. Una muchacha asiática, joven y de pelo entre azul y morado, me da otro masaje y yo ya no sé con quién me quiero casar…
Mientras yo disfruto de mi tercer masaje, Joe (el dueño de la pelu) va acabando con Manué.
Para una vez en su vida que mi cari quiere un cambio novedoso, van y le dejan igual pero con una raya en un lado, tipo machetazo.
Muy guapo, porque el que es guapo es guapo, pero con poco cambio la verdad.
Viendo a Manu me relajo. Lo peor que me puede pasar es que yo también me quede igual que he venido…supongo.
Empiezan conmigo. He decidido ponerme algunos ricitos y ahora tengo a 4 peluqueras, y a Joe que viene de vez en cuando, poniéndome bigudíes con algo menos de sensibilidad de la que usan para dar los masajes.
No sé si saldrán ricitos o no pero las arrugas me las han quitado con tanto estirón de pelo.
Manu está leyendo, ajeno a lo que está pasando en mi cabeza.
Después de un buen rato de bigudíes me ponen unas orejeras y una toalla a modo de turbante. Todo para que al echarme un líquido apestoso por toda la cabeza, este no se repartiese por ninguna otra superficie.
Aún así, con orejeras y todo, tenía líquido hasta en las puntas de los pies.
La rutina de echarme líquido, plantarme un gorro, ponerme el casco ese que echa humo y dejarme recociendo unos minutos, se produjo 3 ó 4 veces.
Y, de repente, llegó el momento de quitarme los bigudíes.
2 peluqueras muy majas me los van sacando uno a uno, mientras Joe viene a revisar el trabajo de vez en cuanto.
Yo no quiero mirar…
Cuando abro los ojos…toda la peluquería me mira con los ojos muy abiertos a pesar de tenerlos rasgados. Casi se les quedan ojos de occidentales.
Manué, muy simpático, espeta: «¿quién eres tú?»
Y te tienes que callar por no decirle que a él le han dejado más entradas…
Me vuelven a llevar al lavadero y la chica me pregunta que si es la primera vez…
La primera vez que qué…
- ¿la primera vez que se me va la olla?
- ¿la primera vez que voy a la peluquería?
- ¿la primera vez que busco la manera de no tener que peinarme?
Noooo, qué va, son cosas que ya he hecho más veces a lo largo de mi vida y que han tenido diferentes repercusiones.
Después de lavarme la cabeza por segunda vez, se ponen conmigo otras dos peluqueras, cada una con un secador en la mano. Y eso que tengo la cabeza bien pequeña.
Primero me vierten un bote de espuma en el pelo y luego empiezan a darle al difusor muy concentradas.
¡Hemos acabado!
Me miro al espejo y me parto de risa. Los demás no podían reírse para fuera pero creo que toda la peluquería se estaba riendo para dentro. Y eso que seguro que no conocen a Nina la de OT.
Aún así, yo estoy muy contenta con el resultado, esto me va a ahorrar mucho trabajo.
Ya no tengo que escribir artículos para ayudar o hacer reír a la gente, ahora lo único que tengo que hacer es poner fotos mías con el nuevo look y la diversión está asegurada.
Voy a poder hacer reír a muchas personas sólo yendo a la pelu de vez en cuando…¡he descubierto mi nueva vocación!
Ale, a reirnos todas.
Ya iré poniendo más fotos para que nos vayamos acostumbrando???
Sólo nos quedan un par de días en Malaysia antes de volar hacia Indonesia. Bali nos espera y allí mismo nos encontraremos de nuevo con Silvia e Isaak y quizá también con Will y Erika (los que nos ayudaron con la cena española para 40 personas).
Te sigo contando muy pronto.
¿Qué te ha parecido mi look?
Recuerda que la sinceridad no siempre es una virtud ?
UN ABRAZO