Despedimos Nepal por todo lo alto. Si quieres volar a gusto, emborráchate en el avión.
Pokhara se queda atrás. Volvemos en bus a Katmandú para coger el vuelo hacia Thailandia.
Camino hacia la estación de bus, no puedo dejar de acordarme del viaje de ida.
No he tomado ni un sorbo de agua para no tener problemas con el pipí.
En cuanto ponemos un pie en la estación ya tenemos doscientas ofertas para subir a diferentes buses.
Manu decide que nos quedamos con el primero que ha venido a buscarnos.
Le explica que es probable que haya que parar más de la cuenta porque tiene una novia meona y nos dice que no hay problema.
Le explica otra vez que él tiene una novia meona y yo un novio con mala leche y que no dudaremos en asesinar al conductor si nos hace lo mismo que el anterior.
Como no saben si bromeamos o vamos en serio, se miran pensativos.
Creo que incluso dudaron si dejarnos subir.
Como quedan tres cuartos de hora para que salga el bus, nos vamos a desayunar.
Manu no me deja terminarme el café y me obliga a ir al baño dos veces, casi consecutivas, por si acaso.
Empezamos el viaje y…bueno…no tardo mucho en encontrarme en situación crítica.
¿¡Qué puedo hacer a parte de sondarme!?
Manu se levanta muy educado y pregunta por la hora de parar a desayunar.
«¡5 minutos!», dice el ayudante del conductor.
¡Mierda! Justo lo mismo que dijo el otro muchacho en el otro viaje y acabaron siendo más de 40.
Hoy va a ser el día que voy a mear dentro de un bus por primera vez.
¡Pues no!
Cinco minutos después, paramos a desayunar y puedo hacer pipí tranquilamente.
¡Bravooooooooooo!
Aún así, no os creais que fue un viaje tranquilo.
Primero, se montaron cuatro alemanes que se habían confundido de bus y tuvimos que parar y esperar a que su bus viniese a recogerles.
Después de comer como los pavos, cuando ya estamos todos montados en el bus, el ayudante del conductor se da cuenta que falta gente.
Los busca por todos lados sin obtener resultados satisfactorios.
Se baja el conductor que llevaba media hora pitando para llamarles la atención y poco después, se bajan otros dos hombres para ayudar en la búsqueda.
Nosotros no sabíamos muy bien qué estaba pasando ni quiénes eran los que faltaban.
Al rato, aparece una turista enorme rubia que había subido sola al bus y trás ella, un nepalí que no se ha visto en otra en su vida.
Podemos hacernos una idea de lo que estaban haciendo…lo que no sabemos es dónde.
Y no te lo pierdas…ya de camino, el nepalí que se había enrrollado con la rubia gigante, se levanta nervioso tocándose los bolsillos ¡porque se ha dejado algo donde se estaba enrrollando con la rubia!
Hay gente para todo…
Tuvimos que parar otra vez para que este muchacho volviese corriendo, recogiese aquello que se le había perdido y continuar el viaje.
Volver al polvo y al rudio me hace la misma gracia que arrancarme los pelos de la nariz con las pinzas…
¡Qué bien que sea sólo una noche!
Como ya he dicho en otra ocasión, lo mejor de Katmandú es poder volver a comer en el restaurante de Rima y Ray: Namasté Food Corner. Muuuuuuuy cerca de Thamel, por si a alguien le interesa.
Lo primero que hacemos es dejar las cosas en el hostel e ir a tomarnos una infusión.
La comida nos ha sentado tan mal que lo de la infusión es pura necesidad.
¡Eso de tener que comer arroz con cosas en 20 minutos es imposible!
Si llegamos a saber que íbamos a tener que estar esperando a que la rubia se enrrollase con el nepalí, no hubiese comido tan rápido.
Por la noche, quedamos a cenar con Marco y gracias a él volvemos a conocer a otros cuatro españoles geniales.
Gema, Raúl, Nuria y Xavi, son de esas personas que conoces un rato y lamentas no poder pasar más ratos con ellos.
Además, Gema nos ha dado un montón de información para el viaje a Thailandia. ¡Gracias belleza!
Resulta que me sonaba mucho su cara y es que somos del mismo gremio. Creemos que coincidimos en el gimnasio en el que me formé como profe de Pilates hace más de 10 años.
¡El mundo es un pañuelo, precioso!
Por no hablar de que Nuria y Xavi trabajan en Ibiza y habrá que ir a hacerles una visitilla cuando estemos por allí.
¡Prometido chicos!
Estamos poco tiempo con ellos porque la cama nos espera. Pero cuando llegamos a la habitación, lamentamos no habernos quedado fuera.
De nuevo tenemos una habitación frigorífica. Muy amplia, con el baño muy limpio y todo lo que quieras. Pero fría como el hielo.
Curiosamente, justo frente a la cama, tenemos un aparato de aire acondicionado.
Por no ser trepas ni aprovecharnos de nadie sin permiso, bajamos a pedir el mando.
En recepción no dicen que si queremos aire calentito tenemos que pagar 500 rupias más, así que nos conformamos con otra manta.
Pero tampoco hay que ser tonto.
¿Qué te cuesta dejarme caldear un poquito el iglú?
Así que si no puede ser por las buenas…tendremos que hacerlo por las menos buenas…
Abrimos la máquina y conseguimos que salga aire calentito sin necesidad de mando ????
¡No me lo puedo creer!
¡Voy a poder dormir con calefacción!
Aún así, la pillo gorda otra vez.
Llevaba días con molestias en la garganta y ya se han materializado en otro catarro de los buenos.
Si es que es normal: por el día mucho calor, por la noche mucho frío, te quitas, te pones, no tomas vitaminas…
¡Ains!
Vamos a alegrarnos la mañana con un desayuno de despedida.
Quedamos con Marco, que es de las cosas más interesantes que nos llevamos de Nepal, y al poco rato aparecen los 4 españoles de los que os hablaba antes.
¡Qué bien poder pasar otro ratito con ellos!
Con pena, nos despedimos de Marco, Gema, Raúl, Nuria y Xavi, y también de Rima y Ray.
Son tan majos que además de hacernos el desayuno se encargan de pedirnos el taxi que nos lleve al aeropuerto.
Por el camino, es inevitable pensar en todo lo bueno que nos llevamos de Nepal.
No sólo hemos conocido gente fabulosa y comido cosas riquísimas, sino que hemos visto lugares alucinantes. Por no mencionar el paragliding.
Aunque sin ninguna duda, como dice mi nueva amiga María, lo que más huella te deja es la gente que vas encontrando por el camino.
En el aeropuerto de Katmandú, todo bien. Subimos al avión sin contratiempos.
Jamás nos hubiésemos imaginado lo que nos esperaba en este viaje.
Subimos al avión de JetAirways, que hace la ruta Katmandú, Bombay (después nos toca coger otro vuelo a Bangkok).
Al lado nuestro en el avión, un señor blanco de mediana edad, lleno de tatuajes, con ausencia de algunos dientes y flaco como la rabia.
No habíamos despegado todavía cuando este señor que vamos a llamar «Bier», ya le ha pedido una cerveza a la azafata.
«No me puedo esperar a la comida», dice.
No hace falta dar explicaciones hombre, cada uno bebe cuando quiere.
Cuando llega la comida, se vuelve a pedir otra cerveza.
Manué y yo nos emocionamos porque de postre nos ponen Kit Kat. Un Kit Kat de medio gramo, pero Kit Kat al fin y al cabo.
Acabando de comer, mientras Bier iba ya por su tercera cerveza, observamos que un señor pide doble ración de comida.
¿Cómo? ¿Que se puede repetir?
¡Pues yo quiero más Kit Kat!
Hacemos el intento y…¡efectivamente!, ¡se puede repetir!
Aprovechando que nosotros habíamos pedido más Kit Kat, nuestro amigo Bier se pide otra cerveza. ¡Y vamos por la cuarta!
Hubo un momento, cuando las azafatas aún no habían terminado de recogernos las bandejas de la comida, que la gente se empieza a levantar para ir al baño.
De repente, se forma una cola como de 15 personas en el pasillo, que pretendían esperar para entrar al baño, mientras las azafatas seguían recogiendo las bandejas.
No cabía en nosotros más asombro, hasta que una de las azafatas sale con una bandeja llena de cervezas ¡y empieza a repartirlas!
¡Venga ya! ¡Estás de coña!
Bier se toma la quinta, Manu decide tomarse una para no desentonar demasiado y yo…¡pues otro kit kat!
No sé cómo explicar, para que lo entendáis bien, qué pasó en ese avión.
Fuera de bromas, empezó a sonar música y todo.
Yo pensaba que de un momento a otro salían las azafatas en pelotas y nos enseñaban a ponernos el chaleco salvavidas a ritmo de reggeaton.
La azafata repartiendo cervezas, más de 15 personas en pie esperando para ir al baño o charlando con compañeros de vuelo, nuestro amigo Bier que tenía que llevar una melopea ya que pa qué…¡nosotros flipábamos!
¡Un avión con barra libre de cerveza!
¡Cómo no iba a haber cola para ir al baño!
Pero…¿15 personas levantadas al mismo tiempo esperando?
¡Ese panorama no era ni medio normal!
Nosotros, entre asustados y alucinados, cuando éramos capaces de cerrar la boca y dejar de flipar, nos reíamos y observábamos el espectáculo.
Hemos decidido que volaremos siempre con JetAirways.
Viendo que me iba a quedar sin cerveza, me pillo una para luego.
¡Cervezote para la mochila!
Vamos a llegar a Bombay a las 3 de la tarde y hasta las 8 de la mañana del día siguiente no sale nuestro avión a Bangkok.
Será una noche larga que con cerveza se hará más amena seguro.
Poco después, por la megafonía del avión, nos llaman a la calma y sugieren a los meones que vuelvan a sus asientos y se lo hagan encima.
Y es entonces cuando una de las azafatas aparece con una bandeja llena de cervezas vacías, partiéndose el culo.
Ya no sabemos si se ríe porque se ha dado cuenta de que le estamos haciendo una foto o si se descojona porque se las ha bebido ella todas.
¡Muy fuerte el asunto!
El vuelo Bombay-Bangkok también es con JetAirways. Me voy a comprar unas plataformas y una camiseta de rejilla por si se calienta la fiesta.
Hubo un momento durante el vuelo, que pasamos una zona de turbulencias y nos movíamos más de la cuenta.
De pensar que el piloto podía estar bebiendo cerveza también, se me puso el cuerpo malo.
¡Abrochénse los cinturones! Los que piensen que llevar cinturón de seguridad en un avión puede servir para algo.
Estábamos todos sentaditos y con los cinturones abrochados, rezando porque el piloto fuese abstemio, cuando veo que Manué sonríe a alguien.
«¿A quién sonríes cari?».
«Nada, la azafata que me está haciendo ojitos», me dice.
Pues se va a quedar sin ellos, porque se los voy a arrancar.
Sí, sí, la de la bandeja de cervezas intentando ligar con mi chico.
¿Qué te parece?
De hecho llegamos a tierra, y yo esperándole fuera del avión porque la azafata tenía ganas de conversación.
Porque dormimos en el aeropuerto que si no a este hoy le toca sofá.
AY LO QUE OS QUIERO YO MAREEEEEEEEEE?