• Saltar al contenido principal
  • Saltar a la barra lateral principal
Tania Carrasco logo transparente mediano
  • INICIO
  • SOBRE MÍ
  • CONSULTA
  • FORMACIÓN
  • BLOG
    • ALIMENTACIÓN Y EJERCICIO
    • DESARROLLO PERSONAL
    • MIS VIAJES
  • REGALO
  • CONTACTO

chinches

SEGUNDA VEZ QUE LOS CHINCHES SE COMEN A MANUÉ

12 mayo, 2017 por taniacarrasco 2 comentarios

Sí, parece una broma pesada, de nuevo nos encontramos con nuestros amigos los chinches.

¿Qué probabilidades existen de que los chinches te coman dos veces en 6 meses? Apuesto a que poquísimas.

Como te conté la última vez, la segunda noche en el hostal de Herman nos cambiaron de habitación. La verdad que la habitación era una maravilla, la cama enorme y todo súper limpio.

Si por algo se caracteriza el hostal de Herman, en comparación con todos los sitios en los que hemos estado estos meses, es por lo cuidadosos que son con la limpieza. Está todo impoluto.

¿Cómo íbamos a imaginar que podía haber chinches allí?

Por la tarde, estuvimos viendo una peli en la cama sin problema. Por la noche, nos fuimos a dormir pronto y, como la cama es tan cómoda, nos costó poco trabajo coger el sueño.

A la 1 de la mañana, Manu me despierta refunfuñando, enciende la luz, se baja de la cama y mira por todos lados sin parar de rascarse.

Enseguida entendemos lo que pasa y empezamos a encontrar a estos insoportables bichitos entre las costuras del colchón, por encima de las sábanas, por el suelo…

¡Chinches otra vez!

 

Sin pensarlo ni un instante, salimos de la habitación llevándonos todas nuestras cosas. El guarda de seguridad que tiene Herman, para cuidar el hostal por la noche, nos pregunta qué pasa y le mostramos el descubrimiento.

El pobre hombre no sabía dónde meterse. No había habitaciones libres y teníamos que esperar en el hall hasta que viniese Herman a las 5 de la mañana. 

Manu estaba picoteado de arriba abajo y yo…nada, como la vez anterior. En esta ocasión no se había librado ni su preciosa carita, que la primera vez quedó intacta.

Como ya sabemos lo que hay que hacer a continuación, revisamos la ropa que llevamos puesta, palmo a palmo, linterna en mano. Ahora hay que volver a lavarlo todo.

Nos caemos de sueño, estamos cansados, nos dan ganas de meter todas nuestras cosas en la mochila, quemarlas, y volvernos a casa aunque sea a nado.

¡Hemos encontrado chiches en el hostal más limpio en el que hemos estado nunca! Después de esto, te puedes esperar cualquier cosa en cualquier lugar, y eso no nos da ninguna tranquilidad. 

Antes de las 5, Herman y su mujer aparecen por allí con cara de circunstancias. Están muy sorprendidos y lamentan muchísimo la situación. Nosotros ya llevábamos unas cuantas horas buscando un nuevo alojamiento, tipo hotel de 5 estrellas o algo parecido.

Pero, ¿quién te garantiza ahora que no puedes encontrar chinches en un hotel de 5 estrellas de Indonesia?

Lo primero que hace Herman es prepararnos un café rico de esos que hace él. Nos invita a su casa a dormir, pero rechazamos la invitación. No creo que fuésemos capaces de pegar ojo a estas horas.

Nuestra única intención es marcharnos de allí cuanto antes, pero Herman insiste y acabamos sucumbiendo. Total, sólo teníamos intención de quedarnos una noche más, así que simplemente adelantábamos la partida un día.

El caso es que al final terminamos la noche en casa de Herman, y la siguiente también.

Nos ofrece su casa para las dos noches que aún nos quedaban en Jimbaran. Pero no su casa en el cuarto de invitados, no: él, su mujer y su bebé de 10 meses, se marchan a otra casa y nos dejan la suya solo para nosotros.

Sin mencionar que la noche de los chinches no nos la cobran y que se tomaron todas las molestias necesarias para que estuviésemos bien en todo momento.

¡Qué gente más maja de verdad!

No nos lo podemos creer…igualito que nos trataron cuando nos pasó lo mismo en Tailandia.

Además, también se ofrecen a lavarnos toda la ropa sin coste alguno.

Cuando llegamos a la casa de Herman, se habían preocupado de limpiarlo y recogerlo todo para dejarnos la casa totalmente libre. Nos dieron permiso para usar la cocina, para coger lo que necesitásemos y para sentirnos libres de estar como en nuestra propia casa.

¡Así sí!

Aunque pensábamos que no íbamos a poder dormir, caemos como niños pequeños. Es una situación complicada y extraña, pero cuando te tratan bien te invade la tranquilidad y todo merece la pena. 

Claro que si le preguntas a Manu, que está hasta arriba de picaduras, igual te dice otra cosa.

Manu comido por los chinches

Sin embargo, esta vez se lo está tomando de otra manera: no se queja, agradece muchísimo lo que están haciendo por nosotros y se mantiene tranquilo a pesar de las circunstancias. 

¡Bendita meditación!

De todos modos, si alguien te lleva chinches a tu hostal, poco puedes hacer a parte de solucionarlo cuando el problema salga a la luz.

Herman, su mujer y todo el personal del hostal se comportaron maravillosamente bien con nosotros.

No me puedo olvidar de comentar que lo primero que hizo Herman fue cambiar el colchón donde habíamos encontrado chinches, limpiar la habitación de arriba a abajo y quedarse a dormir él mismo en esa habitación, con el colchón nuevo, para comprobar que el problema había desaparecido.

Volveríamos allí sin duda alguna. De hecho, nuestros últimos días de viaje queremos pasarlos allí.

Vale, en otra habitación, por si las moscas, pero allí con ellos, cerquita del aeropuerto y en el hostel donde mejor nos han tratado de todos en los que hemos estado ?

Para darle color al día y aliviar las picaduras de Manu, nos vamos a la playa con Johana, la francesita que conocimos ayer. Ella aún no conoce la Karma Beach y podemos hacerle de guía.

Pasamos un día muy agradable y muy tranquilo con ella. Nos vamos a cenar juntos y charlamos de mil cosas. Se nota que está pasando algún tipo de crisis existencial y ese es el motivo de su viaje.

No tiene que ser nada fácil, cuando no te encuentras muy bien, irte a viajar sola durante un montón de meses. Hay que echarle un par de ovarios bien gordos.

Johana, si me estás leyendo, ¡ánimo con todo! El viaje va a ser genial y aprenderás tantas cosas que verás la crisis como una herramienta fabulosa para crecer. Estás en el camino, ¡adelante!

La verdad que en casa de Herman estamos súper agusto: nadie nos molesta, está todo limpio…realmente nos sentimos casi como en casa y se nos pasa el agobio. 

Al día siguiente, ya toca marcharse otra vez. Cogemos la moto, el menor equipaje posible y nos vamos hacia el norte para bucear. Aunque los alojamientos que hemos visto por internet son muy caros, tenemos la esperaza de encontrar cosas más asequibles cuando lleguemos allí.

En el centro de buceo tienen habitaciones económicas, pero después de lo de los chinches, a ver dónde nos metemos que podamos dormir tranquilos…

Al llegar a Tulamben, el pueblo donde vamos a bucear, vamos directamente al centro de buceo. Ya nos imaginábamos que las habitaciones no serían para tirar cohetes así que, después de reservar el buceo para el día siguiente, nos vamos en busca de alojamiento.

No miramos mucho, se está haciendo de noche y estamos cansados. Nos quedamos en un pequeño resort con piscina, de lo más asequible que hemos encontrado y en el único donde el desayuno estaba incluído en el precio.

A parte de tener el wc lleno de orín, la habitación era bastante nueva, espaciosa y con una buena cama.

¿Limpio? Pues yo ya no sé cómo establecer los estándares, hace tiempo que me perdí. De momento, con no volver a encontarnos chinches nos va bien. No voy a mencionar las 4 arañas del tamaño de mi mano que vamos encontrando por la habitación?

Y con eso de que sólo matamos mosquitos, habrá que dormir con un ojo abierto. Si una araña de ese calibre me ataca, estoy perdida.

El caso es que el resort es bastante chulo. Aún está en construcción y las habitaciones que tienen disponibles sólo tienen 4 meses. Es decir, parece todo bastante nuevo porque sólo tiene 4 meses de mierda acumulada. 

El desayuno no está del todo mal, las vistas al volcán desde el restaurante son inmejorables, y el baño que nos vamos a dar en la piscina cuando volvamos de bucear va a ser la repera.

 

Bucear…¡ay bucear…!?

Voy a hacer un nuevo intento, en inglés, a ver si esta vez sale todo bien. Ayer nos encargamos de que les quedase claro que necesito un equipo de niña para todo: botella de oxígeno pequeña, traje pequeño, escarpines pequeños, gafas pequeñas…

Tú lo has entendido, ¿a que sí?

Tenía que haberme imaginado que el colgado que nos atendió en el centro de buceo no se estaba enterando de nada. Era un francés que hablaba en un inglés gurutal extraño y que alternaba todo tipo de bromas con extraños movimientos.

Hizo un par de comentarios sexistas que casi le hacen perder el acento gutural al clavársele un bolígrafo en el paladar, que era de lo que me estaban dando ganas.

Mientras le escuchaba y trataba de no soltarle alguna fresca, pedía al cielo que este no fuese el instructor de buceo con el que nos íbamos a adentrar en el mar al día siguiente. 

De hecho, si veo a este tipo en un psiquiátrico, vestido de buceador, me cuadra más que en la recepción de un centro de buceo cualquiera.

¡Menudo tipo más raro!

El cajero no nos da dinero, la cena nos sienta fatal, estamos reventados, tenemos que dormir rodeados de arañas y hay que madrugar un montón para ir a bucear…

El día de mañana promete, lo sé. 

GRACIAS POR ESTAR AQUÍ TODAVÍA

UN ABRAZO

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: Bali, bucear, chinches, Indonesia, tulamben

AJUSTANDO GASTOS Y BAILANDO SALSA

11 enero, 2017 por taniacarrasco 36 comentarios

Por fin dejamos el hostal de los chinches, pero el nuevo alojamiento es tan caro que tenemos que ajustar gastos.

Otra de las cosas que estuvimos haciendo anoche fue ver cómo podíamos ajustar gastos.

Si nos pensábamos quedar en una habitación mucho más cara, habría que controlarse más.

Fue muy gracioso cuando estábamos echando cuentas sobre lo que podíamos gastarnos en comer y Manu propuso ¡quitarse el desayuno! ????

Me entró un ataque de risa porque lo dijo con una seriedad…Estaba todo convencido.

Lo cierto es que podríamos dejar de darnos algunos caprichillos, como el día que fuimos a cenar al restaurante indio…

El lunes amanece precioso.

Hace un día increíble y nos levantamos muy contentos porque vamos a pasar de un hostal lleno de chinches a un hotelito muy apañao.

Antes de dejar el hostal de los chinches, me dedico a dejar notitas por todos lados para los nuevos inquilinos.

Lo único que puedo hacer por los huéspedes en este momento es avisarles de que están pagando por un sitio lleno de chinches.

Me hubiese gustado que alguien me hubiese avisado a mi también.

Cojo el boli y dejo notitas ocultas por los muebles, con la esperanza de que el chico de la limpieza no las encuentre.

Por si las encuentra, escribo sobre el espejo del lavabo y en la puerta del baño.

No pienses que me puse a escribir por ahí en plan macarra destrozando el mobiliario con las pintadas.

Escribí a boli de manera que fuese fácilmente limpiable, en caso de que llegasen a verlo los propietarios.

No estaba tratando de hacer ninguna putada sino de ayudar a los próximos que durmiesen allí, porque estaba claro que los dueños no iban a hacerlo.

Cuando bajamos con las mochilas a dejar las llaves, a la señora de recepción que le había pillado todo nuestro periplo en su día libre, le extraña nuestra huida.

Se suponía que íbamos a quedarnos una semana más.

No necesita muchas explicaciones para entender que ya no estamos a gusto allí.

Al despedirnos, damos las gracias igualmente, supongo que en el fondo a nadie le gusta que sus huéspedes se vayan con ese mal sabor de boca.

Los sentimientos estos días eran sentimientos encontrados.

Por un lado queríamos matarlos a todos y por otro lado agradecíamos cada muestra de comprensión.

¡Llegamos a nuestro nuevo hotel!

Manu se marcha al curso y yo tengo que esperar a que limpien la habitación.

Cuando por fin me dejan subir a dejar mis cosas, tardo 2 segundos en escribir a Manué para comunicarle lo chula que está.

Para que te hagas una idea, vamos a pagar 20 euros la noche por un hotel que en España te costaría más de 60.

La cama deslumbraba de lo blanca que era.

La tele de plasma ocupaba casi toda la pared.

Era una habitación luminosa, tranquila y casi limpia del todo.

Ya conoces lo maniática de la limpieza que soy, a veces.

Cuando me acerqué a tirar una cosa a la papelera y comprobé que no la habían retirado para pasar la mopa, no pude darles el 9,5 que estaba pensando ponerles.

Y cuando fui a hacer pipí y percibí que el inodoro tampoco es que estuviese recién limpiado precisamente, me llevé una desilusión.

Vamos a dejar la nota en un 8,5, porque vengo de donde vengo.

En ese momento decidí que no íbamos a pagar tanto dinero por estar 15 días aquí.

Si me gasto la pasta tiene que merecer muchísimo la pena, si no…

De todos modos, tenía pendiente volver hoy a Chinda House, donde se aloja el compi de Manu, para que me enseñen la habitación que no pudimos ver ayer.

Aunque vimos la que te comenté del compi, no quedamos convencidos y queríamos ver una que estuviese vacía.

Me dijeron que me pasase a las 11, así que a las 11:15 me tenías allí.

Les dejé un poco de margen por si acaso.

Cuando llego, me dicen que aún no se han marchado los huéspedes y que vuelva a las 12.

Me voy a comer y a dar una vuelta para hacer tiempo, y vuelvo según lo acordado.

¡Pues tampoco hubo suerte!

Ahora me dicen que vuelva sobre las 2…

Mira…¡aquí se piensa todo el mundo que no tengo nada mejor que hacer que dar vueltas por Chiangmai!

¡Ya no voy más! ?

Escribo a Manu para que se pase él cuando salga del curso, puesto que le pilla de camino.

Durante todo el día, no paré de pensar en cuál sería la mejor opción, en caso de que a Manu no le gustase la habitación del Chinda House.

Esa habitación sería genial en lo que al precio se refiere.

Son 15 días en los cuales si tuviésemos una habitación barata podríamos ahorrar bastante.

Las opciones que se barajan son las siguientes: el Chinda House o el hotel de nuestra amiga Ja O.

La diferencia de precio es considerable, así que espero que a Manu le guste el Chinda.

Cuando por fin aparece mi amorcito por la puerta, queda anonadado con la habitación que tenemos para hoy.

Sólo ver la cama ya te invita a quedarte para siempre.

Sin embargo, ¡le ha gustado la Chinda! ?

No tiene nada que ver con el hotel en el que estamos ahora pero es una habitación espaciosa, con mucha luz.

 

También tiene muchos armarios, que lo de no poder sacar las cosas de la mochila en 15 días no es muy cómodo.

Además, parece que está «limpio», lo que es un punto decisivo.

 

Volvemos juntos para que me la enseñen a mí también y estoy totalmente de acuerdo con Manué.

¡Qué alivio!

De este modo, mi Manu podrá desayunar todos los días ?

Con la alegría propia del que ha encontrado una casa decente, ¡nos vamos a bailar salsa! ?

Por eso de ajustar los gastos que decía antes…

Leímos que los lunes hay un sitio donde se puede ir a bailar y ¡qué mejor manera de divertirnos!

Ja O, que pensaba venir con nosotros, no puede porque le han dado días libres y se va por ahí con su novio.

Nos metemos en internet para corroborar que efectivamente hoy hay salsa y no pegarnos el viaje para nada.

Nos confunde un poco que el artículo sea del 2012…

Seguimos mirando y encontramos un sitio para los martes, con la información totalmente actualizada.

Así que yo creo que será mejor que vayamos mañana.

Cenamos y nos metemos en la habitación para disfrutarla al máximo.

Cuando tenemos una habitación de hotel en condiciones pasamos más rato dentro que fuera.

Sabemos, a ciencia cierta, que hoy vamos a dormir como verdaderos angelitos.

Es un auténtico rollo cambiar tanto de alojamiento.

Pero es lo que tiene viajar…

Ya sabíamos a lo que veníamos y ya llegará el día en el que pongamos el huevo en algún sitio.

De momento, nos quedan muchos alojamientos por ver, seguro.

Lo más interesante que estamos haciendo estos días NO SE PUEDE CONTAR AÚN.

Pero tenemos miles de proyectos en la cabeza que tendrán que ir tomando forma.

Tal y como estaba previsto, dormimos de maravilla, pero hay que cambiarse de nuevo.

La verdad que en el Chinda House es como si tuviéramos un pequeño apartamento. La habitación, aunque vieja, es bastante espaciosa, luminosa y limpia.

Para rematar el día, ¡hoy sí que salimos a bailar salsa! ?

Hemos encontrado un pub que por un módico precio, pagas una clase de salsa, consumición y el derecho a quedarte allí bailando todo el rato que quieras.

Sabemos que la profesora será thailandesa, así que tenemos un poco de miedo. No sabemos hasta qué punto será aprovechada una clase de baile latino con una persona de este país…

Al llegar al local, somos 4 gatos y mucho pingüinos ?

¡Madre mía qué frio hace allí!

Está bien lo del aire acondicionado cuando la gente está bailando y aquello se caldea. Pero cuando estamos 4 personas sentadas esperando a que empiece la clase, ese nivel de refrigerio es innecesario.

En el local, a parte de nosotros, un par de asiáticas y un chico occidental.

¡La noche promete!

¡Por suerte yo llevo a Manué y a unas malas bailamos juntos todo el rato y arreglado!

Poco a poco empieza a llegar más gente.

Me alegra observar cómo todo los hombres que van entrando son extranjeros. No es racismo ni mucho menos, pero sería la primera vez en mi vida que veo un thailandés bailando salsa…

Al final la clase se llena y empezamos con unos pasos libres.

Básico para un lado, básico para el otro…y yo rezando para que eso fuese el calentamiento. 

Cuando nos ponemos en círculo por parejas y comenzamos con el paso estrella de la calse, sigo rezando para que eso sea el calentamiento ?

La profe, que llevaba varias personas para que la ayudasen a hacer el paso, acaba convirtiéndome a mí en su pareja.

Tania bailando Salsa en Thailandia

Como no la entendía ni papa, aquello no salía del todo bien.

¡Pero resulta que la profe thailandesa habla español!

Eso da una idea de dónde se ha tenido que ir la muchacha a aprender a bailar salsa.

Cuando descubro esa maravillosa habilidad de la susodicha, le pido por favor que me explique las cosas en castellano si quiere que sea una buena pareja para ella.

Y ahí me tienes, grabando el vídeo de demostración de la clase con la profe, ataviada con mis nuevos pantalones de Mickey Mouse y mis sandalias de hacer el camino de Santiago en agosto. 

Cuando acabó la clase, la sensación fue la siguiente:

¡Me he tenido que venir a Thailandia a que me enseñen el paso básico con giro de la salsa en línea!?

Después de toda una vida bailando, con las ganas que yo tenía de aprender el paso básico, ¡por fin me lo han enseñado!

Sin embargo, la noche no estuvo mal.

Acabada la masterclass de salsa en línea, pudimos bailar unos con otros y animar un poco la fiesta.

Sobra decir que el chico que mejor bailaba era Manué, pero había algún otro que no lo hacía mal.

¿Qué ocurre con esto?

¡Que todas querían bailar con él!

Pero como resulta que me encanta ver bailar a mi chico con quien sea, eso no suponía problema alguno.

Entre chicas asiáticas y algún latinoamericano, también podías encontrar españoles, así que acabamos haciendo amigos.

Y no muy tarde, abandonamos el local para irnos a descansar.

Hoy lleva todo el día lloviendo y nosotros sin paraguas.

Hemos tenido la suerte de que en el taxi que hemos tenido que coger, alguien se había dejado uno olvidado.

Así que volvemos a casa con grandes nociones en lo que al paso básico de salsa se refiere y con un paraguas, hecho polvo.

Creo que no lo habían olvidado por casualidad.

Más bien querían deshacerse de él…pero a nosotros nos hace el apaño.

¡Qué ganas tenía de bailar!?

He echado de menos unos tacones bien altos y a todos mis amigos salseros, pero como les pillaba un poco lejos he pensado que era excesivo avisarles.

Lo de los tacones, al fin y al cabo, hubiera sido mala idea.

A los chicos, que la mayoría no habían bailado nada más que en sueños, les encantaba eso de bailar con una mujer tan pequeña.

Así no se sienten tan inútiles porque el manejo es mucho más sencillo.

En el momento en que hay que levantar el brazo para que la chica pase por debajo y haga el giro, ni siquieran tenían que cambiar la postura porque la posición normal de su brazo ya me servía para pasar sin problema.

¡Menudos mostrencos!

También he conocido a un latino, de novia española y con un amigo salsero en Toledo.

Muy ilusionado, me ha enseñado la foto de su amigo por si nos conocíamos, pero no he tenido el gusto.

Ahora a descansar, que mañana hay mucho que hacer.

UN ABRAZO GRANDE GRANDE

P.D: sé exactamente el número de personas que leen estas historias todos los días y son muchas. Sin embargo, no va en armonía con los comentarios que me dejas. Y me hace tanta ilusión leerte que me encantaría que me dejases algún comentario cuando algo te guste o simplemente te haga gracia. Y si ni te gusta ni te hace gracia, me mandas un abrazo y yo me quedo tan contenta.

MIL GRACIAS ?

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: Ajustar gastos, chinches, Chinda house, Salsa en thailandia

LOS CHINCHES SE COMEN A MANUÉ

10 enero, 2017 por taniacarrasco Deja un comentario

Creíamos que iba a ser una noche tranquila y apacible, en una habitación recién limpiada…

Justo cuando estaba escribiendo la última entrada del blog, la que leíste ayer, Manu pegó un gritito.

¡Acababa de encontrar otro chinche entre las sábanas!

Sí, entre las sábanas limpias que nos acababan de poner, en la habitación que nos acababan de limpiar ?

Lo que había sido un día estupendo, iba a acabar con una noche no tan agradable.

 

¡No podíamos quedarnos en esa habitación ni un minuto más!

Y por supuesto, tampoco podíamos mudarnos y ya está, llevando nuestras cosas con nosotros como si no pasase nada.

No hemos encontrado el foco de chinches, así que ¡hay que lavarlo todo!

No sólo hay que lavarlo todo, sino que hay que meterlo en la secadora. De este modo, los chinches que sobrevivan al lavado, deberían cascar en el secado.

Esta actividad no es tan simple como parece.

Lavarlo todo, teniendo en cuenta que son las 9 de la noche, implica muchas cosas.

Implica tener que lavar toda la ropa, implica tener que lavar también las mochilas, implica tener que revisar una a una, por dentro y por fuera, todas nuestras pertenencias.

Implica también que no podemos entrar a nuestra nueva habitación hasta haber lavado la ropa que llevamos puesta.

Implica que tenemos que quedarnos fuera de la habitación y despiertos, controlando cuándo acaba la lavadora, para poner la secadora, más otra lavadora y otra secadora, y así hasta acabar lavándolo todo.

Mientras lavamos la ropa que no llevabamos puesta, tenemos que esperar en el salón común del hostal.

Si la lavadora tarda una hora y la secadora tarda tres, nos espera una noche muuuuuuy larga ?

Por lo menos, el dueño del hostal nos deja lavar y secar todo gratis.

¡Que faltaría más!

Hay cosas que no podemos meter en la lavadora, como las botas y el saco de dormir, porque nos quedaríamos sin ello.

Así que coge la linterna e inspecciona, milímetro a milímetro, las dichosas botas y el dichoso saco.

La noche del sábado al domingo ha sido esta.

Lavar, secar e inspeccionar hasta pasadas las 3 de la mañana.

Menudo panorama tuvimos…

Primero pusimos una lavadora.

Mientras tanto, fuimos llevando a la nueva habitación las cosas que no había que lavar como: cables, comida del frigo, objetos electrónicos y alguna cosa más.

Con el consiguiente peligro a que hubiese algún chinche por ahí escondido y no lo hubiésemos visto.

Al mismo tiempo que se lavaba la ropa, nos comíamos el chocolate que habíamos comprado esta tarde y veíamos la tele, como si nos importase la peli.

Cuando la lavadora acaba, hay que poner la secadora y volver a meter otra lavadora.

Pero todo esto lo hacíamos a trompicones.

La opinión del dueño, que nos había dicho que lavásemos y secásemos todo sin problema, chocaba frontalmente con la opinión de su novia.

Esta señorita, que también quería lavar y secar cosas por la noche, nos paraba la secadora antes de tiempo, para meter ella lo suyo.

¿Qué pasaba con esto?

Pues que la ropa salía húmeda, sin una hora y media de calor los chinches no mueren, y había que meterla otra vez.

No sabíamos si darle las gracias al dueño, matar a la novia o largarnos de allí directamente sin dar más explicaciones.

¿Pero dónde íbamos sin asegurarnos antes de que los chinches no se venían con nosotros?

No nos quedaba otra que ir lavando y secando la ropa poco a poco, como nos fuesen dejando, aunque nos diesen las 7 de la mañana.

Cuando ya llevábamos una horas con el ritual, le compré una cerveza al dueño y me salí al patio con él.

Cada noche, esta gente se pone hasta las botas de comida y bebida.

No faltan las litronas, ni las botellas de wisky.

Nos pusimos de conversación un buen rato, hablando de todo un poco.

Fue un gusto comprobar que me entendía y que podía mantener una conversación medianamente normal.

Quizá fue mi cerveza y su wisky…

Lejos de darnos sueño, teníamos los ojos como platos, preocupados con la sitaución.

Yo no paraba de mirarle el lado positivo al asunto: gracias a los chinches, habíamos encontrado la tarjeta de móvil perdida e íbamos a lavar toda la ropa a máquina.

Son ya muchos días lavando a mano y ya sabes que la ropa no se queda igual.

El miedo era la secadora…

¿Podríamos volver a utilizar nuestra ropa sin enseñar el ombligo? ?

En el caso de Manué, no es tan fácil mirar el lado positivo cuando estás lleno de picaduras por todo el cuerpo.

Creo que las picaduras de chinches no tienen nada que ver con las de los mosquitos, son mucho más molestas.

El pobre ya no sabía qué echarse para no tener picores.

Pasadas las 3 de la mañana, decidimos que ya era el momento de acostarnos ?

Aunque el día siguiente era domingo, estábamos reventados de todo el día de turismo.

No habíamos podido terminar con todo, nos quedaba pendiente lavar la ropa que llevábamos puesta y las mochilas.

Tuvimos que dejarlo fuera para que no entrase ningún chinche a la nueva habitación.

La nueva habitación no era precisamente una suite.

El hostal estaba completo y nos tuvieron que dar un dormitorio.

Los dormitorios son habitaciones con 4 camas literas, sin frigo ni tele, sin espacio para dejar nada y teniendo que dormir separados.

Estábamos tan sensibles que decidimos dormir juntos en la misma cama.

Una cama bien pequeña, donde ponerse boca arriba era deporte de riesgo.

Miramos bien en las sábanas, no hubiese chinches también por allí.

De hecho, nosotros somos gente de sueño sensible, pero incluso dejamos la luz encendida por mayor seguridad.

Si notábamos algo raro sólo tendríamos que abrir los ojos.

A pesar de la tensión, la incomodidad y la luz encendida, caímos rendidos. 

Dormimos pocas horas pero bastante profundamente.

Yo ni siquiera me di cuenta de que Manu estaba a mi lado.

Nos despertamos temprano y nos hicimos el desayuno.

Queríamos dejarlo todo lavado cuanto antes y marcharnos a buscar otro hostal.

Pero los propietarios del hostal seguían usando la lavadora y no nos dejaron usarla hasta bien entrada la tarde.

Y porque nos pusimos muy pesados ?

Después de tanta cordialidad y tantas buenas palabras, parecía que les molestaba que tuviésemos que lavarlo todo.

Como si nosotros tuviésemos la culpa de que tengan chinches en las habitaciones.

Llegamos a pensar incluso que a lo mejor los habíamos traído nosotros.

Pero no podía ser porque no veníamos del campo, veníamos del mismo hostal, pero de otra habitación diferente.

No sabíamos que pensar. Ellos decían que era la primera vez que les pasaba.

¡Y un mojón!

Nos pusimos a mirar en internet los comentarios de otros viajeros respecto a nuestro alojamiento, y no éramos ni mucho menos los primeros que encontraban chinches allí.

¡Qué mentirosos!

Y cuando conseguimos poner la última secadora y nos devolvieron la ropa húmeda, por poco incendiamos el hostal…

Nos guardamos el cabreo para nosotros, sin perder la educación ni la cordialidad en ningún momento, pero era para haberlos mandado a la m…..

Manué que estaba comidito vivo por los bichejos, ya no sabía por dónde empezar a rascarse, y aunque yo intentaba animarle, él si que hubiese matado a alguien si hubiese podido.

chinches

Otro día más, buscando alojamiento por todos lados.

No sabíamos que sigue siendo temporada alta, pensábamos que eso acababa con la navidad, así que casi todo lo que encontrábamos era muy caro.

Para un sitio barato que vimos, al mirar los comentarios en internet se nos quitó la idea de la cabeza rápidamente.

La nota media que le daban al sitio era de 3,9, sobre 10.

Y yo ya no me meto en ningún sitio que baje de 8. Lo siento.

Los chiches son de estas cosas que todo viajero te cuenta pero que piensas que nunca te va a pasar a tí.

Lo raro es que la primera que se encontrase un chinche fuese yo y a mí no me haya picado ninguno.

Además, los primeros que encontramos eran bien grandes, así que ya se habían estado alimentando de bastantes víctimas.

A lo largo del día, buscando nuevo alojamiento, encontramos uno que tampoco estaba mal de precio, pero donde no pudieron eseñarnos las habitaciones porque estaba completo hasta el día siguiente.

De todas formas, como en el hostal de los chinches (9 hostel) teníamos pagado hasta el domingo, nos quedaríamos esta última noche.

Nos habían vuelto a cambiar a una habitación doble como la que teníamos antes, pero con el baño encharcado y olor a humedad.

O quizá es que ya nos parece todo mal en este sitio.

Casualmente, en el Chinda hostel, que es este que te comento que no pudimos ver la habitación porque estaba lleno, se aloja un compañero de Manu del curso de masaje.

Pensamos en avisarle para que nos eseñase su habitación hoy mismo y ya ir sobre seguro al día siguiente.

Eso hicimos, y la habitación no nos acabó de convencer. 

Habrá que volver mañana a ver cuál sería la que nos pensaban ofrecer a nosotros.

La decisión final ha sido la siguiente: dormir el domingo en nuestro hostel puesto que está pagado, cambiarnos a primera hora de la mañana del lunes a uno que hay al lado que es bastante caro, pasarme yo a media mañana a ver el Chinda (porque Manu tiene que irse a su curso) y en función de lo a gusto que estemos en el caro y lo que me guste la habitación del Chinda, ya decidir si nos quedamos en el caro o nos volvemos a cambiar.

Estamos un poco hasta los huevitos de tanto hostal.

En el primer sitio que nos guste la relación calidad-precio, compramos una habitación y nos quedamos allí a vivir ?

A pesar de los tropiezos, me mantengo en la línea de buscarle el lado positivo a la situación, y al día de hoy en concreto.

Hemos podido visitar el Sunday Market, otro mercadillo muy famoso por aquí y ¡por fin he encontrado los pantalones que llevaba semanas buscando!?

Vale que tienen un Mickey Mouse en el culo, pero ¡me han costado menos de 2 euros!

Ha sido en ese momento «pruébate pantalones», cuando me he dado cuenta de que al volver a España tendré que renovar mi fondo de armario ?

Los pantalones en los que debería haber entrado, ni siquiera me abrochaban.

Otra de las cosas positivas del día ha sido que gracias a que hemos tenido que quedar con el compi de Manu para que nos enseñase su habitación, hemos encontrado un sitio nuevo para cenar.

No comimos nada del otro mundo, una sopita cada uno, pero estaba tan rica que volveremos seguro.

Al volver al hostal, aún nos queda por lavar las mochilas.

Como queremos irnos de aquí mañana temprano, no hay más remedio que esperar a que se despeje la secadora para poder meterlas.

Si hoy no se duerme, pues no se duerme, pero mañana nos vamos de aquí con todo lavado y sin chiches.

Aunque no tardamos mucho en poder usar la secadora, había que espera dos horas a que terminase.

A pesar de que la noche anterior no habíamos dormido mucho y estábamos cansados de buscar alojamiento, me costó convencer a Manu de que se metiese en la cama.

Cuando normalmente es él el que tira de mí para irnos a dormir, esta vez estuvo retrasando el momento hasta que se nos caían los ojos a pedazos.

Me hizo volver a dejar una luz encendida y, al mismo tiempo, encendía la linterna del móvil cada dos por tres para comprobar que no había ningún bicho a su alrededor.

Si encontraba una mota de polvo, la analizaba de arriba a abajo por si era un chinche disfrazado de mota de polvo.

Pero no me extraña, yo en su lugar estaría igual. ¡Paranoica perdida!

Aún así, no quiero cerrar el post sin repetir las cosas positivas.

Todo en la vida, y cuando digo todo quiero decir TODO, ¡esconde una enseñanza y tiene un lado positivo!

Cosas que hemos aprendido:

  • No volveremos a quedarnos en ningún hostal sin mirar los comentarios en internet previamente. El problema es que algunos hostales no aparecen en internet.
  • Cada vez que cambiemos de habitación, la inspeccionaremos lo mejor posible por si hubiese chinches.
  • Si en algún momento nos volvemos a encontrar con estos horribes bichejos, nos cambiaremos de alojamiento rápidamente. Si no está pagado, mejor ?
  • Si por motivos como estos tenemos que alojarnos en sitios un poco más caros de lo que nos gustaría, nos podemos ajustar en otras cosas con tal de estar a gusto en un sitio. Por ejemplo, podemos dejar de comer…?

Cosas positivas que ha provocado esta situación:

  • Al tener que sacar todas nuestas cosas de la mochila para lavarlas, hemos encontrado la tarjeta del móvil.
  • Hemos podido lavarlo todo a máquina y secarlo. Lavándolo hemos conseguido que esté mucho más limpio y secándolo hemos conseguido que mi ropa haya vuelto a su tamaño normal (de lavar a mano había ido ensanchando).
  • Hemos encontrado un sitio nuevo para cenar, con unas sopas deliciosas.
  • Y por último, y lo más importante: HEMOS SALIDO REFORZADOS, MÁS FUERTES, CON MÁS EXPERIENCIA Y MÁS CAPACIDAD PARA AFRONTAR ADVERSIDADES QUE PUEDAN SURGIR A LO LARGO DEL VIAJE. 

Carmina, Puri, no sufráis que estamos bien.

Mamá, sé que tú no estás sufriendo, no finjas ?

¡Yo de mayor quiero ser como mi madre!

GRACIAS MOCHITER@S. MUCHÍSMOS ABRAZOS 

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: aprender de lo positivo, chinches, el viaje de mi vida, hostel 9, la mochila de tania, lado positivo

TURISMO EN CHIANGMAI…Y MUCHOS CHINCHES

9 enero, 2017 por taniacarrasco 9 comentarios

Ya nos tocaba hacer turismo por Chiangmai. Hay mucho bueno pero que te coman los chinches creo que no entra dentro de esa descripción.

Hemos tenido algunos problemillas…

Hace unos días, el primer día que nos cambiaron de habitación, descubrí un bichito en la cama.

Estaba yo leyendo y ví que algo pequeñito se movía.

Como no soy de matar animales (a no ser que sean mosquitos), le dí con el dedo para que bajase de la cama y seguí leyendo.

Al rato, volvió a subir. Le dí de nuevo…y repetimos la operación alguna vez más.

Me olvidé del bichito porque no lo volví a ver.

A la mañana siguiente, Manu me comunica que no ha podido dormir. Estaba inquieto.

De repente, empezó a descubrirse picaduras por todo el cuerpo: brazos, piernas, pies, espalda…

Picaduras que no eran como las de los mosquitos y que además picaban muchísimo más.

¡Entonce me acordé de aquel simpático bichito!

¡Era un chinche!

Revisamos la cama hasta que lo encontramos muerto y espachurrado.

Después de dejar a Manu sin sangre, se quedaría dormido con el atracón y murió aplastado por su víctima. Que era exactamente lo que se merecía.

A pesar de la gran cantidad de picaduras, consideramos el hecho como algo aislado y continuamos con nuestra vida.

Intenté convencer a Manu de que era muy poco probable que hubiese más, y me creyó.

Hicimos vida normal y…al día siguiente, al ir a coger mi ropa del armario para vestirme…¡otro chinche!

«¡Manu, Manu, aquí hay otro chinche!»

Manu salta de la cama, yo cojo el vestido con cuidado y entre los dos acabamos con él.

¡Para qué queremos más!

Nos ponemos a leer en Internet y nos volvemos locos buscando el supuesto foco de chiches que pensábamos que había en la habitación.

Revisamos colchones, sábanas, armarios, prenda por prenda toda la ropa, dentro de la mochila, por los muebles…

¡Media mañana nos hemos pasado buscando chinches!

Aunque no hemos encontrado ninguno más, hemos creído conveniente comunicarlo para que nos limpiasen la habitación.

Hemos leído que los chinches no tienen nada que ver con la higiene. De hecho, en este hostal la cuidan bastante y lo limpian todo mucho.

Pueden venir contigo de algún otro sitio y reproducirse en su nuevo hogar.

Así que no hay forma alguna de tomar precauciones.

Lo único que puedes hacer es rezar para no encontrarte con ellos, y en caso de encontrarte que no te piquen, como me ha pasado a mí.

Otra cosa muy divertida que hemos descubierto sobre los chinches, es que las picaduras pueden salir trascurridos unos días.

Ahora mismo lo que Manu tiene afectado son pies, piernas, brazos y espalda, pero quién sabe si dentro de unos días no le saldrán también ronchitas por la cara.

Ese pensamiento le tiene muy entretenido.

A mí me hace gracia pensar que voy a empezar a ser la guapa de la pareja ?

Como yo siempre le busco el porqué a las cosas «malas» que pasan, siempre creo que «pasan por algo», esta vez no iba a ser diferente.

Revisando nuestras pertenencias en busca de chinches, hemos encontrado la tarjeta sim del móvil de Manu, que pensábamos que estaba en la basura.

El hecho de que estuviese en la basura, suponía que había perdido todos sus contactos y además era la tarjeta asociada a la cuenta bancaria que tenemos para el viaje.

Debido a esto, nos habíamos quedado sin poder hacer operaciones por internet, porque para ello necesitábamos un código que te mandan al móvil.

Gracias a los chinches, hemos recuperado la tarjeta y la libertad de hacer operaciones bancarias por internet sin problema.

Superado el trance, bajamos a pagar a la casera la primera semana de nuestra estancia en el hostal de los chinches.

Como ya te conté, decidimos quedarnos aquí porque la oferta era muy buena.

La habitación, que cuesta 400 bats/noche, nos la dejaban por 300. Y la bici que usa Manu todos los días para ir a su curso cuesta 50 bats/día, y nos la dejaban por 30.

Una rebaja considerable, en comparación con todos los sitios en los que habíamos preguntado.

¡Nos sale la noche por 330 bats, con vehículo incluído!

Hacemos la cuenta, para llevar el dinero justo, y bajamos a pagar.

¡Nos dice la señora que 380 la noche! ¡Que la habitación son 350!

A ver…al final la vamos a liar y vamos a hacer contigo lo mismo que con los chinches…

«No, no, usted nos dijo que la habitación nos la dejaba por 300 y la bici por 30».

«¡No puede ser!», dice.

¡Claro que puede ser, y será!

Aunque no se nos notó, nos pusimos un poco nerviosos.

Enseguida, la señora se resignó e hizo la cuenta como habíamos acordado desde un principio.

No puso demasiadas pegas y la cosa quedó ahí.

Hay que andarse con un ojo…

¡Pelillos a la mar que hoy toca turismo por Chiangmai! 

Cambiamos la bici por una moto y esperamos que no nos llueva.

El tiempo lleva revuelto varios días y hoy ha amanecido igual.

De todos modos, hemos decidido coger la moto porque al final nos vamos de Chiangmai y no hemos visto casi nada.

Nos han recomendado varias cosas pero nos decantamos por ver el templo más famoso y un jardín donde crían orquídeas y mariposas.

La verdad es que estamos un poco cansados de ver templos.

¡¿Si en España no piso una iglesia por qué aquí me estoy recorriendo todos los templos del continente?!

Lo veo un poco absurdo, la verdad.

Al principio es divertido, que si los budas, que si los dioses con trompa de elefante, que si las entradas que tienes que pagar cada vez que visitas un sitio de estos, etc.

Pero…¿cómo no vas a visitar los templos más famosos ya que estás aquí?

¿No es eso lo que se dice?

Camino al templo, nos topamos con un mirador donde se paraban muchos turistas.

Para no ser menos, aparcamos la moto e inspeccionamos la zona.

Sin comerlo ni beberlo, encontramos un paraje maravilloso de cascadas y senderos verdes, que para nada entraba en nuestros planes.

 

Mucho mejor que cualquier templo.

¡Para mí, claro!

Que no digo que los templos no sean bonitos ni nada parecido, pero que hoy he visto el último templo que tenía que ver, «and point».

Disfruto mucho más viendo orquídeas y mariposas, ¿qué le voy a hacer?

 

El templo de hoy, y último templo que tenemos previsto visitar hasta que se nos olvide, se llama Doi Suthep.

Nada más llegar, el medio kilómetro de escaleras hacía que te diesen ganas de darte la vuelta.

 

Esta es la cara que se te queda cuando ya has acabado de subir:

 

Lo mejor que tenía el templo eran las vistas, pero como hoy estaba muy nublado, ¡no se veía un pimiento!

Así que no hemos tardado mucho en enfilar el camino de vuelta y marcharnos al jardín de orquídeas y mariposas.

Este sitio me lo recomendó el amigo italiano que hice en el hostal en ausencia de Manué.

Me dijo que no era un sitio muy conocido pero que la entrada era muy barata (40 bats) y que merecía mucho la pena.

La niebla que no nos había permitido ver las vistas desde el templo, duró lo que tardamos en coger la moto y alejarnos de allí.

¡Qué maja la niebla!

Al llegar a la puerta del jardín, la señorita de la entrada nos dice que son 100 bats.

¡Pero si mi amigo me dijo que eran 40!

¡A ver si nos vamos a estar confundiendo de jardín!

«¿Aquí hay mariposas?», preguntamos.

«No», nos dice la señorita, «no es temporada».

Hace unos días cuando estuvo mi amigo sí había mariposas ¿y ahora no es temporada?

¡Nos hemos confundido de sitio!

Efectivamente. Lo comprobamos con el móvil y el sitio al que queríamos ir nos lo habíamos pasado.

Vuelta para atrás.

Sabemos que esta vez estamos en el sitio adecuado cuando preguntamos por la entrada y nos dicen que 40.

¡Ya nos vamos entendiendo!

La muchacha muy maja nos pincha una orquídea en la camiseta y nos dice: «tiket».

Esa es la prueba de que hemos pagado nuestra entrada.

¡Qué original!

La visita ha sido preciosa.

Montones de orquídeas de todos los colores decoraban el jardín.

 

Sí, ya va tocando ponerse la cinta del pelo porque lo tengo ingobernable ?

Aunque el jardín no era muy grande, estaba muy bien cuidado.

Pero en realidad, lo que más ilusión nos hacía eran las mariposas.

Caminando un poco, encontramos su escondite.

Detrás de unas cortinas de plástico, que impedían la huida de estos hermosos seres, te encontrabas con otro mundo.

Entrabas a un jardín muy pequeñito pero lleno de vegetación y miles de mariposas.

Volaban por allí rozando a los visitantes curiosos y dejándose fotografiar como si fuesen modelos de pasarela.

Majestuosas, preciosas, podría parecer que vivían felices.

Entonces nos hemos acordado de la que nos ha dicho que no era temporada de mariposas.

Seguro que quería decir: «Aquí sólo hay orquídeas y vale más del doble que el de las mariposas, pero como sois muy tontos, si cuela lo de que no es temporada, me llevo 100 bats».

¡Pues no ha colao listilla!

No llevábamos allí más de unos segundos cuando una de las mariposas se me posa encima.

¡Qué momento más bonito!

Me he quedado quieta para no asustarla y que se quedase conmigo el máximo tiempo posible.

Creo que nunca he tenido una mariposa sobre mí de esa manera.

Repartidos por el jardín, trozos de plátano y piña provocaban un olor extraño.

Pero a las mariposas les debe gustar mucho porque lo ponen para ellas.

 

Puedes ver cómo pasan de posarse en las flores a posarse en los plátanos, sin ninguna discriminación.

¿Habías visto alguna vez una mariposa comiendo bananas?

Al ratito, varias mariposas más se han acerdado a posarse sobre mí.

¡Ha sido precioso! ?

Pero de repente, ha debido de llegar un bus con una de estas excursiones preparadas y aquello se ha llenado de gente.

Como ya no se podía estar allí, hemos vuelto a visitar a las orquídeas, esperando el momento para volver con las mariposas.

Intuía que Manu estaba triste porque a él no se le había posado ninguna.

Así que, ¡yo no me marcho de aquí sin que se cumpla su deseo!

Pasados unos minutos, volvemos.

Nos cuesta un poco pero al final ¡llegó el momento!

Una preciosa mariposa se posa en la mano de Manu, que ya se queda más tranquilo.

Sin embargo, es en esta segunda visita a las mariposas cuando nos damos cuenta de una cosa muy fea.

Como las tienen recluídas con una especia de techo de rejilla, algunas quedan atrapadas y no pueden volver al jardín.

Si te fijas un poco, descubres un montón de mariposas muertas, porque no han conseguido salir de la rejilla.

Ese descubrimiento ha sido muy triste…

Ya que tienes a las mariposas en cautividad para el disfrute de los turistas, qué menos que hagas lo posible para que tengan una buena vida. Unas condiciones mínimas de libertad y seguridad…

No sé, me ha dado mucho que pensar…

Lo que no quita que tener a las mariposas jugando conmigo no haya sido precioso.

La miraba mientras me daban con su trompita en el dedo y podía ver cómo me dejaban unas gotitas minúsculas, como si me estuviesen lamiendo.

Tenían un color y un tamaño espectacular.

Terminado el paseo entre mariposas y orquídeas, hemos ido a comer a un indio.

Llevábamos mucho tiempo con ganas de volver a probar esa fabulosa comida y no nos decidíamos.

Lo que en India es la comida más barata, aquí cuesta 6 veces más.

¡Menos mal que hemos ido!

Hemos podido degustar otra vez aquellos manjares que tantas veces recordamos, mientras babeamos.

¡Qué delicia!

Una de las cosas que más nos han gustado del viaje, de momento, la comida de India.

¡Y nada de lo que hemos comido hoy llevaba arroz! ?

Cambiando totalmente de tercio, hemos acabado la tarde en un centro comercial.

Estamos buscando una colchoneta para cuando hacemos ejercicio en el suelo y no la encontramos por ninguna parte.

En el centro comercial me he sentido como un bicho raro.

Allí no había mochileros ni gente vestida con botas de montaña, como nosotros.

Al llegar a la tienda de deportes y ver el precio de las colchonetas, también nos hemos sentido pobres.

¿¿¡Pero el sitio más caro de Asia no era Sri Lanka!??

En algún momento de los preparativos del viaje hemos debido mezclar informaciones…

Que no es que seamos pobres, es que ahora tenemos mentalidad de mochileros y no nos da la gana malgastar el dinero.

¡De momento!

Luego nos piden un ojo de la cara por tirarnos en cometa gigante ¡y lo hacemos sin pensarlo!

Cuestión de prioridades que se llama…

Otra cosa que nos ha sorprendido es que los centros comerciales aquí tienen párkings gigantes, sólo para motos.

¡Nunca había visto tanta scooter junta!

Paseando por el centro comercial, hemos descubierto un supermercado.

Pensábamos que aquí con los mercadillos lo arreglaban todo, pero no.

Ha sido un buen descubrimiento porque hemos podido comprar yogures para cenar y alguna cosilla más, relacionada con el mundo femenino.

Encontrarnos por sopresa con productos españoles, nos ha llenado de alegría.

paquete de chorizo

No hemos podido comprar ninguno porque hubiésemos tenido que empeñar un riñón, pero les hemos hecho fotos para que lo veas.

Sin embargo, tengo que reconocer, sin lugar a dudas, que el mejor momento de todos, el momento del día que me ha acelerado el pulso, el acontecimiento que me ha hecho dar saltos de alegría, el suceso que más me ha conmovido…ha sido encontrarme de nuevo con ¡mis queridas galletas de jengibre!

¡Cuánto tiempo que no las veía!

Me parece que hace años que no las saboreo.

¿Qué voy a hacer cuándo vuelva a España si no tengo dónde comprarlas?

Lo que no habíamos querido emplear en comprar la colchoneta, lo gastamos en comprar galletas, chocolate, yogures, miel y plátanos.

Son productos menos duraderos pero que seguro que disfrutamos más.

Cuando volvemos al hostal, nos llevamos una gran alegría al comprobar que nos han limpiado la habitación de arriba abajo.

Nos han cambiado las sábanas y han echado un producto para eliminar los chinches que hará que esta noche durmamos mucho más tranquilos.

¡Ilusa de mí!

¿BUENAS NOCHES?

 

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: chiangmai, chinches, el viaje de mi vida, la mochila de tania, mariposas, orquídeas, templo Doi Suthep, turismo en chiangmai

Barra lateral principal

  • Aviso Legal
  • Política de Privacidad
  • Política de Cookies
  • Declaración de Accesibilidad
  • Contacto
ES Financiado por la Union Europea WHITE Outline
Logo PRTR BLANCO
logo kit digital

© 2018-2023 Instituto Tania Carrasco. Todos los derechos reservados

Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros para recopilar información estadística sobre su navegación y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias, generada a partir de sus pautas de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Acepto Leer Más
Política de cookies

Privacy Overview

This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary
Siempre activado
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Non-necessary
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.
GUARDAR Y ACEPTAR