Pasar del paraíso de Koh Kood a Kuala Lumpur, ha sido un cambio bastante drástico.
Voy a ir poniéndote al día del viaje poco a poco.
La última vez que escribí sobre el viaje, estábamos en Koh Kood. Una isla preciosa de Thailandia.
Una isla poco transitada, de hermosas playas, de noches tranquilas, de reláx total.
En Koh Kood hemos estado tan a gusto que llegar a la capital de Malaysia ha sido algo traumático, al principio.
Desde la isla, tuvimos que hacer noche en Bangkok para coger el vuelo que nos pasase a Malaysia.
Yo quería volver a experimentar con lo del autostop pero Manué no estaba por la labor.
Lo mejor de tener que pasar por Bangkok es que volvimos a coincidir con nuestro amigo Marco.
Cenamos juntos y nos pusimos al día. Hacía dos meses ya desde que nos habíamos despedido en Katmandú (Nepal).
Después de pasar este ratito con Marco, nos fuimos a dormir al aeropuerto para ahorrarnos el alojamiento.
Teniendo en cuenta que el vuelo salía a las 8:30 de la mañana, pensamos que no merecía la pena cogerse un hostal.
Recuérdame que no vuelva a pasar una noche en el aeropuerto.
¿Por qué hace tanto frío en estos sitios?
¿Por qué cuando acabas de coger el sueño, por obra y gracia del espíritu santo, llegan una manada de chinos a gritarte en la oreja?
¿Por qué se asustan cuando refunfuñas sin abrir los ojos para evitar que el fuego de tu mirada les asesine?
¿Por qué te miran por llevar calcetines con sandalias cuando van los 50 con el mismo bolso de rayas?
¿Acaso no se dan cuenta que el frío que hace te obliga a usar atuendos que no te pondrías, ni muerta, en otras circunstancias?
¡Nadie se da cuenta de nada o quéeeeeeeeee!
Pasamos la noche de aquella manera.
Y cuando llega la hora de subir al avión, nos confiscan las navajas, las 2 tijerillas buenas y las tijerillas malas.
No podremos volver a asesinar a nadie, ni a hacernos tatuajes carcelarios cuando estemos aburridos.
Manu tampoco va a poder cortarse las uñas. No controla el cortauñas último modelo que traje yo.
Y yo…yo…yo ya no voy a poder recortarme ciertas cosas que la cuchilla no podría cortar, porque se atascaría…
¡Definitivamente necesitamos otras tijerillas!
El vuelo se sucede sin acontecimientos importantes.
No entiendo porqué siempre le toca ventanilla a este tipo de personas que se duermen antes de despegar…
En lugar de quitarme las tijerillas podrían dedicarse a hacer test del tipo:
«¿Te da sueño volar?
A. Sí.
B. No.
C. A veces…
Y le das la ventanilla a los que han marcado la casilla B, para que pueden disfrutar de las vistas, ya que no se van a dormir.
Una idea loca que se me ha ocurrido…
Esta vez no vamos a dar vueltas.
Nuestro amigo Marco nos ha recomendado un hostal donde él estuvo hace un año, y vamos a ir directamente allí.
Nos fiamos de su criterio.
Como Manu no quiere caminar y el hostal queda lejos de donde nos deja el bus, intentamos encontrar otro sitio cerca.
Según entrábamos a los hostales, nos daban ganas de salir corriendo.
Y no sólo por los precios…
Así que acabamos caminando más de media hora, para llegar al hostal que nos había dicho Marco.
Mira que llevamos meses de viaje.
Mira que estamos curtidos en inspeccionar hostales.
Mira que siempre pedimos que nos enseñen la habitación antes de quedarnos.
Debió ser el cansancio, pero ese día llevábamos rotos los rádares.
Entramos, pedimos habitación, nos dicen el precio, nos parece caro pero aceptamos, y subimos a la habitación sin más…
Cuando abrimos ese cuarto…
¡Me cago en Marco y en toda su generación!
(Te quiero tío, pero en ese momento te hubiese matado).
Esto de tener que quitarme las sandalias para mantener el suelo limpio, y que mis pies queden negros al segundo paso, no lo comprendo.
Las habitaciones que huelen a rancio, tampoco es la idea que suelo tener en mi cabeza.
Pero lo de los baños compartidos tipo «pocilga» es una cosa que me parece innecesaria.
¿Sabes esto de querer lavar la ropa en el lavabo, intentando evitar que dicha ropa roce dicho lavabo…?
¿Sabes esto de tener que ducharte por que no te queda más remedio, cuando pagarías por no tener que meterte en esa ducha?
¿Y sabes eso de ir a hacer pipí y encontarte siempre un par de truñitos flotando?
¡Todo muuuuy divertido!
No sé porqué extraña razón aguantamos ahí 5 noches.
Hay que reconocer que la cama era cómoda y era un sitio bastante tranquilo, a pesar de estar lleno de jovencitos.
Fue genial, la primera mañana, cuando me levanté para ir al baño.
El chico de la limpieza estaba limpiando los baños.
Esa tarea consistía en echarle agua al inodoro con el grifo que usan para lavarse el culete después de hacer sus necesidades.
¡Hecho!
¡Baño limpio y desinfectado!
Ni duchas, ni lavabo, ni suelo…
No voy a mencionar los espejos porque sería absurdo limpiarlos, si no te importa que lo demás está comido de mierda.
Pero lo más gracioso de todo es que ¡no vi a nadie ducharse con chanclas!
Todo el mundo se metía a la ducha descalzo…
¿En serio?
Pero podemos sacar algo muy positivo de este lugar.
Se nos ha quitado la manía de llevar siempre agua mineral para lavarnos los dientes.
Si esta gente no pilla ninguna enfermedad por meterse en esos baños sin chanclas, ¿qué nos puede pasar a nosotros por lavarnos los dientes con agua del grifo?
Otra cosa buena es que teníamos el desayuno incluído.
Un desayuno maravilloso de café soluble y tostadas con mermelada y mantequilla…
Ummmm…¿gracias?
Me sentía un poco ahogada en ese sitio.
Ten en cuenta que veníamos de pasar 3 semanas en una isla paradisíaca…
Una isla limpia, de hostales impolutos y de desayunos estupendos.
Así que decidimos ir a ver las Torres Petronas, hacer algo de turismo y salir pitando a otro sitio.
Menos mal que el barrio estaba lleno de restaurantes indios que nos alegraban la vida con su comida.
Y lo cocos…ummmm los cocos…
Los cocos aquí no tienen mucha carne.
Te lo abren por arriba, para que te bebas el líquido, y te dan una cuchara sopera para que le saques la poca carne que tiene.
Una noche de estas de antojo, me empeñé en cenar coco.
Aunque son bastante grandes, decidimos pedir dos.
De líquido no creo que tengan más de un litro…
Bueno pues, nos levataríamos a hacer pipí unas 5 veces cada uno.
Apuntad esto: NO TOMAR COCO PARA CENAR.
La verdad es que han sido 5 días en Kuala Lumpur que han dado para mucho.
El segundo día de estar allí, le ofrecieron a Manu un pequeño trabajillo de cocinero.
El trabajo consiste en organizar una cena española para extranjeros, donde nos llevaríamos la mitad de los beneficios.
La cosa sonaba bien.
Digo «nos llevaríamos» porque yo tendré que hacer algo también…
Pondré la mesa o algo así.
El organizador de la cena es un chino llamado Ken, propietario de una casa de alquiler para viajeros.
Un AirBnB de estos que se llevan tanto ahora.
Quedamos con él para que nos explique qué es exactamente lo que quiere.
Cogemos el skyline (metro exterior) por primera vez, y nos encontramos con Ken.
Quiere que cocinemos comida española, previa presentación a los comensales de un poquito de historia de nuestro país.
El tema parece fácil. Se hace un cartelito, se publicita por facebook dos semanas antes, y marchando.
Nos explica que ya ha hecho otras veces este tipo de cosas y que suele ser un éxito.
No necesitamos pensarlo mucho para decidirnos.
Como la cena es para el día 4, nos vamos a Melaka una semanita y volvemos para organizar el evento.
Se nos ha ocurrido la feliz idea de alojarnos en la casa de alquiler del chino, una semana antes de la cena.
Nos ofrece limpiar la casa 4 horas al día, a cambio de cama.
Cama en habitación compartida para 6…
Este detalle si nos cuesta más decidirlo.
Pensado en frío, con el dinero que ahorraremos esa semana en alojamiento, y el dinero que ganaremos en la cena, nos podremos dar un buen caprichito después.
¡Aceptamos barco!
Ahora te escribo desde Melaka.
Dejamos Kuala Lumpur con mucha alegría, y llegamos a una ciudad bastante más pequeña y acogedora.
Habíamos reservado en un hostal, pero al final nos quedamos en otro.
Vimos por internet que tenía muy buena nota y muy buenos comentarios, y allí que vamos.
Claro que, teniendo en cuenta que la pocilga de Kuala Lumpur también los tenía, igual nos estamos equivocando otra vez.
Cuando llegamos al hostal, el dueño nos parece tan encantador, que nos quedamos sin más.
Sin tener en cuenta que las habitaciones están abiertas por arriba, las paredes no llegan al techo.
Sin tener en cuenta que nos van a acribillar los mosquitos.
Sin tener en cuenta que el ruido no nos va a dejar dormir.
Pero claro, es que nos la deja súper barata y nos incluye el desayuno.
¡No pudimos decir que no!
Nos tenías que haber visto intentando colocar las mosquiteras en la cama…
Esto te lo cuento mañana…
UN ABRAZO ENORME