DEJAMOS LA SUCIA NEGOMBO EN BUSCA DE OTROS HORIZONTES…
Nos levantamos temprano en nuestro tercer día en Sri Lanka y nos preparamos para echarnos la mochila al hombro. Nos ponemos el protector solar para no seguir aumentando el moreno albañil, repelente para no parecer coladores y de la mano, calle arriba, nos disponemos a hacer más de media hora de caminata a todo el solitrón para ahorranos el tuktuk.
Le echamos un par de narices pensando que cuanto menos gastemos ahora, más podremos gastar cuando nos vayamos a un resort a acabar el viaje, dentro de unos meses.
Muchos son los taxistas que intentan que sucumbamos, pero me sumerjo en mis rezos matutinos y voy en silencio agradeciendo al universo lo afortuada que soy, ajena a lo demás. Cuando, de repente, se para un tuk tuk para ofrecernos sus servicios ¡gratuitos!
Como es normal no le creemos, le damos las gracias con amabilidad y seguimos nuestro camino. Pero iba en serio y nos insiste al grito de «free free» (gratis gratis). Nos acabamos subiendo un tanto recelosos y nos explica que lleva en el vehículo las mochilas de unos alemanes, así que tiene la carrera pagada y no le importa llevarnos. ¡¡¡¡¡Oleeeeeeeeeeeee!!!!!
Llegamos al bus después de darle una propinilla al tuktukero y nos subimos…
La de veces que he leído que por estos países los buses son incómodos, van llenos de gente y hace mucho calor.
Nada más entrar al bus saqué el pañuelo gigante, regalo de mi querida Montse, que reservo para cubrirme al entrar a los templos, y rogué a Buda por favor que me protegiese de los pingüinos y los osos polares.
Nos sentamos donde nos dio la gana porque no había casi nadie y disfrutamos de un viaje a ritmo de música maquinera srilankesa.
Al llegar a Kurunegala, donde teníamos que bajarnos para coger otro bus, decidimos comer antes del siguiente viaje.
Después de varias vueltas por la ciudad, cargando con la mochila y a 31 grados con un «demasiado porciento» de humedad, encontramos un «restaurante».
Inciso culinario: aquí hay un plato típico estupendo que se puede comprar muy barato por las calles y que ellos llaman «rice and curry», y yo llamo «arroz con cosas». Llevamos tres días aquí y hemos comido arroz con cosas 5 veces.
Cuando entro al restaurante y me dice el camarero que si quiero «rice and curry» se me pone cara de halloween y casi salgo corriendo. Así que mientras Manué se come su sexto plato de arroz con cosas, con la mano para no parecer extranjero, a mi me traen una bandeja llena de fritanga (que yo llamo «fritanga con cosas»).
Para hacer el manjar más llevadero se me ocurre pedirme un refresco de cola (si la marca esta tan conocida quiere que la mencione en mi blog que me pague por la publicidad). Bueno pues me la sirven calentita…y a ver quien es la lista que después de llevar 3 días lavándose los dientes con agua mineral para que el agua del grifo no penetre en mi organismo, se pide un vaso con hielo…
De las 10 piezas de fritanga con cosas que me han puesto me como 3, y decidimos preguntarle al camarero si hay que pagarlas todas o sólo las que te comas, ya que me habían traído las que ellos habían considerado y se pagaban por separado.
El camarero nos dice que no con la cabeza, así que las pedimos para llevar y vuelve a repetir el gesto…y así estamos un rato, perplejos, hasta que recordamos que cuando mueven la cabeza en señal de «no» ellos quieren decir ¡sí!. Vaya par de panolis estamos hechos.
Volvemos a la estación de bus y buscamos el nuestro, esquivando autobuses por todos lados en un intento claro de suicidio.
Lo encontramos y este sí que es de los autóctonos. Desde antes de entrar ya te chorrea la espalda, pero ya cuando te sientas en esos asientos forrados con plástico lo flipas «amazing energy que te cagas». La música es mejor que en la ocasión anterior pero cuando eso se empieza a llenar y tienes que sacar la cabeza por la ventanilla para no asfixiarte, la música pasa a un segundo plano.
Llegamos por fin a Dambulla y salimos del bus al borde de la deshidratación. Yo, que tengo un catarro del quince y voy por el último clínex, voy pendiente de encontrar una farmacia a ver si hubiese suerte (puesto que en los supermercados no hemos encontrado tal producto).
Pasamos a la farmacia y les señalo el último clínex, con un número mayor de usos de los que recomienda sanidad. Me sacan toallitas de culete. Les digo que no, que lo que yo llevo, aunque no lo parezca, es de papel. Entonces me sacan un paquete de servilletas…
¿Que por qué venden servilletas en una farmacia donde venden refrescos y chocolate? Pues ni idea chica…
Como no me queda más remedio, sigo reutilizando el clínex que me queda, y vamos en busca de albergue.
Después de algunos antros llegamos por casualidad a un sitio donde el precio es inmejorable y en la habitación nos espera una lagartija.
Supongo que es Nagual, comprobando que todo va según lo esperado y lo interpreto como una señal para que nos quedemos.
No tardamos mucho en descubrir que en nuestra habitación no sólo vive Nagual sino que hay un montón de amiguitos cuyas especies desconocemos en su mayoría. Las ingnoramos y nos damos una ducha. Es entonces cuando comprobamos que tenemos ducha y jacuzzi en un sólo producto (el baño se inunda como tardes en ducharte más de dos minutos), y con un grifo que va sólo en una dirección…Que no hay agua caliente vamos…
Después de ducharnos y lavar la ropa (que con esta humedad se secará para el mes que viene), decidimos buscar un sitio para cenar, algo que no sea arroz con cosas. Y acabamos cenando harina con cosas saladas y harina con cosas dulces…nada que puedas encontrar en un bar cualquiera de España.
El caso es que a todo el mundo le preocupaba mucho la diarrea del viajero oye, y yo, que tengo que desentonar siempre he contraído otra enfermedad que he bautizado como «el estreñimiento de la viajera». Así que entre aguantarme el pipí para no usar los baños públicos y el atasco de tuberías mayores que tengo, el día que salga todo y me pille por ahí de excursión verás que diver.
Os escribo debajo de la mosquitera de este estupendo hotel de lujo lleno de bichitos, más constipada que una mona y oliendo a repelente por los cuatro costaos.
P.D: me escribís much@s por si voy publicando novedades día a día, pero hay varias cosas a tener en cuenta: habrá veces que yo quiera escribir y no pueda por el tema wifi. Habrá otras veces que no tenga mucho tiempo o simplemente considere que no tengo nada divertido que contar (no quiero que os aburráis). Así que voy a intentar programar el blog para que a los suscriptores se os avise por mail con cada nueva entrada, ok?
¡A suscribirse y avisadme si os llegan los mails please!
MUCHAS GRACIAS POR ESTAR TAN PENDIENTES. OS QUIERO
Hoy nos comen seguro…