Bali me enamoró desde el momento en que salimos del aeropuerto…
Sé que no es un comentario original porque esto ya le ha pasado a mucha gente, pero me da igual si es original o no, es lo que siento.
Estos días hemos hecho muchas cositas.
El otro día, salimos de ruta con la moto con la intención de ver unas cataratas.
Las cataratas nunca las encontramos, pero acabamos en un restaurante de estos locales muy básicos que nos gustan a nosotros, y pudimos degustar por primera vez una Bakso Ayam para chuparse los dedos.
La Bakso Ayam es una sopa típica, cuyo ingrediente principal no es ni el arroz ni los nooodles. Tiene arroz y noodles, por supuesto, pero los protagonistas son trozos de «cosas» por las que es mejor no preguntar.
El matrimonio que regentaba el establecimiento no hablaba ni papa de inglés. Eso da una idea de lo auténtico del lugar, porque aquí el inglés lo chapurrea casi todo el mundo que venda algo.
La comida resultó ridículamente barata y el matrimonio fue de lo más agradable.
Cuando llegamos el sitio estaba vacío y, nada más sentarnos, empezó a llegar gente a comprar comida para llevar. Todos indonesos claro.
Ya no sabemos si venían porque les gustaba la sopa o porque se habían colado por allí dos turistas que, sin duda, se habían perdido.
A la vuelta, el tráfico que hay en Bali nos retrasó bastante. A pesar de llevar moto, se montan unos cirios en las carreteras que es el único aspecto negativo que le veo a este precioso lugar.
Estos días en Bali hay una gran celebración religiosa (Kuningan), que curiosamente está coincidiendo con nuestra Semana Santa.
Hace días que en el hostal preparan más ofrendas de la cuenta. Aunque aquí lo de la ofrendas es diario, estos días no hay rincón que no tenga adornitos como este.
Así pasa que los perros y las gallinas son animales lustrosos porque se ponen las botas comiéndose la comida que ofrecen los balineses.
Hoy han adornado hasta los coches. Le ponen ofrendas a todo, por arriba y por abajo y por donde haga falta. Mira las gallinas cómo lo agradecen.
Además, hoy también se han vestido de manera especial.
Ellas van con el típico traje balinés y sus cestitas de ofrendas de un lado para otro, y ellos las llevan en sus motos ataviados también con falda y turbante.
Este es Joman, el dueño de nuestro hostal, y la de la foto de abajo es su madre.
La música suena por todos lados y se mezcla con el sonido de los gallos y las motos.
Por cierto, en Bali hay un templo en cada casa.
No es que tengan la foto de un santo para rezarle, no. Es como si en España tuviésemos una pequeña capilla en cada hogar. Y por pequeña quiero decir una capilla de entre 5 y 20 metros cuadrados.
Por eso, cuando llegamos, pensábamos que había templos cada 2 metros y es que eran casa particulares con sus templos privados.
Si ves las entradas de las casas no te cabe la menor duda de que estás entrando en un templo, pero no, es la típica construcción balinesa.
A pesar de que Indonesia es un país musulmán, en Bali la gran mayoría son de religión hindú, exactamente un 90% de la población.
Sin embargo, el hinduismo de Bali no es el hinduismo de la India.
Bali tiene su propia religión, el «hinduismo balinés«, que mezcla las creencias hinduistas con creencias animistas y el culto a cierto dioses budistas.
Otra de las particularidades de esta cultura, que nos ha contado Joman (el dueño de nuestro hostal) es que en Bali todo el mundo se puede casar y tener su vida (sacerdotes, viudas…), menos una de las hijas de cada matrimonio.
Una de las hijas de cada matrimonio está condenada a quedarse en casa para cuidar a los padres en su vejez. Con suerte, si la familia es adinerada sobre todo, algún hombre querrá casarse con ella e irse a vivir al hogar familiar.
En contraste, el sistema de castas que aún se respeta en India, en Bali ha dejado de tener sentido y ya sólo es tenido en cuenta por las generaciones más antiguas, según nos cuenta Joman.
Las familias balinesas viven todas juntas en la misma casa. Tienen unos casoplones muy serios donde abuelos, nietos, hijos, tios, primos, conviven toda su vida.
Es como un hotel donde cada uno tiene su habitación y donde, a veces, comparten las zonas comunes.
Podría decirse que estamos viviendo en familia…
Ayer, con motivo de las celebraciones, nos ofrecieron la comida que estaban preparando para la ocasión.
Manu no fue capaz de probar más de dos bocados porque picaba bastante. Yo, aunque eso era incomible, me lo comí enterito por no hacer el feo.
Pero lo más bonito que nos ha pasado estos días no tiene nada que ver con la religión, que ya sabes que no va conmigo.
Te lo cuento ahora mismo…
Ayer salimos a dar otro paseo con la moto en busca de nuevos lugares locales para comer. Por el camino, Manu había leído que podíamos disfrutar de las vistas desde un mirador.
Callejeamos hasta que llegamos al sitio donde no nos quedaba más remedio que dejar la moto y caminar unos metros. Según google unos 300 metros.
Empezamos a caminar por la selva, y caminar, y caminar…Seguíamos el sendero que quedaba marcado discretamente en el suelo.
De repente, se abrió el camino y empezaron a aparecer libélulas por todos lados.
¡Cientos, miles!
¡Fue increíble!
Me quedé parada, como si estuviese en shock, las libélulas han sido muy importantes en mi vida, y Manu se dedicó a echarme fotos mientras yo no daba crédito.
Si te parabas a observarlas, iban de un lado para otro, acercándose mucho a nosotros, pero sin llegar a tocarnos.
¡Fue espectaular!
En las fotos no se aprecian lo numerosas que eran, pero si acercas la imagen podrás ver varias libélulas sin problema.
De nuevo, como nos pasó el otro día con las cataratas, no encontramos el mirador, pero viví unas de las experiencias más bonitas de todo el viaje.
Otra de las cosas más bonitas del viaje es el desayunaco que nos han preparado hoy con motivo de tanta celebración.
A que me hago hinduista…
Después, cuando hemos vuelto de dar una vuelta por Ubud, nos han vuelto a ofrecer un montón de comida.
Si hubiese celebraciones todos los días no nos gastábamos un duro en restaurantes.
Llevamos una semana en Ubud, que nos gusta mucho, pero mañana nos marcharemos unos días a hacer una ruta por el sur. Queremos seguir conociendo esta preciosa isla.
Por si acaso estoy un poco desconectada, lo iré apuntando todo para que no se me olvide ningún detalle que contarte.
UN FUERTE ABRAZO