Se relaciona esta frase de Gandhi con el significado de coherencia:
“La felicidad consiste en poner de acuerdo tus pensamientos, tus palabras y tus hechos.”
Pero, discúlpeme Gandhi y la gran cantidad de gente a la que he oído hablar de coherencia durante toda mi vida, por decirles que la coherencia, como todo, es imposible al 100%.
Ninguna persona es buena o mala todo el tiempo. Ni siempre tranquila, ni siempre estresada, ni todo el tiempo feliz, ni todo el tiempo amargada.
Las personas que luchan por la paz mundial, también discuten con sus parejas de vez en cuando. Incluso me atrevería a decir que incluso pueden llegar a gritar o a estallar un jarrón contra el suelo.
No conozco a nadie que sea un ejemplo de coherencia absoluta, porque no conozco a nadie que sea un ejemplo de perfección en ningún sentido.
¡Y eso está muy bien!
Muy requetebién si se me permite decirlo.
Porque en la búsqueda de lo que creía perfección, me encontré persiguiendo la coherencia.
Me encontré intentando alinear en todo momento:
- Todo lo que pienso
- Todo lo que digo
- Y todo lo que hago
¡Y no me sale!
Y no me sale, y es muy cansado ¡y no me da la gana!
La felicidad es más flexible que la coherencia absoluta.
- El día que me fumo un cigarro soy igual de feliz que el día que no me lo fumo, a pesar de que sé que es un hábito asqueroso que puede matarme
- El día que me como una palmera de chocolate tamaño king size, me siento bien mientras me la estoy comiendo. El problema viene después…
Pero el problema no es que, como he sido incoherente con mi pensamiento de que «para estar sana no hay que comer azúcar», me siento mal por haberlo hecho.
El problema radica en la culpa de no poder hacer frente todo el tiempo a la maldita incoherencia.
Y como antes que coherente quiero ser libre, me sacudo la culpa e intento seguir con la frente alta porque soy humana y eso no me lo quita nadie.
La búsqueda de la coherencia y la búsqueda de la perfección son muy similares para mí.
¡Ya! ¡Ya sé que no son lo mismo!
Pero como soy incoherentemente imperfecta relaciono los términos como me sale de las narices y me quedo tan ancha 😉
Y si tú también te has planteado estas cuestiones en algún momento, ¡quiero escucharte por favor!
El aprendizaje es más rico cuando las incoherencias se sientan juntas en la misma mesa.
¿Te apetece sentarte en mi mesa y hablarme de tus incoherencias?
¡Te espero en los comentarios!