Por fin nos vamos a la playa. Aunque Ko Kood no estaba en nuetros planes, estamos deseando llegar.
El último día en Chiangmai ha sido tranquilo, esperando para coger el primer bus de un largo viaje.
Lo más interesante del día, este cartel que hemos encontrado en el baño del restaurante donde hemos desayunado.
¡Que no te tires pedos en el baño, leche!
¡Los pedos fuera! Ahí, donde las mesas en las que come la gente.
También ha sido interesante hacernos una caminata de narices para despedirnos del mejor Kao Soi de la ciudad, y tener que volvernos con las mismas porque ya estaban cerrando.
O cuando Manu se ha dejado el móvil olvidado en otro restaurante. Eso también ha estado bien.
Afortunadamente, lo hemos recuperado.
El pobre tiene una patata de móvil, heredado además, y yo creo que se lo había olvidado a propósito.
Bueno, pues el viaje va a ser el siguiente:
A las 18:30 nos recoge un taxi en el hostal.
Ese taxi nos lleva al bus que nos deja en Bangkok en unas 12 horas.
Cuando lleguemos a Bangkok sobre las 7 de la mañana del día siguiente, cogemos otro bus a Trat.
Después de 4 horas, llegaremos a uno de los puertos de Trat, donde un katamarán debería dejarnos en la isla de Ko Kood.
Se supone que llegamos a Ko Kood sobre las 3 de la tarde, del día siguiente claro.
Pero realmente la hora no es muy importante porque hace días que tenemos el alojamiento reservado.
Lalo, el compi de Manu que nos recomendó que viniésemos a esta isla, ya se ha alojado allí en alguna ocasión.
No es que eso nos de mucha tranquilidad, pero bueno.
Hemos reservado sólo una noche por si no nos gusta.
Si pasamos bien la primera noche ya veremos lo que reservamos.
Pero al menos cuando lleguemos a Ko Kood no tenemos que ponernos a buscar cargados con las mochilas, después de un viaje de casi un día entero.
El viaje de Chiangmai a Bangkok, como lo hemos hecho por la noche, se nos ha pasado volando.
Hemos podido dormir algunas horas, sólo interrumpidas para comer un arroz con cosas ridículo, incluído en el precio del billete.
Lo de parar a cenar pasadas las 2 de la mañana, no es que fuese el plan que más me apetecía, pero con eso de que la cena estaba incluída no habíamos tomando nada antes de montarnos en el bus.
Fue estupendo que por primera vez no me haya congelado en un viaje de bus.
El aire acondicionado estaba a una temperatura normal, lo que permitió que usase la manta de almohada y estuviese más cómoda.
Al llegar a Bangkok, como teníamos algo de tiempo antes de coger el siguiente bus, nos fuimos a desayunar.
¡Menudo tortazo con la diferencia de precios respecto a Chiangmai!
El viaje Bangkok-Trat, también fue ameno, a la par que esclarecerdor.
¡Descubrí algo importante!
Por si no lo sabes, siempre llevo encima un artículo que para mí es de primerísima necesidad: la seda dental.
Siempre me he preguntado porqué soy la única persona del mundo que depende totalmente de este material.
Para mí es impensable acabar una comida y no utilizar la seda.
¡Es pura necesidad!
Pues en este viaje he descubierto porqué a nadie más le pasa.
Después de parar a comer algo y volver a subir al bus, pude ver cómo una señora ¡usaba su pelo como seda dental!
Sin arrancárselo ni nada, como lo llevaba largo, cogía un pelo, lo enrollaba en sus dedos y se lo metía entre los dientes para sacarse los restos de comida.
Sí, muy interesante.
Y yo gastándome una pasta en seda dental de la buena.
Acabo de encontrar un motivo para seguir sin cortarme el pelo.
Ahora ya tengo una razón de peso para seguir aguantando que crezcan mis greñas…
¡¿No es fantástico?!
Antes de coger el katamarán, nos dejan un ratito para comer.
Nada más llegar al puerto, la temperatura sube considerablemente.
Nosotros que nos habíamos puesto pantalón largo con la seguridad de que si no nos congelaríamos en el bus, ahora nos estábamos cociendo.
Comimos entre sudores y esperamos al nuevo vehículo.
¡Adiós «tierra firme»!
¡Qué viaje más agradable navegando por el mar!
Este trayecto se nos hizo más largo, de las mismas ganas que teníamos de llegar.
Además, el katamarán se tuvo que desviar en una ocasión para recoger gente de otra isla.
¡Por fin llegamos a Ko Kood!
Bajamos súper contentos porque un taxi nos espera para dejarnos en la misma puerta del hostal.
Esta vez no tenemos que volvernos locos.
Está todo controlado.
Me descojono…
En el taxi que nos lleva al hostal, vamos con una muchacha italiana que se aloja donde nosotros.
Cuando llegamos al hostal, la dueña se asombra y nos pregunta que si hemos reservado.
Le decimos que sí y nos dice que es imposible, que sólo le queda
¡una habitación individual!
La de la italiana, claro.
Ponemos cara de: «no puede ser, te tienes que estar equivocando» y buscamos en el móvil el mensaje de confirmación de reserva.
Mientras lo buscamos, nos pregunta los nombres.
¡Se echa las manos a la cabeza!
Según ella, alguien vino ayer a reservar una habitación y dijo que era Manu Román. Además, añadió que lo sentía mucho pero que no podía quedarse más días.
Eso viene a colación de que nosotros añadimos en nuestra reserva que nos gustaría quedarnos más tiempo.
Oséa que según esta señora, la propietaria de P.D Guest House, ¡alguien se ha hecho pasar por Manu!
Y como este alguien le dijo que no se quedaría más días, canceló nuestra reserva y le ha dado la habitación a otra persona.
¡Estupendo y maravilloso!
Pero lo más gracioso de todo es que la reserva de la italina, que estaba allí con nosotros enterándose de todo, ¡tampoco la encontraba!
Luego resultó ser problema de la italiana, que venía muy segura pero había hecho la reserva para el día siguiente y se había presentado un día antes.
Allí estábamos los 4 partiéndonos de risa pero que…
¡estábamos sin habitación, otra vez!
La habitación individual se la dejamos a la italiana, efectivamente, y a nosotros no nos quedó otro remedio que salir a buscar…
La muchacha del hostal de las narices, nos deja su moto a regañadientes.
¡Encima no quiere ponernos las cosas fáciles la muy tonta del culo!
Como no habíamos pagado todavía…
Decía que su moto tenía los frenos rotos y que yo me quedase allí mientras Manu iba con alguno de sus empleados a buscar habitación.
¡A ti te falta un tornillo hombre!
O vamos los dos, o vamos los dos.
Al final nos dejó la moto y no tuvimos que buscar mucho.
Pero ya era de noche, se nos puso a llover, llevábamos el depósito en la reserva y…
¡lo de los frenos era verídico!
Lo pudimos comprobar cuando casi nos tragamos el cartel de un hotel.
En menos de una hora teníamos habitación.
Pero nos pareció insólito que a finales de enero y en una isla que se supone que no es conocida, la mayoría de los hoteles estuvieran llenos.
¡Menos mal que decía Lalo que aquí casi no venían turistas!
Pues nos habremos puesto todos de acuerdo.
El caso es que estamos en un resort de playa, y este no es como los de India que quedaban a 5 km de la orilla.
¡Estamos en la puñetera playa!
En una de las mejores playas de la isla, en un resort con unos jardines enormes pero…
en una habitación de hostal.
¡Ya ahí no podíamos pasarnos mucho!
Tenían bungalows libres y habitaciones con vistas y esas cosas.
Y se nos pasó por la cabeza tirar la casa por la ventana y gastar un poquito más, pero no.
La habitación que tenemos, para estar donde estamos, es muy barata y está relimpia, así que todo ha sido para bien.
Además, cuando hemos llegado al P.D Guesthouse, no nos ha gustado mucho.
Todavía le tenemos que dar las gracias a la señora por cancelarnos la reserva.
Por si todavía te estás preguntando cómo es posible que alguien se haya hecho pasar por Manu, te digo lo mismo que a Manu cuando me lo preguntaba.
Muy sencillo,
¡porque es mentira!
A la señora mentirosa del hostal le interesaría, por lo que fuese, darle la habitación a otras personas y no hay más.
Estuvo ella pensando, pensando y esa fue la mejor historia que se le ocurrió.
Pero como es de bien nacida ser agradecida: «gracias señora mentirosa por darnos la posibilidad de encontrar algo en muchísimas mejores condiciones y en una playa preciosa».
¡GRACIAS!
No tenía que ser, está claro.
Mañana tendremos que desayunar mirando al mar…
Ohhhhh, qué penaaaaaaa.
MUUUUUUCHOS BESOS
¡Cuéntame si alguna vez te ha pasado algo parecido!?