Ha sido muy duro pero creo que lo hemos conseguido.
Me alegré mucho cuando supe que a la cena no vendría ningún español. A nadie le iba a importar que el salmorejo estuviese aguado, el pisto aceitoso y las natillas grumosas.
La parte de la cena que más me gustó es cuando me pidieron que me pusiese a encender las velas de la mesa, con los ventiladores a toda pastilla justo a dos metros de mí.
Lo intenté, de verdad que lo intenté.
Justo cuando había que empezar a emplatar, nos dimos cuenta de que no habíamos cocido los huevos para el salmorejo. Ya que no le íbamos a poner jamón, porque Malaysia es fundamentalmente musulmán, por lo menos que llevase un poquito de huevo.
Se nos había acabado los huevos, así que tuvimos que utilizar una docena que teníamos para nosotros.
La presentación de la «sopa de tomate» quedó bastante bien. Pero lo mejos fue cuando nos tocó subir a explicar el origen del salmorejo, y de la cena en general.
Manu que, en cualquier idioma menos en el suyo, te puede hacer una tesis doctoral de lo que quieras, se puso a explicar que la cena de esta noche era típica española porque es lo que comía en España la gente local. Que no eran platos habituales en los restaurantes, vamos.
Les vino a decir, más o menos, que eran unos auténticos privilegiados porque iban a pasar a degustar un salmorejo aguado, sin jamón y sin gracia ninguna.
Sorprendentemente, sólo quedó salmorejo en dos cuencos y la gente nos pedía la receta. Si llegan a probar entonces el salmorejo que me sale con la thermomix alucinan en colores.
Mientras los comensales disfrutaban del salmorejo, nosotros emplatábamos el plato principal: tortilla española, pollo al ajillo y pisto.
La verdad es que el plato estaba a rebosar. Ken nos pidió que no nos quedásemos cortos y van a tener que descansar entre delicatesen y delicatesen para poder acabárselo todo.
Como te decía…
Cuando hubo que recoger los platos muy pocas personas habían conseguido acabárselo todo. Era demasiada comida. Y llevaba aceite por un tubo, por lo que aún se hacía más pesada.
Sin embargo, parece que gustó bastante. Muchos se llevaron las sobras en tappers.
Antes de poner el postre, nosotros cuatro comíamos algo en la cocina. Estábamos agotados y hambrientos. Y creo que a los americanos también les ha gustado la comida española.
Una vez terminamos de fregar los cuencos para el salmorejo, que eran los mismos que para las natillas, nos pusimos a servirlas.
Primero metíamos la galleta en el cuenco, luego poníamos un poco de natillas de las que habían quedado más líquidas, después poníamos un pegote de las que habían quedado grumosas y luego espolvoreábamos galleta y canela por encima.
La presentación buena. Hasta ahí puedo leer.
Y de nuevo, para mi sorpresa, la gente encantada con el postre.
Lo mejor sin duda fue la explicación de Manué a cerca del origen de «las natillas de la abuela».
Contó una historia de las abuelas y los nietos que repetiría si la hubiese entendido. Pero no la entendí. No sé los demás.
Después de la cena, la gente entraba y salía a la cocina a conocernos y darnos las gracias. Como si fuésemos chefs famosos.
Antes de empezar con los bailes, Ken decidió sortear unas cajas de galletas danesas. Muy adecuado para una cena estilo español.
Según él, lo hacía porque consideraba que la gente estaba pagando mucho por comer tomates y patatas…
¡Haberles puesto la cena más barata! ¡No te jode!
La gente no se debió quedar muy descontenta cuando nos ofrecieron que la próxima vez que volviésemos nos dedicásemos a dar clases de cocina española.
Sería muy gracioso que yo me viniese a Malaysia a dar clases de cocina.
Pero no puede ser más cutre lo de regalar cajas de galletas danesas. En fin…
No pasó mucho tiempo después del postre, cuando Ken nos llamó para que empezásemos con los bailes.
La gente muy dispuesta, nos escuchaba mientras les explicábamos algunos de los pasos. Pusimos la música…¡y a gozar!
Primero el «que te quemas», que es una animación que me gusta mucho. Luego «la Macarena», por petición popular. En tercer lugar tuvimos que bailar nosotros un poquito de salsa para animarles con la siguiente canción. Y para terminar la noche, les hicimos unos pasitos libres con el «valió la pena» y más contentos que unas castañuelas.
Nosotros y ellos. Nos lo pasamos todos pipa.
Los que no bailaban, nos grababan como si fuésemos famosos.
Eso sí, después de la cuarta canción, no podíamos mover ni un músculo más.
Qué alegría cuando entramos a la cocina y descubrimos que, mientras nosotros habíamos estado bailando, Will y Erika lo habían limpiado todo. ¡Qué encantadores!
La gente se fue despidiendo, muy amable. Nosotros necesitábamos descansar ya.
Sin embargo, nos quedamos un rato más en la cocina, de charleta.
Will y Erika estaban enfadados porque Ken les había echado la bronca. Al descubrir que estábamos ocupando dos habitaciones, les dijo que eso no era posible.
Qué absurdez que estando los 4 solos en la casa tengamos que estar compartiendo habitación. Cuando además ellos han tenido que trabajar las mismas horas que nosotros y sin ver ni un duro.
¡Normal que se molesten!
Nos echamos unas buenas risas con todas las anécdotas que nos han pasado estos días juntos preparando la cena.
Y nosotros, que pensábamos marcharnos mañana mismo, hemos pensado que nos quedamos en esta casa una noche más.
Me vendría muy bien poder ponerme mañana todo el día con el blog, y ya saldremos para otro sitio el lunes. Más tranquilos y más descansados.
Y eso hemos hecho.
Mientras Erika, Will y Manu preparaban una de las habitaciones para otros huéspedes, yo me concentraba en el lanzamiento de mi nuevo blog.
No me cansaré de decirlo: nadie que no haya tenido que montar un negocio online, con una tablet, desde el otro lado del mundo, mientras viaja, se hace la más mínima idea del trabajo que conlleva.
De verdad, ha sido muuuuuuuuuy trabajoso
Pero creo que el resultado ¡será genial!
Antes de dormir, nos despedimos de nuestros compis de piso. Nos han parecido gente encantadora con la que nos gustaría mucho volver a coincidir.
Tenemos que levantarnos muy temprano porque queremos coger el primer bus hacia Penang.
El trayecto son unas 5 horas y no tenemos claro el alojamiento.
La suerte es que Silvia, Isaak, Barbara y Lucas (con los que estuvimos en Melaka), están allí y nos van a mirar hostales a ver si encuentran alguno decente para que estemos todos juntos.
En la estación de autobuses tenemos que ir al baño. Nunca nos volveremos a subir a un bus sin haber hecho pipí antes, para que no nos vuelva a pasar lo que me pasó a mi en Nepal.
Manu sale del baño con la cara rara. No sólo porque sigue regular de la barriga sino porque ¡se acaba de encontrar una cartera con unos 100€!
¡Ay señor qué malo es esto de tener conciencia y creer en el karma!
Cabizbajos, nos acercamos al puesto de policía a entregar el hallazgo…
Al policía se le quedó cara de estupefacción total.
Y justo después llegó un muchacho a reclamarla, y ese sí que tenía mala cara. Vamos que se le apareció la Virgen para que pudiese recuperar la cartera.
De camino al bus nos íbamos animando el uno al otro, pensando que la vida nos recompensaría.
¡Y efectivmente!
Nos recompensó haciéndonos pasar toda la tarde buscando alojamiento y sin encontrar nada decente.
Los precios en Penang son carísimos y los hostales bastante regulares.
Finalmente, nos decantamos por uno que nos hacía buen precio y que tenía zonas comunes al aire libre. Estos días me tendré que pasar muchas horas con el blog y no puedo estar encerrada en la habitación.
Por la noche, salimos a cenar con los demás. Es un feliz reencuentro aunque llevemos separados sólo una semana. Nos llevan a comer pizza y nos ponemos hasta el culo.
Aunque el sitio estaba lejos, y después de la paliza de todo el día estábamos agotados, mereció la pena. Estaba todo buenísimo.
Yo quería celebrar el reencuentro con una buena cerveza, pero por no tener no tenían ni coca-cola. Así que tuvimos que cenar con agua.
Al llegar al hostal, Manu tardó muy poco en quedarse frito. Estábamos muy cansados. Pero a mí aún me quedaban cosas que ultimar para el lanzamiento del blog, que sería al día siguiente.
Me acosté bastante tarde y nos levantamos bastante temprano. Queríamos cambiar de hostal. La conexión wifi no puede ser peor y yo necesito que ese tema funcione correctamente.
Así que otra mañanita de paseo, pero sin mochila y esta vez con recompensa.
¡Hemos encontrado el sitio perfecto!
Manu me deja sola mañana y queríamos encontrar un sitio donde yo estuviese muy agusto para que él pueda irse tranquilo.
Se va a hacer otro retiro de meditación, durante 10 días y totalmente incomunicado. No podremos hablar en ningún momento.
No, no tuvo bastante con el retiro de Sri Lanka que ha decidido repetir. Pero me parece que este va a ser bastante más duro porque es el doble de tiempo.
¿Que por qué no me voy con él? Muy sencillo…
Para empezar, con el que hicimos al principio tuve bastante para una temporada. Y para continuar, si lanzo el blog un martes no puedo irme de retiro un miércoles, para tener que dejar el blog parado y no poder atenderte como te mereces.
Hablamos muy pronto y ya te cuento qué tal ha ido el lanzamiento y cómo llevo mis días de soledad.
¡Espero que te encante el nuevo blog!
UN FUERTE ABRAZO