Nos encanta Ubud. Es la tercera vez que nos alojamos en esta ciudad y estamos pensando en quedarnos para siempre.
Familia y amigos, no asustarse que de momento volvemos. Lo de quedarnos para siempre en Ubud es una forma de hablar, aunque no nos importaría nada.
La idea inicial para estos días era irnos a Lombok a encontrarnos con Silvia e Isaak pero, aunque nos apetece mucho verles, movernos no nos apetece tanto.
Es pensar en coger un tren, un bus, un barco…y morimos de la pereza. Con lo a gusto que vamos en nuestra motito…
Así que vamos a alargar la estancia en Ubud y luego ya veremos.
El hostel donde estamos ahora: Kudesa Home Stay, no está nada mal. El precio es muy bueno para tener piscina e incluír desayuno. Tienen habitaciones molonas pero esas se nos salen del presupuesto, así que hemos cogido una habitación sencillita pero que nos está resultando muy cómoda.
Que el baño huele a pipí porque el wc no está bien sellado de abajo…¡no pasa nada!
Que no saben lo que es un estropajo ni lo van a usar en su vida…¡no pasa nada!
Que ningún huésped nos devuelve el saludo cuando nos cruzamos…¡no pasa nada!
Estamos pasando unos días tranquilos que nos merecen mucho la pena. De hecho, nos íbamos a quedar 5 días y hemos estado 10.
Nos han pasado muchas cosas estos días, así que voy a ir por partes, ¿vale?, así no te pierdes ?
NOS DESAPARECEN 200 EUROS
Ya estábamos en Ubud, después de venir de Tulamben de bucear, cuando nos pasan varios cargos del banco, cuyo importe no habíamos retirado.
En Tulamben, necesitamos sacar dinero pero no pudimos hacerlo porque el cajero no nos dejaba. De las 3 veces que probamos, sólo nos dio dinero una vez, sin embargo, las otra dos veces que no conseguimos sacar dinero se reflejan en nuestra cuenta como si lo hubiésemos hecho ?
A Manu no se le ocurrió mejor idea que ponerse a buscar en internet temas relacionados, para descubrir que las duplicaciones de tarjetas y este tipo de cosas son bastante comunes en Bali.
¡Genial! ¡Nos han podido duplicar la tarjeta y nos han dejado sin 200€!
¿Tú sabes lo que podemos hacer aquí con 200€?
Y si hemos tenido suerte y ha sido un fallo del banco, espero que nos lo devuelvan pronto…Ya veremos…
Lejos de preocuparnos y amargarnos las semanas que nos quedan, esperamos que, si nos lo ha robado alguien, le hiciese mucha falta y le esté viniendo muy bien.
Total, lo que íbamos a hacer con ese dinero era bucear, así que creo que podemos vivir sin ello.
MANU E ISAAK SE DECLARN SU AMOR POR FIN
Como supuestamente teníamos que encontrarnos en Lombok con Silvia e Isaak y hemos cambiado de planes, tenemos que comunicarles a nuestros amigos que no nos vamos a ver, tal y como estaba previsto.
¡Nos quedamos en Ubud que estamos más a gusto que un arbusto!
Isaak que es muy listo, ya se da cuenta de que el reencuentro tendrá que ser en otro momento y nos manda un par de audios.
En el primer audio, se escucha a Silvia partirse de risa mientras nos explica que Isaak está echando mucho de menos a Manué.
Estos dos individuos, que son especiales y no congenian con cualquiera (a diferencia de nosotras), se han cogido cariño y les está costando estar separados tanto tiempo.
Silvia y yo estamos muy preocupadas, no queremos que nuestros novios entren en una depresión, así que estamos pensando en la manera de volver a vernos pronto y cogerles una habitación para ellos dos ?
LA TRISTE HISTORIA DE LANKA
Esto que te voy a contar ahora no es tan agradable…
En Bali, y por lo general en toda la parte de Asia que estamos conociendo, los perros no tienen el papel de compañeros del ser humano que solemos darles en España.
Los perros por aquí están solos, sucios, tirados por las cunetas, enfermos en la gran mayoría de casos y como drogados. Una cosa muy rara.
En Ubud es exactamente lo mismo, casi en todas las casas encontrarás un perro, pero al que nadie cuida ni hace caso.
Un día de estos, que habíamos planeado ir a Kuta para hacer unas comprillas, justo cuando íbamos a salir del hostal, nos encontramos con un cachorrita.
Al parecer, se había metido en nuestro hostal pero no tenía dueño, ni la madre aparecía por ningún sitio.
Como los dueños del hostal no se la querían quedar, la estaban sacando a la calle para dejarla abandonada a su suerte. ¡Nos negamos!
Cuando te acercabas a ella y le hacías cualquier mimito, se deshacía en tus manos como si nunca jamás nadie la hubiesen hecho caso. Nos dio una penita…
Pero de repente, empezaba a huir, se escondía, lloraba y no se acercaba a ti cuando la llamabas. Una actitud muy extraña.
Le preguntamos a uno de los trabajadores del hostal que qué podíamos hacer con ella y nos habló de varios refugios…así que allá que vamos en busca de un hogar para Lanka.
Ya nos habíamos dado cuenta que algo malo le pasaba a la perrita porque de vez en cuando se quedaba bloqueada mientras hacía gestos extraños con la boca. En algunas ocasiones incluso le salía espuma y todo, y el culete lo llevaba lleno de caquita blanda que salía poco a poco, pero sin parar.
Una situación de esas en las que se te cae al alma a los pies.
Fui a la habitación a por una toalla para envolverla, la cogí entre mis brazos y nos subimos a la moto, en busca de un lugar mejor para ella.
Las llevamos a 3 refugios diferentes y ¡en los tres la rechazaron por falta de espacio!, a una cachorrita diminuta.
Era tan bonita que incluso se nos pasó por la cabeza traérnosla para España. Claro que esa idea se nos quitó rápido cuando nos dijeron que los trámites costaban más de 1000€.
De verdad que esto de que las adopciones de personas y animales cuesten tanto dinero no lo puedo entender.
¡Con la falta que hace que la gente adopte y no te ponen nada más que trabas por todos lados!
En fin…
Mientras íbamos de albergue en albergue con la perrita dormidita entre mis brazos, no podía parar de mirarla y buscarle un nombre. Mi sentido común me dijo que seguro que si le ponía un nombre me encariñaría aún más con ella, así que mejor evitarlo…
Parece ser que en el tercer refugio tenían algo más de ganas de ayudar y llamaron a un veterinario. Se dieron cuenta de que la perrita tenía algún problema serio y no se atrevían a tratarla ellos mismos.
Supuestamente, llamaron al veterinario más cercano, que se comprometió a hacerle un chequeo y a responsabilizarse de ella. Sólo teníamos que llevarla hasta allí y olvidarnos del tema. Poco más podíamos hacer.
Hicimos otro montón de km con la perrita en la moto, hasta que llegamos al veterinario.
Una vez allí, la situación fue un poco extraña.
Nada más llegar nos inflaron a preguntas, cuando se suponía que ya habían hablado con el refugio que nos había mandado hasta dicha clínica.
Nos hicieron rellenar unos papeles con nuestros datos y me «obligaron» a ponerle nombre a la perrita.
¡Mierda!
Fue fácil porque había tenido muchos kilómetros para pensarlo, pero no fue agradable ponerle nombre a una perrita a la que no iba a volver a ver.
El nombre elegido fue Lanka, que significa «bonita», en honor a esta viaje que empezamos en Sri Lanka y que nos ha dado tantos motivos para estar agradecidos con la vida.
Mientras la veterinaria se hace cargo de la perrita, nos preguntan que quién va a pagar la factura…
¡¿Cómo que quién va a pagar la factura?!
Manu y yo nos miramos perplejos sin entender lo que estaba pasando. ¿No habían sido ellos, los del veterinario, los que les habían dicho a los del último refugio que se harían cargo de todo?
¡Esto empieza a oler mal!
Le decimos a la secretaria que no sabemos quién se va a hacer cargo de la factura, que ellos verán.
Después de hacer varias llamadas y preguntarnos otras cuantas cosas, nos dice que se han hecho cargo de la factura en el primer refugio en el que estuvimos. ¡Perfecto!
Sin embargo, nos sugieren desde el mismo refugio que hagamos una donación para cubrir parte del tratamiento que le tengan que poner a Lanka.
«¡Vamos que al final pagamos nosotros la factura!», le digo a Manué.
Vamos a hacer una cosa: les pedimos que nos den la factura, a ver cuánto va a costar, y en función de eso ya vemos la donación que hacemos.
Todavía no teníamos ni idea de lo que le pasaba a la perrita y lo mismo hacíamos la donación y pagábamos de más, y no estamos para ir regalando dinero.
Cuando nos traen la factura, ¡ascendía a más de 100€! que en rupias balinesas vienen a ser más de un millón. ¡Un susto de factura vamos! Teníamos pensado dejar 100.000 rupias así que ¡imagínate la diferencia!
Bueno, dejaremos entonces un poquito más de lo que habíamos pensado, pero ni de broma podemos pagar esa factura, ni estamos dispuestos, cuando nos habían dicho que se hacían cargo ellos sin problema.
Estábamos decidiendo el dinero que íbamos a dejar para marcharnos inmediatamente, a ver si nos daba tiempo a hacer las compras que pensábamos hacer, cuando nos piden que esperemos por si nos tenemos que llevar a Lanka otra vez.
¿Pero cómo? ¡Qué narices nos vamos a llevar otra vez a la perrita! Ni es nuestra, ni podemos cuidarla y nos lleváis mareando toda la mañana de un lado para otro. Nos daban ganas de salir corriendo sin decir ni adiós y arreando que es gerundio.
En esas estábamos cuando sale la veterinaria y nos pregunta si queremos pasar a verla. ¡A ver cómo le decías que no con el cariño que le habíamos cogido a esa preciosidad!
Pasamos a la consulta: Lanka estaba tumbadita en la camilla de metal mientras una de las enfermeras la sujetaba. Parecía tranquila. La veterinaria empieza a explicarnos las pruebas que le han hecho y nos cuenta que el pronóstico no es muy bueno.
Lanka ha dado positivo en un virus muy peligroso, que se contagia rápidamente, sólo entre animales, y nos dice que lo mejor sería sacrificarla porque no la pueden curar.
«Así que lo que vosotros digáis», nos dice la veterinaria.
¿Estáis de broma o qué?
¿Nosotros? ¿Que decidamos nosotros si sacrificáis a Lanka o no? ¡Pero qué dices! ¿Nosotros por qué?
«Vosotros veréis que sois los profesionales», les dice Manu.
Parece que aún no ha quedado claro que la perrita no es nuestra, que la hemos encontrado en la calle y que lo único que queríamos era encontrarle un hogar.
Yo ya no puedo hablar, se me han llenado los ojos de lágrimas de pensar que todo lo que hemos hecho no ha servido para nada y Lanka será sacrificada.
Manu sigue intentando hacer entender a la señorita veterinaria que nosotros no vamos a tomar esa decisión, así que nos despedimos de Lanka con mucha tristeza, dejamos el donativo en recepción y nos marchamos.
El día estuvo marcado por el suceso y eso hacía que lo único en lo que podíamos poner la atención era en la cantidad de perritos tristes que veíamos por todos sitios.
Cuando he tenido perrito no he sido una buena cuidadora, nunca. Al final, siempre era mi madre la que se acababa haciendo cargo de todos los animales que iban entrando en casa.
A lo mejor todo esto me está pasando para quemar el karma de las veces en las que yo misma no me he comportado como me tenía que comportar con los animalitos que han formado parte de mi vida ?
No volverá a pasar.
Todos los seres vivos nos merecemos respeto y amor…¡menos los mosquitos! A los mosquitos muerte sin piedad que son muy joputas.
Pero vamos a cambiar de tema ya mismo.
YA NO SOY NEPALÍ, AHORA SOY BALINESA
Si recuerdas mi paso por Nepal, recordarás la cantidad de veces que me preguntaron los autóctonos si yo también era nepalí. Era tan frecuente que acabé aprendiendo algunas palabras para vacilar a los que me volviesen a preguntar.
El otro día me acordé de aquellos momentos cuando, en uno de los refugios a los que llevamos a Lanka, una de las trabajadoras empezó a hablarme en balinés. Yo percibía que me miraba y emitía sonidos extraños, pero estaba tan ocupada abrazando a mi perrita que no me percaté.
Fue Manu el que tuvo que decirle: «No te entiende, no es balinesa»?
La chica, después de pedirme diculpas mil veces, como si aquello me hubiese ofendido, continuó las explicaciones en inglés.
Lejos de ofenderme, me hace gracia e incluso me gusta. En Nepal y Bali hemos encontrado las mujeres más atractivas de todos los países que hemos visitado. Si esto me hubiese pasado en Malaysia sí que me hubiese preocupado.
No había caído yo hasta hace unos días de que en España usamos una expresión que refleja claramente lo guapa que es la gente en Malaysia: «esa chica/ese chico es un cayo malayo». Que viene a decir algo así como: «eres más fea que el bú».
Si me hubiesen confundido con una malaya sí que me mosqueo.
¡Por dios! ¡A veces digo unas cosas!
Son estos pensamientos que te vienen a la cabeza y que por lo general te guardas para ti por ser políticamente correcta. Lo malo que tengo yo es que no soy muy de política ni muy de correcta, y oye, si me parece que en Malaysia son feotes ¿qué le hago? Tampoco pasa nada, ¿no??
Sí, puede que a veces yo también sea un poco «sifisusi«…?
Y PARA IR TERMINANDO
Han pasado varias cosas más en estos días, y al querer contártelas todas de golpe me sale un post muy largo, así que resumo de una vez.
Hemos tenido avería de moto, fácilmente solucionable y sin incidentes destacados. Pero lo mejor es que ¡ya he empezado a tener varias consultorías gratuitas! Varias personas se han empezado a poner en contacto conmigo para solucionar algún tipo de problema que les bloquea en sus vidas.
¡Qué felicidad cuando la gente empieza a confiar en tu trabajo!
Y ahora tendrás que contarme algo tú jolines, que llevo un buen rato sin parar de hablar ?
TE ESPERO EN LOS COMENTARIOS
GRACIAS POR SEGUIR DENTRO DE MI MOCHILA