Te voy a contar la historia de María porque creo que gestos como estos son los que cambian el mundo.
María se fue de viaje con sus amigas. Tenían el sueño de recorrer el sudeste asiático con una mochila.
Tomaron esa decisión con tiempo, para dedicarse a ahorrar para cumplir dicho sueño.
Durante unos meses, viajan juntas. Pero en un punto del camino, se separan.
Las amigas de María quieren continuar por Indonesia y María siente una necesidad muy fuerte de viajar a Nepal.
Todo pasa por algo.
En su viaje en solitario por Nepal, María conoce muchísima gente. Ya os he hablado de María en otros post. Es imposible no acercarse a ella, sólo hay que seguir el rastro de luz.
En el hostal donde dormía en Katmandú, conoció a un muchacho nepalí llamado Ujul.
Ujul trabajaba en el hostal y charlando, se hicieron amigos.
María llevaba tiempo con ganas de hacer algún tipo de voluntariado y así se lo manifestó a su nuevo amigo.
Casualmente, UJul, que colaboraba con una ONG, la invitó a acompañarlo la próxima vez que tuviesen que hacer alguna labor.
Dicha organización lleva el nombre de «Bring Thoughts to Action» (que podría traducirse como «Llevar los pensamientos a la acción»). Bring Thoughts to Action se creó después del terremoto que azotó Nepal en abril de 2015.
Empezaron construyendo más de 300 centros temporales de bambú y distribuyendo comida. Al mismo tiempo, su ayuda fue fundamental para destruir las casas dañadas y volver a construirlas.
También se dedicaron a facilitar todo tipo de utensilios con el fin de que los afectados pudiesen llevar mejor el día a día.
A Ujul, que le apasiona ayudar a los demás, le parece que es buen momento para pasarse a visitar a una de estas familias afectadas, y seguir ayudando.
Durante dos meses, Ujul se había encargado junto a otros voluntarios, de reconstruír por completo la casa de la familia protagonista de esta historia.
Pero les había quedado pendiente volver para reforzar las vigas.
El hecho de contar con unas vigas fuertes, permite que la casa sea más resistente en caso de un nuevo terremoto.
María me cuenta emocionada, cómo construyen las casas intentando asemejarlas lo máximo posible con la casa anterior.
Así, las familias no notan tanto la desgracia ni guardan tantos malos recuerdos. Es como si no hubiese pasado nada, aparentemente claro. Hay pérdidas que son para siempre.
Pero qué bonito es que se esfuercen por construir lo destruído igual que estaba, ¿verdad?
Tenían en cuenta, por ejemplo, dónde estaban las ventamas, para construírlas en el mismo sitio, de qué forma era la puerta, y cosas así que parece que no tienen importancia. Sin embargo, si lo piensas, es realmente importante a nivel emocional que todo quede lo más parecido posible a como estaba.
Cuando Ujul decide volver para reforzar esas vigas, rápidamente avisa a María de sus intenciones, y esta no duda ni un momento en marcharse con él.
Así fue como María conoció a esta maravillosa familia.
El pueblo al que se dirigían María y Ujul se llama Swara. Es un pueblito pequeño de unos 100 habitantes, donde las casas se separan unas de otras para repartirse por las montañas.
La familia afectada, está compuesta por un matrimonio de discapacitados y sus tres hijas.
«Smiley Guy» (hombre sonriente) y su mujer, estaban en casa con las niñas, aquel fatídico día.
«Smiley Guy» es el apodo que le han puesto María y Ujul a este buen hombre, que a pesar de los baches, siempre, siempre, tiene una sonrisa en la cara.
Aunque el matrimonio tiene dificultades para oír y comunicarse, enfrentan la vida con coraje y alegría. Sus «tres mujercitas hechas y derechas», en palabras de la propia María, ayudan a sus padres en todo lo que pueden.
La familia tuvo suerte porque no se encontraban debajo de su techo principal cuando el temblor sembró el pánico. Estaban en las partes aledañas a la casa, realizando diferentes labores domésticas.
Cuando sintieron el terremoto, todos en el pueblo empezaron a bajar hacia el pueblo de más abajo, Khadichaur, más grande que Swara.
La cercanía de Khadichaur con China, permitió que la población vecina se volcase también en ayudar a las familias que se iban desplazando hasta allí.
Los habitantes de Swara no fueron los únicos desplazados. Todos los habitantes de los pueblos del valle tuvieron que desplazarse también, por el miedo a una catástrofe mayor.
Se fueron montando campamentos en las carreteras, escuelas y cualquier sitio púbico disponible.
Hay que mencionar que el terremoto de Nepal no fue un único terremoto.
El primer seísmo que quebró el país, tuvo lugar el 25 de abril de 2015.
Ese día, la casa de la familia de «Smiley Guy» no llegó a destruírse del todo.
El resquebrajamiento del techo fue lo que les obligó a marcharse. El temor a que la casa se les viniese encima en cualquier momento era más que justificado.
El 25 de abril de 2015 era sábado en Nepal, su día festivo de la semana. Por ello, mucha gente se encontraba en sus casas haciendo diferentes labores.
Al igual que pasa los domingos en nuestro país, la mayoría estaban en casa descansando o haciendo las labores domésticas.
Un gran número de gente murió dentro de su hogar.
Lo que muchos no sabíamos, es que a ese primer terremoto le siguieron otros de menor intensidad, ¡todos los días durante un mes entero!
La gente se acercaba a sus casas a recoger pertenencias, pero no podían permanecer allí mucho tiempo por el miedo a nuevas réplicas.
Pasado ese mes, cuando pensaban que el peligro había remitido, y empezaron a volver a sus casas, se produjo el segundo gran terremoto que acabó totalmente con lo que antes había quedado dañado.
Fue en mayo, en ese segundo terremoto, cuando los daños materiales y personales aumentaron desproporcionadamente.
A nuestra familia, el segundo terremoto les sorprendió en Khadichaur. Esta vez, su casa quedó totalmente destruída.
Después de ese segundo gran terremoto, permanecieron una semana más en Khadichaur, hasta que decidieron establacer un nuevo campamento entre un pueblo y el otro.
De esta manera, estaban más cerca de sus casas y podían acercarse más a menudo a empezar con las labores de reconstrucción.
Sin embargo, las niñas siguieron durmiendo en los campamentos de Khadichaur durante cuatro meses más.
Pero, a pesar de toda la colaboración entre pueblos y la ayuda del gobierno, en estos casos eso no suele ser suficiente.
Gracias al universo, existen personas como María y Ujul.
Ujul organiza todo para que los pocos días que van a poder estar en Swara sean aprovechados al máximo.
A Ujul le obsesiona la idea de poder ayudar lo mejor posible, con el poco tiempo libre que le permite su trabajo en Katmandú.
Llegaron felices, con un planning muy organizado y preciso de todo lo que tenían que hacer y lo que iban a necesitar para ello.
Muy contentos con la idea de ayudar a esta familia, el primer paso era buscar carpintero.
Se encuentran con el primer obstáculo cuando no consiguen encontrar al profesional adecuado, que les proporcione el refuerzo de madera para las vigas.
Lejos de venirse abajo, tuvieron que buscar ellos mismos un árbol y bajarlo desde la montaña hasta la casa.
En ese momento se les va la electricidad, y aquello dura dos días.
La suerte es que el árbol ya lo habían encontrado. Lo malo, que lo tuvieron que bajar a pulso Ujul y Smiley Guy, campo a través, con la ayuda de la propia María.
Este percance le dio a María mucho que pensar.
Mucho que pensar sobre lo fácil que tenemos las cosas en nuestro mundo y la excesiva importancia que le damos a cosas que no la tienen.
Nos cabreamos tanto cuando se nos va la luz, cuando se nos va el agua, cuando a penas tenemos que estar unas horas sin poder ver la tele…
Y la gente que aparentemente más cosas necesita, es la que es capaz de vivir con menos sin alterarse ni venirse abajo a la primera de cambio.
Cuando vuelve la electricidad y tienen las vigas en su poder, necesitan un herrero.
Como en Swara no lo encuentran, tienen que irse andando a otro pueblo.
Por culpa del corte de luz, todo se complica, pero ellos intentan seguir adelante con su plan. Se acerca el momento de tener que marcharse y no han conseguido su objetivo.
UJul debería incorporarse mañana mismo a su trabajo en el hostal.
Aunque María se ofrece a quedarse allí para ayudar a terminar con el refuerzo, Ujul se resiste a dejarlo a medias.
Un nuevo obstáculo vuelve a frenar el trabajo.
El herrero no puede acabar a tiempo lo que le han encargado y Ujul decide quedarse hasta conseguir reforzar esas vigas, ¡que para eso había ido hasta allí!
Así que tuvieron que quedarse una noche más de lo que estaba previsto, para intentar dejar las vigas terminadas.
A altas horas de la madrugada aún seguían trabajando. Había que acabar cuanto antes.
Y de nuevo, ¡otro corte de luz!
Sin embargo, en lugar de sentarse en el suelo a tirarse de los pelos y maldecir, cogieron sus linternas y sus frontales y siguieron con lo que estaban haciendo, ¡hasta que terminaron!
María me cuenta cómo durante los días que estuvieron allí, todo el pueblo se preocupaba por esta familia.
Los vecinos se ayudaban unos a otros con una amor inmenso.
Incluso están construyendo un tanque de agua ellos solitos, sin ninguna ayuda.
En la obra colabora todo el mundo, desde los más mayores a los más pequeños.
¡Se ayudan al máximo para conseguir levantar lo que han perdido!
¡Cuánto podríamos aprender de esta gente!
El Gobierno ya ha cumplido con las víctimas.
Éstas han recibido 500 dólares cada 3 meses, hasta un total de 3.000 dólares por víctima. Y por cada fallecido, las familias reciben otros 1.400 dólares.
No sé a vosotros, pero a mí se me hace poco para reconstruir vidas enteras.
¡Suerte que hay gente como María y Ujul!
Charlando con mi amiga, reconoce que le encantaría repetir la experiencia, porque ha sido una de las más enriquecedoras de su vida.
Sin embargo, desprestigia su labor. No considera que haya hecho nada grandioso. Incluso confiesa cómo en ciertos momentos se llegó a sentir inútil.
Cuando Ujul y la familia entera le mostraron su gran agradecimiento, fue cuando empezó a pensar que a lo mejor ese granito de arena era más grande de lo que ella creía.
Con esos granitos de arena se construyen catedrales, se construyen sueños y se sacan sonrisas que duran toda la vida.
¿Cómo no va a sonreír «Smiley Guy» cuando se da cuenta que hay gente tan buena en el mundo?
¿Quién podría no sonreír al encontrarse con personas como María y Ujul?
En el caso de María, tuve el placer de compartir varios momentos y comprobarlo en primera persona. A Ujul le he visto una sola vez de forma muy breve, pero os aseguro que ya nunca se me olvidará su cara.
GRACIAS POR PERMITIRME HABLAR DE VUESTRA EXPERIENCIA, que he sido muy pesada con los datos, y…
¡GRACIAS POR HACER DEL MUNDO UN LUGAR MEJOR!
P.D: Os dejo el enlace de la asociación a la que pertenece Ujul, por si alguien quiere echarle un vistazo o incluso hacerles llegar algún tipo de colaboración.
https://www.bring-thoughts-to-action.com/
GRACIAS A TI TAMBIÉN MOCHITER@, POR ESTAR AQUÍ
¡Anímate y comparte! ¡O cuéntame alguna experiencia parecida que hayas tenido!
UN FUERTE ABRAZO, EN ESPECIAL A LA PRECIOSA MARÍA