La autoexigencia y el perfeccionismo son dos caras de la misma moneda. Hoy vamos a enfocarlas desde el punto de vista de la alimentación y los buenos hábitos.
Dime si te suena:
- Te propones perder peso y lo pierdes muy lento, según tu opinión: “Tengo que esforzarme más, comer menos y no saltarme la dieta jamás”. O también puede pasar que te vayas al otro extremo: “Soy incapaz de perder peso, tengo que resignarme”.
- Te propones mejorar tus hábitos y comer menos comida basura y te dices cosas como: “Nunca más volveré a comer chocolate”. Pero el día que comes chocolate no solo te comes un trocito sino que te acabas la tableta entera.
- Te propones volver a hacer deporte y te exiges que a partir del lunes irás todos los días al menos 1 hora. Y al mismo tiempo quieres dejar el chocolate, acostarte más temprano y terminar el máster que empezaste hace 2 años. Pero como todo a la vez es demasiado y no puedes hacerlo perfecto, oooootra vez que lo aparcas para el año que viene: “Ya empezaré cuando tenga tiempo y esté preparada”.
Quizá las excusas que te he puesto pueden parecer inpropias de las personas autoexigenes y perfeccionistas pero es que este tipo de personas, como tú y como yo, son personas de extremos: o todo o nada, o perfecto o “a la mierda”.
Hoy quiero hablar contigo sobre cómo gestionar la autoexigencia y el perfeccionismo para que puedas conseguir tus objetivos de mejorar tu alimentación y tus hábitos más fácilmente, sin tantos esfuerzos y sintiéndote bien contigo al mismo tiempo.
¡Vamos a verlo!
LO PRIMERO: QUÉ ES LA AUTOEXIGENCIA Y EL PERFECCIONISMO
Porque aunque muchas veces puedan parecerte lo mismo tienen matices.
Ambas, dependiendo de cómo se utilicen, pueden ser beneficiosas o perjudiciales para ti.
El perfeccionismo se basa en la idea de “perfección”, en la persecución de un ideal que tú te has creado sobre lo que sería lo más “perfecto”. Difícil de alcanzar, ¿no?
La autoexigencia, como la propia palabra indica, nos hace vislumbrar un esfuerzo constante de mejorarse. Solo hay que tener cuidado con cuál es el precio que estás dispuesta a pagar por realizar ese esfuerzo constante.
Si usas la autoexigencia y el perfeccionismo para ponerte retos realistas y caminar con ilusión hacia tus objetivos y sueños, sin olvidarte de ti misma, entonces son estupendas.
Pero si las usas para castigarte cuando no consigues lo que quieres rápidamente se convertirán en tus peores enemigas y serán insostenibles.
Aquí tienes un artículo donde se explica muy bien.
LA BUENA IMAGEN QUE DA ESTO, Y QUE TE ENCANTA TRANSMITIR
Pero claro…ser una persona autoexigente y perfeccionista da muy buena imagen. Parece que por ser así te esfuerzas más y estás predestinada a conseguir más cosas.
A tu jefa o jefe seguro que le encanta que te exijas muchísimo. Pero ¿cómo te sientan a ti todos esos hábitos relacionados con la autoexigencia y el perfeccionismo?
¿Cómo te sienta no sentirte nunca suficiente y estar en crítica constante contigo misma?
Te habrás dado cuenta ya de que una persona de estas características no tiene una autoestima muy sana, ¿verdad?
Sin embargo, como esta actitud hace que los demás te vean como alguien fuerte y segura, te gusta la imagen que da y todavía se hace más difícil querer deshacerse de estas actitudes.
Pero, por momentos, eres consciente de que necesitas relajarte contigo misma, ser más flexible, más paciente, más amorosa…Permitirte los fallos, reconocerte los pequeños éxitos y convertir cada paso en un gran logro que te permitirá alcanzar logros mayores.
EL PELIGRO DE IRSE A LOS EXTREMOS
Como te decía al principio, si eres una persona exigente y perfeccionista contigo misma, también serás una persona de extremos y, normalmente, poco flexible.
Es decir: o las cosas se hacen perfectas, a tu manera y en los plazos que tú consideras o no se hacen de ningún modo.
Si extrapolamos esto al mundo de la alimentación y los hábitos, ya te habrás dado cuenta que nunca consigues tus objetivos en el plazo que quieres y de la manera que habías imaginado porque te pones expectativas muy altas y poco realistas:
- “Tengo que perder 10 kilos en 1 mes”.
- “Debería ir al gimnasio todos los días”.
- “Nunca más volveré a fumar, a comer pastel de manzana, a mojar pan en el guisto, etc…”.
Y mientras tu mente siga funcionando en los extremos, tus hábitos bailarán de un lado a otro y te será muy complicado encontrar ese equilibrio donde vas dando pasos firmes y acabas en el punto en el que querías, si eres capaz de aprender por el camino.
Yo era de este tipo de personas de “o todo o nada”.
- O conseguía dejar los bollos de chocolate para siempre o me comía 5 de un plumazo.
- O iba al gimnasio 2 horas al día o pasaba de hacer nada.
- O perdía peso rápido o no me esforzaba ni una mijita en hacer ninguna dieta.
Y así con todo…Hasta que me di cuenta de que con esa actitud lo normal es que no consiguiera mis objetivos.
Lo que sí conseguía era:
- Frustrarme todo el tiempo porque no era capaz de mantener mi ideal de perfección
- Sentirme fracasada porque me parecía que tardaba mucho tiempo en conseguir mis objetivos
- Volverme más rígida y exigirme todavía más
¡MEEEEECCCCC! ¡Error!
¡Ha llegado el momento de poner conciencia y gestionar todo este lío!
RECOMENDACIONES REVOLUCIONARIAS PARA GESTIONAR LA AUTOEXIGENCIA Y EL PERFECCIONISMO
1. IMPLEMENTA SOLO UN HÁBITO CADA VEZ
Si te gusta el minimalismo, o me sigues desde hace tiempo, ya me habrás escuchado decirlo un montón de veces.
Sin embargo, tengo que reconocer que a mí misma me costó ponerlo en práctica porque, como te contaba, también era una persona de extremos.
¿Cómo que solo un hábito a la vez?
Yo quería todo al mismo tiempo: perder peso, aumentar las horas de ejercicio físico, empezar a meditar 1 hora al día y leer otra horita.
Mi agenda siempre parecía la agenda de una ministra, con mil cosas obligatorias para hacer cada día.
O, al menos, así me imagino yo la agenda de una ministra. Igual me equivoco y no necesitan ni agenda porque no hacen ni el huevo…pero no lo sé, la verdad.
Así que, lo dicho: implementa solo un hábito a la vez y cuando ese hábito ya está afianzado pasas al siguiente. No antes.
Te pongo un ejemplo:
En mis programas de Terapia Nutricional de 3 meses, además de la alimentación también contemplo el plano del ejercicio físico y la salud emocional de mis clientas. Pero tengo muy claro que no pueden conseguir todo al mismo tiempo. Así que lo primero que hacemos es establecer una buenas bases nutricionales y luego pasamos al siguiente hábito en función de las necesidades de cada clienta.
2. VIGILA LO QUE TE DICES CUANDO NO CUMPLES TUS EXPECTATIVAS
Si cuando te propones algo, con esas expectativas que tú te pones tan surrealistas, y no lo consigues en los términos que te exiges y encima te castigas con palabras…te alejas más de tus objetivos y te haces sentir tan mal a ti misma que será complicado remontar.
Sin embargo, si cuando sientes que has “fallado” te animas, te vuelves a retar sanamente, y te ayudas a proponerte expectativas más amigables, tendrás muchas más posibilidades de éxito.
No es lo mismo “fallar” y decirte:
- “Ya estoy más cerca de conseguirlo”.
Que fallar y decirte:
- “Soy una inútil que no sirve para nada”.
¿Qué crees que te va ayudar a tener mejor energía para seguir intentándolo hasta que lo consigas?
Pero hay otro tema muy importante relacionado con lo que dices y con la alimentación y los hábitos: los términos absolutos te bloquean y limitan y es mejor ni mencionarlos.
Por ejemplo:
Si te dices: “Nunca más volveré a comer comida basura”, tu cerebro inmediatamente se pone a pensar en comida basura y buscará mil excusas para que vuelvas a comerla.
Nunca, siempre, nada, todo…Son las palabras perfectas para fracasar más rápido. Tu cerebro quiere que sigas en tu zona de confort, comiendo lo que te apetece, porque está diseñado para eso.
Será mucho mejor si le dices: “Hoy no comeré comida basura”. Y vas pasito a pasito, consiguiendo mantenerte alejada de dicha comida cada vez por más tiempo.
Además, no hay nada que deba dejarse para siempre, siempre y cuando no se convierta en un hábito. El problema siempre es el hábito.
Es inocuo comer comida basura 1 vez por semana, fumarse un cigarrillo en una fiesta de allá para cuando o pasarse la tarde en el sofá viendo tele de higos a brevas.
El problema viene cuando esas actitudes se convierten en hábitos y se hacen frecuentes en tu día a día.
Recuerda esto porque es importante:
Intenta no hablarte en términos absolutos y sacar de tu vocabulario el “siempre, nunca, todo o nada” en cuestiones de alimentación y hábitos.
3. REBAJA TUS EXPECTATIVAS DE UNA FORMA SANA
Me da un poco de miedo pedirte que rebajes tus expectativas sabiendo que eres una persona de extremos y que corro el riesgo de perderte para siempre. Pero escúchame bien:
Rebajar tus expectativas no es ponerte expectativas mediocres sino ser un poco más compasiva contigo misma para hacer las cosas poco a poco. Haciendo las cosas poco a poco, aunque creas que vas a tardar un poco más en conseguir lo que quieres, tendrás más garantía de éxito y lograrás mantener tus logros en el tiempo.
Porque eso también pasa mucho: te exiges un barbaridad, tanto que cumples con tus expectativas surrealistas, pero te ha costado tanto esfuerzo llegar ahí que no eres capaz de mantener en el tiempo lo que has conseguido. Por tanto, ¿qué sentido tiene?
Te pongo un ejemplo:
Te propones perder 10 kilos en 1 mes y lo consigues porque:
- haces un ayuno intermitente brutal,
- eliminas absolutamente todo lo que te suena a carbohidratos o calorías de más, sin pararte a pensar en los nutrientes que necesitas,
- te pegas una hora de cardio todos los días,
- duermes 12 horas
- y te encierras en casa todo el mes para no caer en ninguna tentación
Bien, lo has conseguido porque has perdido:
- Toda tu masa muscular
- Todo el líquido acumulado
- Y como te has encerrado en casa y has dormido mucho no has tenido el estrés habitual, ni las tentaciones de siempre
Pero cuando vuelves a la vida normal…estás:
- Sin energía porque no has cuidado los nutrientes
- El cuerpo te pide todo tipo de comida, cuanto más calórica mejor porque la necesita
- Al estar sin energía empiezas a descuidar el ejercicio físico
- Se desajustan tus hormonas y duermes cada vez peor
Y al final se va todo a tomar por saco porque era tan heavy que era insostenible.
Con lo cual, no serviría para nada.
Bueno sí, serviría para frustrarte muchísimo y tener un efecto rebote brutal.
4. AMA EL LARGO PLAZO
Lo quieres todo ¡y ya!
¡Pues no!
Va a ser mucho más efectivo si te ocupas de tus objetivos teniendo en cuenta el largo plazo.
No sé quién dijo que sobre-estimamos lo que podemos conseguir en 1 mes (es decir, creemos que en 1 mes se puede conseguir más de lo que realmente se puede conseguir) y subestimamos lo que podemos conseguir en 1 año.
Pensar en tus objetivos en el largo plazo te da pereza, te angustia, te enfada incluso…Porque si eres autoexigente y perfeccionista la paciencia no es una de tus virtudes más deslumbrantes. Lo sé.
Pues podrías empezar por ahí: intenta cultivar la paciencia teniendo en cuenta que si lo que pretendías conseguir en 1 mes lo intentases conseguir en 3 meses, irías más tranquila y podrías consolidarlo mejor.
Por supuesto, esto no es extrapolable a todo.
- Si quieres perder muchos kilos, es mejor tomarte el tiempo necesario.
- Pero si quieres dejar de fumar, cuanto antes es tarde.
¿Me explico?
5. ESCUCHA QUÉ ES LO QUE NECESITAS TÚ
Cuando piensas en mejorar la alimentación o cambiar hábitos lo sueles hacer desde lo que crees que deberías y no desde lo que necesitas.
Tómate un tiempo para sentir qué necesitas realmente:
- ¿Necesitas empezar por una dieta o encontrar una rutina de sueño que te permita descansar mejor?
- ¿Necesitas hacer un ayuno intermitente o primero necesitas rebajar tus niveles de estrés?
- ¿Necesitas perder 20 kilos o necesitas aprender a quererte y, por tanto, permitir que los kilos se vayan sin esfuerzo?
CONCLUSIONES
Normalmente piensas que solo tú sabes qué es lo mejor para ti, y así es cuando te escuchas. Pero pocas son las personas que se escuchan realmente.
Y si no te escuchas no es porque seas idiota, ni mucho menos, sino porque se nos enseña justo lo contrario. Has aprendido a silenciar tu voz interior para poder cumplir las expectativas de los demás.
Por ello, si crees que no sabes escucharte y quieres conseguir una buena alimentación y unos hábitos que te hagan sentir poderosa, fuerte, sana y ligera, ponte en manos de profesionales que te escuchen y te ayuden a decidir.
Cuando las mujeres vienen a mi para contratar mis servicios de Terapia Nutricional, por un lado anoto lo que ellas dicen que quieren conseguir y, en otra columna, anoto lo que yo creo que necesitan conseguir.
La idea no es que yo sé más que ellas y ellas son tontas. Para nada.
La idea es que, en la mayoría de ocasiones, es más fácil ver las cosas desde fuera que cuando estás dentro.
Es más fácil que yo vea que antes de hacer un ayuno necesitas aprender a descansar mejor.
O que vea que hasta que no pierdas 10 kilos, alimentándote bien y sin pasar hambre, no sería bueno ponerse a hacer demasiado ejercicio.
También suelo ver que si hay mucho estrés el programa tiene que producirte más comodidad porque si te genero más estrés sería contraproducente.
Y todas esas cosas solo las puede tener en cuenta una profesional, que se dedica a ello y que ve casos como el tuyo constantemente.
Si crees que es tu momento para iniciar un proceso de Terapia Nutricional porque quieres:
- Aprender a alimentarte para gestionar tu salud de forma autónoma, sin depender siempre de otra persona
- Saber cuáles son los alimentos que te sientan bien a ti, y solo a ti, en esta etapa de tu vida
- Tener un peso que te haga sentir bien contigo misma
- Aumentar tus niveles de energía para afrontar tu día a día con más ganas que nunca
- Lograr más claridad mental para saber qué quiere y necesitas en cada momento
- Sentirte fuerte, ligera y ágil
- Mirarte al espejo con amor y cariño
- Regular tu intestino, mejorar la calidad de tu piel, descansar bien por la noche, etc…
Un abrazo,
Tania