Has creído durante mucho tiempo que para ser aceptada y feliz tenías que agradar a los demás a toda costa. A mí también me pasaba…
Pero también has aprendido a fingir que tú vas a tu aire y que no necesitas la aprobación de nadie. A mí también me pasaba.
- Eras una hija complaciente pero rebelde cuando algo te irritaba mucho
- Una hermana complaciente pero tus hermanas no se daban cuenta
- Una amiga complaciente aunque te mostrases independiente
- Una trabajadora complaciente aunque te encantaba tu trabajo
Eras la persona que creías que le gustaría a todo el mundo.
Al principio te funcionaba y conseguías tus objetivos: ser aprobada, alabada y querida. Hasta que te diste cuenta de que habías pasado por alto tus verdaderas necesidades y como no las manifestabas y nadie las conocía, esas personas a las que tú complacías, se volvían egoístas.
Se acostumbraron a que siempre dijeses a todo que sí y ya no había forma de que pudieses ponerte en tu sitio.
Además, ¿cómo iban a saber esas personas lo que tú querías si de lo único que te preocupabas era de lo que querían ellas?
Estabas más pendiente de sus problemas que de los tuyos, que también están ahí.
No conozco a nadie a quien no le guste agradar a los demás.
– ¿Quién no quiere que los demás estén contentos con sus decisiones?
– ¿Quién no quiere que le den su aprobación a todo lo que hace?
– ¿A qué persona no le gustaría complacer a todo el mundo en todo momento?
Como ser social que eres, tienes la necesidad de estar en contaco y llevarte bien con aquellas personas con quienes te relacionas.
El problema viene cuando esto se convierte en una obsesión que hace que te olvides de ti misma y pongas por delante las preferencias de l@s demás frente a las tuyas propias, sin sentido y por inercia.
Con el tiempo, te vas dando cuenta de que te estás traicionando a ti misma y de que es imposible complacer siempre a todo el mundo.
Ahora, cada vez que antepones las necesidades de otras personas a las tuyas propias, te sientes mal, se te hace un nudo en el estómago e incluso te cuesta respirar. Estás comprobando que ese no es el camino que te conducirá a la paz mental.
Tienes tal necesidad de agradar a otr@s que no sólo estás hasta la coronilla sino que es posible que explotes en algún momento y se líe parda.
¿Y cómo vas a permitirte eso? Si tienes una salida de tono no podrás agradar con la misma facilidad, por lo que aguantas un poquito más…
Al fin y al cabo tampoco es tan malo complacer a la gente…
Así tendrás amor incondicional de todo el que te rodea. Si continúas comportándote de esa manera, agradando y complaciendo, nunca te faltará el cariño de nadie.
¿Eso crees?
No, ya no lo crees. ¡Eso creías antes!
Ahora más bien te parece que te estás defraudando a ti misma continuamente y que por mucho que intentes agradar siempre habrá alguien, siempre, para quien no sea suficiente.
Conozco esa sensación perfectamente. Conozco el sentimiento de frustración que se siente cuando, aunque es algo que no resuena contigo, haces cosas para agradar y encima no lo consigues.
Y aún peor, haces algo para agradar a los demás y lo consigues, pero te sientes tan mal que preferirías haberte arrancado los pelillos de la nariz con las pinzas porque lo que has hecho no va para nada con lo que tú sientes realmente.
¿Dónde te lleva esto?
¿Quieres seguir así?
¿Cuánto crees que aguantarás a costa de tu propia felicidad?
CUÁL ES EL ORIGEN DE LA NECESIDAD DE AGRADAR A L@S DEMÁS
Esa necesidad de agradar a los demás que tienes nace en la infancia.
- Si buscas aprobación y no te la dan, malo. Pasarás la vida buscando y buscando y no podrás construirte una autoestima sana que te aleje de esa necesidad.
- Si, por el contrario, cuando eres niña te dan la aprobación que buscas, te engancharás a esa sensación que puede llegar a ser muy adictiva.
Y así, no llegas a saber qué quieres en la vida, ni qué te hace feliz a ti, porque estás demasiado ocupada en hacer “felices” a los demás.
Por suerte, vas creciendo y haciéndote consciente de con qué cosas te sientes mejor e intentas conseguirlas. Si le gustan a l@s demás es perfecto, pero si esas personas no están de acuerdo con lo que tú quieres, vuelta a empezar:
¿L@s demás o yo? ¿Quién va primero?
MOTIVOS POR LOS QUE NECESITAS AGRADAR A LOS DEMÁS
Es normal que quieras agradar a todo el mundo. Los seres humanos necesitamos la aprobación para sentirnos parte del grupo social. Está demostrado que la gente más social presenta mayores índices de felicidad.
Estudios como este lo corroboran: a las personas que se apoyan en las relaciones con l@s demás, les va mucho mejor y son más felices.
Por lo tanto, si relacionarse bien con la gente da felicidad, crees que complaciendo en todo a esa gente con la que te quieres relacionar dichas relaciones serán más fructíferas.
Todo lo contrario.
No sé a ti, pero a mí las personas que se traicionan así mismas para agradar a otras me producen más sentimiento de compasión que otra cosa.
Sin embargo, las personas auténticas que no tienen miedo a ir en contra de opiniones diferentes y manifiestan sus deseos con asertividad, me merecen mucho más respeto y confianza. Por mal que suene decirlo.
ORIGEN DE LA NECESIDAD DE AGRADAR A LOS DEMÁS
En este artículo se explica muy bien de dónde viene esa necesidad de aprobación. Las causas son diversas y no tienen por qué darse de la misma manera en todas las personas.
Algunos de los motivos son los siguientes:
– No recibiste halagos en su momento.
La niña que eras creció sin sentir la aprobación que le hubiese gustado y por ello aún la sigue buscando.
Cuando los padres son demasiado críticos o no te dan la atención “suficiente”, puedes sentir que hay algo malo en ti. La sensación de abandono y el miedo al ridículo se desarrollan y hacen que escondas lo que eres.
A unas mujeres les da por manifestar esa sensación de sentirse insuficientes y a otras, como tú y como yo, les da por esconderse detrás de una máscara aparentemente preciosa y resistente.
– Quieres ser aceptada a toda costa.
Has desarrollado unos mecanismos de supervivencia para prevenir la sensación de abandono.
Te preocupa mucho ser rechazada y piensas, muy erróneamente, que si vas en contra de lo que quieren los demás estas personas no te aceptarán. Piensas que mostrarte como eres puede alejarte de mucha gente.
Tienes tal obsesión por ser aceptada que se ha convertido en algo que haces en piloto automático, sin darte cuenta.
– Falta de autoestima.
El hecho de no haber conseguido reforzar tu autoestima correctamente hace que te apoyes en lo que se llama heteroestima (percepción que tienes de lo que te aprecian los demás).
Así que cuantas más valoraciones positivas te lleguen, más crees que vales y en eso fundamentas un aparente amor propio.
Te apoyas en un sentimiento de falsa autoestima, de forma inconsciente, que repercute en todas las áreas de tu vida.
EN QUÉ MOMENTO AGRADAR A L@S DEMÁS SE CONVIERTE EN ALGO PERJUDICIAL PARA TI
Agradar es muy bonito, y muy positivo, cuando no se convierte en una obsesión que conduce tu comportamiento. Si te identificas con varias de estas conductas puede que tengas que hacer algunos cambios.
Estás por y para todo el mundo, antes que para ti misma. Quieres decir “no” pero eres incapaz, si eso implica hacer algo que la otra persona no espera de ti.
Pones por delante hacer favores a l@s demás antes que satisfacer tus propias necesidades.
– Tus emociones dependen de lo que opinan otras personas.
Si te alaban te sientes alegre y feliz, pero si te desaprueban, te sientes triste y frustrada.
– Intentas pasar desapercibida o llamar demasiado la atención, te vas a los extremos.
Quizá esto de pasar desapercibida no te preocupe siempre pero sabes que, a veces, lo haces con tal de evitar las críticas que podrían derivarse de comportarte con naturalidad, tal y como tú eres.
En otras ocasiones, haces ver tu originalidad si así piensas que vas a gustar más.
– Te preocupas demasiado por la imagen.
No te permites estar mal arreglada en público. Para mostrarte ante los demás necesitas tener una imagen “adecuada” por si alguien pudiese ver realmente cómo eres.
Está genial arreglarse y querer tener buena imagen, pero si es una necesidad que te obsesiona, tienes un problema. Y sé muy bien de lo que hablo.
Las mujeres que no tienen la necesidad de aprobación constante no tienen inconveniente en mostrarse con la cara lavada y sin arreglar, con toda naturalidad.
– Tienes opiniones diferentes pero no te atreves a expresarlas por si molestas a alguien.
Prefieres adecuarte a lo que piense esa persona antes que dejar clara tu posición y que dicha persona se pueda ofender.
– Vives en un estado de angustia intentando ajustarte en todo momento a lo que otras personas esperan de ti.
Ya sabes que es imposible agradar a todo el mundo, así que la ansiedad hace aparición a menudo para recordártelo.
Porque, aunque lo sabes, no soportas caerle mal a alguien, aunque a ti ese alguien te importe un pimiento.
CONSECUENCIAS DE QUERER AGRADAR A LOS DEMÁS SIEMPRE
Todo lo que haces en la vida tiene sus consecuencias. Si tu rol principal pasa por querer complacer siempre obtendrás resultados, como estos, que a veces no serán los deseados:
– La gente se acostumbra a que les quieras agradar y lo aceptarán como si fuese tu obligación. De esta manera, cuando te salgas de lo que esas personas piensan que deberías hacer, no lo aceptarán y exigirán ser complacidos, puesto que es a lo que les has acostumbrado.
Si cada lunes le llevas flores a una amiga, el lunes que no lo hagas serás juzgada.
– Generarás malestar. Hay mucha gente a la que les gustará que intentes agradarles constantemente y otra mucha gente a las que eso les parezca un suplicio.
El halago permanente, el sí a todo, el no tener una opinión objetiva y el decir lo que crees que esa persona quiere escuchar, te resta credibilidad.
Ya, ya sé que no lo haces a menudo, solo cuando tienes muchas ganas de agradar a esa persona. Pero lo haces.
Acabarán dándose cuenta que todo lo que haces y dices no tiene validez porque lo haces y dices simplemente para complacer. Te perderán el respeto y no les interesará tu opinión.
– Serás manipulada y abusarán de ti. Puesto que sólo buscas complacer y no sabes manifestar tus deseos, abusarán de tu buena voluntad y te manipularán para que acabes haciendo lo que otras personas quieren.
Sé que pareces fuerte y segura, con las cosas claras, con una buena autoestima.
Sé que en realidad esas personas a las que intentas agradar no tienen ni idea de que lo haces.
Sé también que no te manipulan ni abusan de ti con la intención de fastidiarte, simplemente usan las herramientas que tienen para sobrevivir a su propia vida.
Pero cuando se dan cuenta de que contigo es fácil usar el chantaje emocional, lo seguirán utilizando.
Y aunque te muestres fuerte y segura, también saben que eres de buen corazón y que intentarás hacer lo que sea para que ell@s estén bien.
No se trata de mandarles a la mierda, que a veces no está de más, sino de que tú misma te respetes para que nadie abuse de ti, consciente o inconscientemente.
– Con esta necesidad patológica, te olvidas inevitablemente de ti y esto será lo que te traerá las peores consecuencias. Actúas siempre para agradar a l@s demás, y en muchos casos no tendrá nada que ver con lo que tú quieres.
De esa manera, te sentirás tan mal contigo misma que tu autoestima, lejos de aumentar, decrece por momentos porque empiezas a sentirte insatisfecha con tus actuaciones, ya que haces cosas que realmente no quieres hacer.
– La angustia, la ansiedad y la frustración, irán haciendo mella en ti hasta que empieces a escucharte.
Estas tácticas para agradar te han estado funcionando mucho tiempo, hasta que el vacío que sientes se ha hecho palpable.
Ahora ya no te vale con agradar, ahora quieres sentirte en paz contigo misma y establecer prioridades. Solo así llegarás donde quieres.
– Perderás de vista lo que quieres, cómo lo quieres y no serás capaz de ver con claridad quién eres. Te desconectas de tu propia alma y te olvidas de ti. Todo esto no hace más que obstaculizar tu propio crecimiento personal en todas las áreas de tu vida.
Así que como ya te has dado cuenta, es el momento de hacer algo, ¿no?
9 CLAVES PARA SUPERAR LA NECESIDAD DE AGRADAR A L@S DEMÁS
Cuando la necesidad de agradar te genera malestar, no te queda otro camino que frenar esa conducta para no sentirte mal contigo misma.
Ya, qué fácil suena y qué complicado es hacerlo…lo sé, he pasado por muchas de estas conductas. Pero estoy segura de que poniendo un poco de atención conseguiremos mejorar juntas.
Estas son las 9 claves que te recomiendo para ponerle fin a esto:
1. OBSÉRVATE.
Imagina que estuvieras viendo la película de tu vida. Observa estos comportamientos, cuando los tengas, y analízalos. ¿Qué sientes? ¿Por qué lo haces? ¿Qué necesidad está intentando cubrir tu comportamiento?
2. PÁRATE A PENSAR antes de tomar cualquier decisión.
Cuando alguien te plantee alguna cuestión que requiera de tu participación, no actúes por inercia y tómate un tiempo para pensarlo.
Así podrás reafirmarte en lo que tú quieres con mayor seguridad.
3. ESCUCHA A TU CORAZÓN
Cuando observes los comportamientos de los que hablamos y te pares a tomar una decisión, piensa primero qué es lo que opinas y lo que quieres tú.
Ya hemos hablado de escuchar al corazón en otras ocasiones. Olvídate por un momento de lo que necesiten l@s demás. Cuando hayas conseguido averiguar qué es lo que quieres tú, puedes pensar si está en sintonía o no con lo que quieren esas personas y, en función de eso, tomar una decisión.
4. APRENDE A MANIFESTAR TUS OPINIONES Y DESEOS CON ASERTIVIDAD
Que quieras algo diferente a lo que se espera de ti no significa que tenga que haber un conflicto.
Si lo que quieren l@s demás y lo que quieres tú va en la misma línea, genial, todo el mundo contento. Pero si lo que tú quieres no es lo que quiere esa otra persona, manifiesta tu opinión con todo tu amor, sin confrontación, sin imposiciones.
5. ACEPTA QUE NO VAS A PODER GUSTARLE A TODO EL MUNDO
Que sepas manifestar tus deseos con amor y asertividad no significa que l@s demás tengan que estar de acuerdo contigo.
Asume que no siempre gustarás, que no siempre te aprobarán y no te lo tomes como algo personal. No es algo contra ti, es algo contra la opinión o la actuación que estás teniendo.
Eso no te hace menos valiosa, sino exactamente lo contrario.
6. MANTENTE FIRME
Cuando tienes claro lo que quieres y cómo lo quieres y, además, no haces ningún mal a nadie con ello, no te dejes manipular. Sé fuerte, sé coherente y sostén la frustración que te va a generar esa desaprobación al principio.
Después pasará a convertirse en respeto por ti misma y hará crecer tu autoestima.
7. BUSCA EL EQUILIBRIO
No se trata de que pases de ser la “niña buena” a la bruja del cuento. Se trata de que cambies las cosas que haces sólo por agradar y que te hacen daño a ti.
A veces se podrán llegar a acercar posturas y que quede un “ni pa ti ni pa mi” y otras veces habrá que posicionarse con más agudeza para luchar por lo que tú quieres.
8. COMENTA TU NECESIDAD DE CAMBIAR con las personas con las que tienes estos comportamientos.
Puedes explicarles, si así lo consideras, cómo te sientes y por qué a partir de ahora vas a empezar a mirar más por ti. Y hazte cargo también de que la reacción de estas personas no sea la que te gustaría.
No se acaba el mundo, no pasa nada. Tú puedes responsabilizarte de lo que tú sientes pero no de lo que sientan ellas.
9. QUIÉRETE, ACÉPTATE Y RESPÉTATE COMO ERES porque es la única manera de que los demás puedan hacer lo mismo.
Si tú valoras tus deseos y tus opiniones, habrá a quien le guste y a quien no, pero establecerás relaciones más verdaderas y te sentirás más en coherencia contigo misma. Y eso, querida amiga, no tiene precio.
Y para eso, quizá podrías empezar a transformar algunos hábitos relacionados con la alimentación y el ejercicio para sentirte tan bien por dentro que no te importe nada lo que digan fuera.
CONCLUSIONES
A estas alturas de la película ya sabrás que tu felicidad depende única y exclusivamente de ti. Si las personas con las que te relacionas te dan o no su aprobación, puedes ser igual de feliz.
También tendrás claro que para tener la vida que deseas, tienes que ser capaz de defender tus derechos. Pensar sólo en los derechos de l@s demás, olvidándote de los tuyos propios, no es la mejor manera de tener la vida auténtica que estás buscando.
Agradar a l@s demás está muy bien y es muy bonito. Querer que el resto del mundo esté contento y poder cubrir necesidades de personas a las que tenemos aprecio llena el alma. Pero cuando es a costa de tu propia alma el precio es demasiado alto.
Encontrar el equilibrio entre las necesidades de los demás y las tuyas propias sería lo ideal. Pero está claro que encontrar, y mantener, el equilibrio en todo es una tarea muy difícil.
Sólo pensando un poco más en ti y haciendo sólo las cosas que te hacen sentir bien, estarás más cerca de la vida que quieres. Si, por el camino, además eres capaz de complacer a otr@s, seguro que eso te da aún mayor felicidad.
Es precioso ayudar a la gente y hacerla un poco más feliz. Pero lo primero, siempre y cuando no hagas daño a nadie, eres tú.
En RevolucionaT trabajamos para potenciar tu salud física para que te sientas bien y puedas gestionar mejor tus emociones y tus retos.
Si estás dispuesta a dar el paso, te espero dentro.
Un abrazo enorme
Y GRACIAS A LA AMIGA QUE ME PIDIÓ QUE ESCRIBIERA SOBRE ESTO
Espero que con tu idea y mi artículo hayamos podido ayudar a muchas personas.
Y tú, ¿cuántas cosas has hecho por agradar a l@s demás, sin tener nada que ver con lo que tú querías?
¡Me encanta «escucharte»!