Todo el mundo tiene traumas infantiles no superados que han marcado sus vidas, así como todo el mundo tiene encontronazos y disputas con sus padres.
El problema viene cuando esos traumas y encontronazos te frenan en la vida adulta.
Aquí es donde entran en juego mis filosofías de vida y de trabajo, el Coaching y el Minimalismo.
El Coaching te ayudará a llegar del punto A (traumas infantiles) al punto B (la superación de esos traumas).
El Minimalismo existencial te ayudará, durante el proceso, a saber qué ideas, personas, cosas o sentimientos, tienes que dejar a un lado para avanzar. Y qué es lo que realmente quieres que haya en tu vida. Seguro que en esta última lista no aparecen los traumas infantiles.
Cuando estos problemas te separan de la felicidad, cuando este tipo de situaciones no te permiten tener una vida satisfactoria, es cuando realmente podrías plantearte solucionarlos.
Siempre vas a encontrar mil defectos en el comportamiento de tus padres, son un blanco muy fácil. Pero cuando te vas haciendo mayor, va perdiendo sentido.
Ya te has convertido en una persona con una vida propia. Te puede gustar más o menos, pero tienes una vida propia, tuya, relativamente independiente con todo lo que eso conlleva. Es más, incluso puedes tener una vida que a los ojos de otras personas sea una vida magnífica.
Pero…ummm…falta algo…hay algo que no acaba de encajar: la relación con tus padres te sigue martirizando e intuyes que, en realidad, eso puede ser mucho más importante de lo que estás imaginando.
No acabas de entender los comportamientos de tu madre y tu padre no está, de la forma que te gustaría que estuviese.
Todo esto te produce una ira y una sensación de soledad que provoca bloqueos en otra áreas de tu vida.
Te estás dando cuenta de que los problemas que piensas que te han causado tus padres, te arrastran a un pozo de insatisfacción personal del que no sabes salir.
En ocasiones lo sabes tapar muy bien, haces como que no pasa nada. Pero en otras ocasiones te gustaría liarte a guantazos y gritarles tan fuerte que se quedasen sordos del todo.
El caso es que, en la base de lo que eres en este momento están ellos: mamá y papá. Los dos. Estén presentes físicamente o no.
Y hasta que no dejes de echarles la culpa de todos tus traumas, la relación con ellos será profundamente tóxica y tú estarás atada a esos traumas infantiles no superados. Justo hasta que decidas tomar las riendas.
Sanar la relación con tus padres no es una tarea fácil. Es un camino muy duro y muy doloroso. Pero es un camino posible y necesario.
Y es un camino que, en la base del minimalismo existencial, es verdaderamente liberador porque sueltas uno de los grandes lastres que anclan tu vida al pasado.
Toda tu vida cambia cuando consigues superar los traumas infantiles.
Quiero explicarte cómo lo conseguí yo misma.
DE DÓNDE VIENE TUS TRAUMAS INFANTILES NO SUPERADOS
Hasta donde tú recuerdas, tus padres nunca se han llevado bien. Creciste entre gritos y riñas, discusiones constantes, malas palabras.
Los problemas que tenían entre ellos, te hacían sentir muy sola. Empleaban más tiempo en tirarse los trastos a la cabeza que en ocuparse de ti.
Debido a esto, no podías contar con ellos. Tenías que hacerlo todo por ti misma, nadie te echaba una mano. Tampoco nadie te decía si lo habías hecho bien, aunque tú buscases continuamente la aprobación de tus papis.
Todo lo que hacías respondía a la necesidad de complacerles a ellos. Pero por más que te esforzabas, no lo conseguías:
- Normalmente, más que alabanzas, recibías críticas.
- Sentías que todo lo hacías mal, y aún así te seguías esforzando.
- Buscabas el cariño y el amor de tus padres en cada logro que alcanzabas.
- No sentías apoyo.
- No sentías suficiente cariño.
- No sentías protección.
- Nadie se fijaba en ti, prácticamente no existías.
- Te sentías abandonada a tu suerte.
Y todo esto te marcó para siempre.
NIÑA OLVIDADA-NIÑA EMPODERADA
Al contrario de lo que le puede pasar a otras personas, tus traumas infantiles no superados te hicieron una niña fuerte, una mujer que tiraba para delante con lo que hiciese falta ella solita.
Sentías que nadie se ocupaba de ti, por lo tanto dependías exclusivamente de ti misma.
Si querías salir hacia delante, tener una actitud positiva y conseguir tus propósitos, tenías que convertirte en una niña aparentemente segura, independiente, auto suficiente…no te quedaba otra.
Mientras otras personas se hunden y se vuelven víctimas de sus circunstancias, tú hiciste creer a todo el mundo que no necesitabas a nadie.
Así que las emociones, las debilidades y todo lo que suponías que te quitaba valor, lo escondías. Si alguien se daba cuenta todavía te querrían menos.
¿QUIÉN ES EL MALO, PAPÁ O MAMÁ?
La relación con tu madre, aunque no del todo mala, te dejaba un sabor agridulce. No tenías una madre igual que la de tus amigas. Tu madre iba a su bola, hacía su vida a su manera y no se preocupaba por ti de la forma que tú necesitabas.
O eso te parecía a ti…
Sin embargo, ella era la que estaba más cerca de ti, al menos físicamente.
Aunque muchas veces pareciese que la que ejercía de madre de tu madre eras tú.
Ella también arrastraba sus traumas infantiles no superados, a lo que se sumaba los problemas de pareja con tu padre…¡bastante tenía ella con lo suyo!
Tú padre, el que era tu soporte de pequeñita, el que sale siempre contigo en brazos en las fotos, cambió.
Sentías que te rechazaba en todo momento:
- Malas palabras.
- Malos gestos.
- Quejas continuas hacia tu persona.
- Peleas con tu madre…
Desde luego, tampoco acababas de encontrar en él el apoyo que querías.
Por los problemas que tenían entre ellos, tu madre se hacía la víctima y tu padre se quitaba del medio. Con lo que tu sensación de soledad aumentaba. No había nadie ocupando su puesto para ti.
El dinero que entraba en casa, salía. Tu padre lo gastaba en sus evasiones mientras tu madre no hacía nada para evitarlo.
Y tú cada vez más sola.
Cuando había alguna discusión, te pedían que te posicionases, o estabas a un lado o estabas a otro. Cuando una hija no debería tener que posicionarse nunca.
¿Y SI NO HUBIESE CULPABLES?
Hacer frente a los traumas infantiles no superados resulta muy complicado sin ayuda. Cuando algo te resulta muy doloroso o no le encuentras explicación, tiendes a buscar culpables.
Para todo lo que te pasa en la vida, encuentras algún culpable. Lo curioso es que casi nunca eres tú.
Y ahora me dirás: “¡Es que yo no tengo la culpa de los traumas infantiles que me han provocado mis padres!”.
No te enfades, sigue leyendo por favor.
Efectivamente, tú no tienes la culpa de cómo sean tus padres, ni de cómo se comportasen durante tu infancia, eso está más que claro. Pero ni tú, ni nadie.
Ya sabes que no me gusta la palabra culpabilidad, así que vamos a cambiarla por responsabilidad, ¿de acuerdo?
¿Quién tiene la responsabilidad de que tú todavía arrastres esos traumas infantiles no superados?
- Tu madre tiene la responsabilidad de su comportamiento.
- Tu padre tiene la responsabilidad del suyo.
- Así como ahora, ya de adulta, tú tienes la responsabilidad del tuyo propio.
Sé que esto es muy difícil de aceptar, a mí me ha costado muchos años y mucha terapia. Asume con calma todo lo que te estoy diciendo, no te lo tomes mal. Mis palabras van cargadas de amor y empatía. Imagina que te abrazo mientras te cuento todo esto.
LA DIFÍCIL TAREA DE SER MADRE/PADRE
Aunque no soy madre, creo que es el rol más difícil al que puede aspirar cualquier persona. Madre o padre, ya me entiendes.
Dejando de un lado los casos extremos, que los hay, los padres siempre quieren lo mejor para los hijos.
Estoy convencida de que ninguna madre quiere que sus hijas tengan traumas infantiles que superar. Si supiesen cómo, se habrían quedado ellas con todos esos traumas para ahorrarle sufrimiento a esas personitas que trajeron al mundo en un acto de amor.
Pero cuando alguien decide ser madre, no le cae del cielo ningún libro titulado “Cómo ser la madre perfecta para siempre”.
Tus padre fueron hijos antes de ser padres y, probablemente, arrastran sus traumas infantiles, igual que te está pasando a ti.
LA DIFÍCIL TAREA DE SER HIJA/HIJO
Cuando eres pequeña, no eres consciente de muchas cosas. No tienes herramientas para enfrentarte a determinadas situaciones. Son tus padres los que deberían proporcionarte esas herramientas, a través de su amor y su apoyo.
Desgraciadamente, no siempre es así. Nadie puede darte algo que no tiene. Si tus padres no pueden proporcionarte esas herramientas, las buscas por otro lado o aprendes a vivir sin ellas.
Por eso ser hija tampoco es tarea fácil.
Es muy duro crecer con resentimiento, sintiéndote abandonada, sola. Es muy duro para una hija pensar que sus padres prefieren discutir entre ellos que centrarse en protegerla.
Sin embargo, así como las madres y padres harían lo posible por evitar todo sufrimiento a sus hij@s, si supiesen cómo, las hijas no funcionamos igual con nuestros padres.
L@s hij@s somos bastante más egoístas. Hasta de mayores seguimos responsabilizando a nuestros padres de nuestras mierdas, para no tener que asumirlas.
Es mucho más fácil tirar balones fuera y acusarles a ellos.
Cuando eres pequeña, te deberían haber protegido, cuidado y dado todo el amor que les fuese posible, de acuerdo. Pero cuando eres mayor y te das cuenta de que tus traumas infantiles te están perjudicando, tienes que aprender a superarlos para seguir con tu vida.
En el peor de los casos, habiendo tenido los peores padres del mundo, la receta sigue siendo la misma.
Y te lo digo desde mi propia experiencia y desde las experiencias que conozco de personas cuyos padres han sido monstruos, y aún así ellas han aprendido a responsabilizarse de su parte y seguir adelante con dignidad.
TÚ ELIGES CÓMO TE SIENTES RESPECTO AL COMPORTAMIENTO DE LOS DEMÁS
Cada persona se toma las cosas de una manera.
Debido a tus traumas infantiles, tú elaboraste un personaje de mujer dura que te protegía de cualquier cosa. Otras personas se encierran en sí mismas y se vuelven retraídas.
Mientras aquellos traumas te convirtieron en alguien aparentemente fuerte, a otra persona la pueden haber convertido en alguien extremadamente introvertida e incapaz de relacionarse de forma sana con alguien.
No todas respondemos igual antes las mismas situaciones.
Igualmente, por un lado está la realidad y por otro lado está la interpretación que tú haces de la realidad.
Por un lado está lo que hacen los demás y por otro lado está cómo tú respondes ante eso que hacen los demás.
Del mismo modo que, cómo tú te sientes ante algo no tiene porqué significar que la persona que te provocó ese sentimiento quisiera que te sintieses así.
¿Me estoy explicando?
Que sientas que tu madre te tiene abandonada no significa que, cuando se toma una pastilla para calmar la ansiedad y se queda dormida para todo el día, ella lo haga para que tú te sientas abandonada.
Si sentiste que tu padre te gritaba porque no te quería, fíjate qué pasa cuanto tú gritas a alguien (a tu pareja por ejemplo)…¿no le quieres por eso?
No quiero decir que gritar sea un acto de amor, ni mucho menos, quiero decir que podemos elegir cómo interpretar las cosas para que no nos perjudiquen demasiado.
Ahora me he explicado mejor, ¿verdad?
MIS TRAUMAS INFANTILES
Yo también he arrastrado traumas infantiles no superados durante muchísimos años.
Yo sentía que mi padre estaba ausente, que mi madre no se responsabilizaba de sus cosas y que yo tenía que hacerlo todo por mi misma porque no podía contar con nadie.
Primero odié a mi padre porque no estaba y luego odié a mi madre por no haberse comportado como yo lo haría.
Odié a uno, odié a la otra, y crecí con ese resentimiento quemándome por dentro.
Les culpaba de todo y aprovechaba la más mínima cosa para atacarles.
Al mismo tiempo, sentía que tenía que cuidar de ellos porque ellos no sabían cuidarse a sí mismos, y también les culpaba por ello.
Me hice fuerte, resistente y autosuficiente. Me puse una coraza bien gorda que me acabó llevando a terapia.
A pesar de la terapia, seguía culpando a mis padres de muchas cosas:
- Me molestaba lo que comían,
- lo que decían,
- lo que no decían,
- me molestaba absolutamente todo lo que hacían.
Y así lo manifestaba, así que se liaban unas en casa que no te imaginas.
A nadie le gusta que le estén criticando todo el tiempo, que es justo lo que pensaba que hacían ellos conmigo.
De ese modo, lo que a mi me salí de dentro era hacer lo mismo con ellos…Como si eso ayudase a mejorar las cosas.
Porque aunque seas como eres porque te pareces a tus padres, no ganas nada comportándote como ellos. Si es precisamente su comportamiento el que tanto te irrita, no puedes luchar contra eso usando los mismos comportamientos que te están irritando.
LA TERAPIA NO DABA FRUTOS
Por mucha terapia que hacía, seguía culpándoles de todo e intentando cambiarles. Al mismo tiempo, sentía una profunda necesidad de cuidarles, de protegerles. Creía que ellos no eran capaces de hacer nada por sí mismos, que sin mi ayuda se destruirían, que no sabían lo que era lo mejor para ellos.
Estaba segura de que yo sabía mucho más que ellos.
En la terapia luchaba contra esos sentimientos. Quería convencer al terapeuta de que yo tenía la razón. Seguía empeñada en responsabilizarles de todo y en salvarles de sí mismos.
Pasé del resentimiento porque yo había sentido que no cuidaban de mí, al resentimiento porque me había impuesto a mí misma la responsabilidad de tener que cuidar de ellos.
Creo que después de esto el terapeuta cambió de trabajo y se hizo panadero.
LO QUE ME HIZO DARLE LA VUELTA A LA TORTILLA
A lo largo de mi vida he hecho terapia con varias personas. De todas he extraído herramientas para ir conformando la persona que soy hoy. Aunque en este punto la terapia no parecía avanzar mucho, me propusieron que hiciese constelaciones familiares.
No te voy a explicar qué son las constelaciones familiares porque a mi me aconsejaron que fuese a hacerlas sin tener ningún tipo de información al respecto.
Me gustaría que te guardases la curiosidad, porque cualquier explicación que leas no se va a parecer en nada a lo que en esas terapias puede pasar.
Por favor, si estás pensando en hacer constelaciones o te está empezando a picar el gusanillo, no busques información al respecto. De verdad, créeme, es lo mejor.
Yo fui sin saber absolutamente nada de lo que iba a pasar allí, sólo porque mi terapeuta me lo había recomendado, y fue un gran consejo. Al no llevar ningún prejuicio al respecto, lo hice desde el corazón y no me quedó ninguna duda de su autenticidad.
La terapia duró un fin de semana y me costó 100€. Fueron los 100 euros mejor invertidos de toda mi vida.
Aunque no te voy a explicar de qué tratan las constelaciones familiares, por si aún no lo sabes, sí que voy a explicarte lo que entendí yo con ellas por si te puede servir.
Con las constelaciones familiares no se tratan sólo traumas infantiles, puedes tratar cualquier problema que te esté afectando en tu vida. En mi caso, propuse un problema que nada tenía que ver con la familia, pero puesto que la familia está en la base de todo, surgió para enseñarme muchas cosas.
Con las constelaciones familiares entendí perfectamente lo que estaba pasando:
- Fuese debido a mis traumas infantiles o a mi cabezonería, me creía superior a mis padres.
- Era incapaz de aceptar que la hija, la que tiene que ser protegida, la que tenía más que aprender, era yo.
- Me creía en el derecho de criticar a mis padres porque en algún momento de mi vida me había sentido perjudicada por ellos.
- Me creía en el derecho de responsabilizarles de todo.
- Sentía también que podía salvarles la vida desde la crítica y el rencor.
Parecen obviedades pero son obviedades de las que no somos conscientes la mayoría de las veces.
A ti también te pasa: criticas a tus padres, luchas contra ellos, les recriminas, intentas cambiarles y, a su vez, sientes la necesidad de cuidarles, aunque sólo sea por tener otra cosa más que tener que echarles en cara.
¿Te das cuenta?
QUÉ PUEDES APRENDER DE TUS TRAUMAS INFANTILES NO SUPERADOS
No te voy a pedir que te vayas corriendo a buscar un lugar para hacer constelaciones familiares, que no estaría de más. Sino que voy a contarte todo lo que he aprendido con el paso de los años, antes y después de las constelaciones y que me ha permitido liberarme de esa carga tan grande que llevaba a mis espaldas.
Y esa carga, y todas las que haya en tu vida, se pueden aliviar desde el Minimalismo existencial. Te cambia la vida!
Entender todo esto es lo que me ha dado la libertad:
1. TUS PADRES LO HAN HECHO LO MEJOR QUE SABÍAN
Lo habrán hecho como el culo, vale, pero lo mejor que sabían. Y se han roto de dolor cuando se han dado cuenta de que quizá podían haberlo hecho mejor. ¿Pero cómo se mide eso?
Cuando haces las cosas lo mejor que sabes, no deberías sentirte mal por no haberlo hecho mejor. Era imposible.
Nadie puede dar lo que no tiene. Tus padres te han «construido» con las herramientas que tenían. Cuando alguien sólo tiene una pala para construir un rascacielos, está claro que le va a costar mucho esfuerzo y no va a alcanzar el mejor resultado.
Pero si quieres construir un rascacielos con una pala y aún así te sale una cosa decente, puedes estar muy orgullosa porque lo has hecho lo mejor que sabías y has obtenido buenos resultados, a pesar de no contar con las herramientas más adecuadas.
2. NO SABES MÁS QUE TUS PADRES
Bájate del burro, ellos te dan mil vueltas, lo mires por donde lo mires. Aunque no te parezcan los padres perfectos, aunque creas que lo hacen fatal, aunque tengas miles de recetas para que su comportamiento se adecúe a lo que a ti te parece el mejor comportamiento, te siguen dando mil vueltas.
Sólo por estadística: han vivido más, han superado más traumas, han afrontado más problemas, han tenido que ocuparse de más situaciones difíciles que tú.
3. LA REALIDAD ES UNA Y LO QUE TÚ SIENTES ES OTRA
Te has podido sentir muy sola en tu infancia, te has podido sentir muy desprotegida, te has podido sentir incomprendida, utilizada…pero eso no significa que esa haya sido la realidad.
Así es como tú te has sentido respecto a una situación, pero no significa que esa situación se haya provocado para que tú te sintieses así.
En ningún caso tus padres han querido perjudicarte a propósito, tenlo muy claro.
CÓMO PUEDES MEJORAR LA RELACIÓN CON TUS PADRES
– Acéptales como son: sea por lo que sea te ha tocado lidiar con estos padres. La vida los ha puesto en tu camino, como todo lo que te pone delante, para que aprendas cosas de ellos. Acepta que tienen su forma de ser, que tienen su vida propia, que tienen sus gustos y sus deseos, y no intentes cambiarles.
– Cambia tú: en lugar de intentar cambiar las cosas que te molestan de ellos, ¿por qué no les dejas tranquilos y cambias tú?. Si en algún punto te estás atascando, llevas años buscando que tu madre se comporte de otra manera, se los dices mil veces y mil veces que discutís.
Ya es suficiente, ¿no? Prueba algo distinto: cambia tú. En lugar de buscar que sean tus padres los que cambien, cambia tú para que esas situaciones que tanto te molestan dejen de afectarte.
– Dales todo tu amor: si resulta que de lo que te quejas precisamente es de que tus traumas infantiles vienen por falta de amor, entre otras cosas, no puedes hacer lo mismo. Trata a tus padres con todo tu cariño.
La situación no es tan grave como para que no puedas hacerlo así. Incluso cuando tengas que manifestar algo que no te gusta, hazlo desde el amor. Cuando te hablan con cariño es difícil que de ahí salga una discusión.
Si hacer las cosas desde el amor hacia ellos es imposible porque te han hecho demasiado daño, haz las cosas desde el amor por ti misma en pro de tu paz mental.
– Trata tus traumas con un profesional: son temas muy delicados que yo no habría podido superar sin la ayuda necesaria. Hay casos realmente graves de personas que arruinan sus vidas por traumas infatiles no superados. Hay familias que se alejan porque no saben resolver los conflictos de otra manera.
¿No te da pena cuando te cuentan que «Fulanita» no se habla con sus padres y cosas por el estilo? Porque a mí me da una pena terrible. No dejes que eso te pase a ti.
– Perdona: perdona a tus padres por todo aquello de lo que les haces responsables. Tuviesen o no esa responsabilidad, perdónales. Al perdonarles a ellos te estás perdonando a ti misma.
Cuando perdonas, aceptas que tú también te equivocas y que no vale la pena castigarse por ello. Trabaja tu actitud de perdón porque esa actitud te va a salvar la vida.
Cuando perdonas, la persona que más se beneficia del perdón eres tú. Si intentas castigarles negándote a perdonarles solo te perjudicas a ti misma.
LOS CASOS EXTREMOS
Tú también conoces casos de familias totalmente desestructuradas y de padres horribles, pero no es tu caso.
Sin embargo, no quería desaprovechar la oportunidad para hablar también de estos casos extremos.
Hay personas cuyos traumas infantiles son tan gordos que escapan a mi entendimiento. Gente que ha sufrido tanto por culpa de sus padres que son incapaces de consolidar una vida satisfactoria.
Estas personas han tenido problemas tan graves que han marcado todos los aspectos de su vida, en negativo.
Aunque no sea del todo correcto decirlo porque sé que duele y provoca mucha resistencia, el camino para estas personas es el mismo: el camino de la aceptación y del amor. Más que nada porque no hay otro camino.
Las cosas pasaron así porque no podían pasar de otra manera, pero no puedes dejar que el rencor y el resentimiento sigan marcando tu vida. Hay que intentar por todos los medios salir del hoyo y aprender de aquello para que los patrones no se vuelvan a repetir.
Cuando aceptas las cosas que te han pasado, dejas de buscar culpables e intentas aprender de ellas para que tu vida sea un poquito mejor, todo empieza a cambiar.
CONCLUSIONES
Después de tantos años de terapia y de hacer las constelaciones familiares, empecé a observar pequeños cambios. No sólo cambios en mí a nivel interno, sino también cambios en mi familia.
No sé si fue que yo cambié y empecé a verlo todo de otra manera, o si fue que todos cambiamos un poquito. El caso es que hubo cambios y todos buenos.
Estoy totalmente convencida que cuando tú evolucionas, todo lo que te rodea evoluciona también. Me gusta pensar que todo el esfuerzo siempre sirve para algo y que tomar las decisiones adecuadas me ha llevado hasta aquí.
Mis padres, con sus cosas como todo el mundo, no sólo me han apoyado siempre aunque haya sido a su manera, sino que han sido la base fundamental de mi evolución.
No es que ellos hayan sido buenos o malos padres, es que yo viví las cosas de tal manera que me hicieron comportarme de esa otra.
Tengo que hacer un esfuerzo para recordar malos momentos, sin embargo, con los buenos no tengo ningún problema. Considero que he sido una niña feliz que se ha convertido en una adulta feliz, aunque tuviese momentos en que no lo veía tan claro.
A día de hoy, y desde hace ya muchos años, sólo puedo agradecer a la vida que me haya dado la familia que tengo. Unos padres fabulosos y unas hermanas maravillosas que hacen que me sienta muy orgullosa de mis raíces.
Y claro que no, no lo he tenido que hacer yo todo sola, como pensaba en mi infancia, ellos siempre estaban detrás, aunque no les viese.
Ama a tus padres hasta el último momento de tu vida.
Este artículo está escrito con mucho amor hacia todas las personas que sufren por estos temas. Por favor, si tienes algo que aportar me encantará leerte y saber que te ha servido para algo.
Pido disculpas de antemano a las personas con situaciones familiares realmente graves, tan graves que parecen imperdonables, que se hayan podido sentir molestas con mis palabras. Todo mi cariño si es tu caso.
Tú también podrás ayudar a alguien si compartes el artículo o si tienes algún comentario que aportar.
¡Ánimo! Es muy fácil y tiene más valor de lo que piensas.
MILLONES DE GRACIAS